Konan y su familia huyeron de Costa de Marfil cuando él tenía 13. Después de pasar unos meses en Mali y huir con otros compañeros, comenzó a trabajar como pescador en un país costero. Ahí veían más posibilidades de sobrevivir. Una mañana, llega un hombre, “el agente”, que les ofrece ir a Europa pagando 700 euros por un trayecto en uno de sus kayaks. En 2007 llegó a Canarias en una patrulla de rescate. La barca se había hundido. Konan llegó antes de que España y otros países europeos firmaran los acuerdos de externalización de fronteras y, explica, “cuesta entender cómo se rechaza a personas que huyen de su país, del hambre y de la guerra, y piensan que venimos aquí a saquear”. Konan es uno de los jóvenes que cuentan su testimonio junto a la ONG CEAR (La Comisión Española de Ayuda al Refugiado) que presta ayuda y acompañamiento a las personas que solicitan asilo en España desde hace décadas.
La organización se esfuerza por recalcar que, pese a la cobertura mediática de casos como el del Aquarius, los exilios forzosos se producen a diario y a la Unión Europea llegan cifras ínfimas en comparación con otros países. La mayoría de huidas se producen a países vecinos a los que están en conflicto y cada vez aumentan más los desplazamientos relacionados con el cambio climático. La entidad estima que hay 70 millones de personas desplazadas en el mundo, de las cuales llega a Europa un porcentaje muy bajo. En 2017, por ejemplo, se registraron 700.000 peticiones de asilo -correspondientes al año anterior- y solo 20.000 en España. Aunque en números absolutos la cifra sigue siendo baja, se han triplicado las personas que llegan jugándose la vida en el mar. No obstante, recuerdan en CEAR, el efecto llamada no se da, puesto que es a los países más cercanos donde se quedan las personas migrantes. “Ocho de cada diez se quedan en países en vías de desarrollo”, recuerdan.
Como en el caso de Konan, los desplazamientos no suelen ser líneales ni directos. En muchas ocasiones, las personas que huyen deben pasar por varios países en los que pasan algunos meses buscando trabajo para poder seguir sufragando el trayecto. Además de poner en peligro su vida y la de sus familiares, esto supone seguir financiando a las mafias. “Cuando negamos un visado humanitario damos un cliente a las mafias”, recordaba Jaume Durà, portavoz de CEAR, en la presentación de su informe anual. Hay casos, como el de un varón de Sri Lanka que tuvo que huir acusado de pertener a un grupo terrorista -los Tigres Tamiles-, en los que el solicitante de asilo pasó por Rusia y varios países de América Latina antes de llegar a España, donde se le negó la solicitud tres veces, argumentando que las razones de persecución no eran suficientes. “Se piensa más en como denegarlas que en como admitirlas”, criticaba Durà al explicar el caso.
Varias personas cuyas solicitudes están en trámite han acompañado al portavoz de CEAR en la presentación del informe, donde han apelado a la comprensión ante los discursos xenófobos que brotan con la llegada de cada embarcación. Konan recordaba el expolio de Europa en tierras Africanas y las relaciones de Gadafi con la campaña de Nicolás Sarkozy, mientras que su compañero Thimbo, de Senegal, denunciaba “que Europa deje de robarnos nuestros recursos” y pedía que cesara el “saqueo” de sus bienes.
CEAR ha presentado este martes el documento con datos desglosados por Comunidades Autónomas. En Valencia, según su informe, se solicitaron 2.300 peticiones, cifra récord desde que se realiza el informe. En esta ocasión, coincidiendo con la llegada de la fragata del Aquarius, toma aun mayor relevancia los datos de la organización, que ha querido valorar el dispositivo terrestre del que formó parte. Según ha explicado su portavoz, Jaume Durà, los integrantes consideran que hubo demasiada prisa en las filiaciones y en la explicación de los documentos que se dio a los rescatados nada más llegar al puerto. “El Colegio de Abogados de València junto con las entidades especializadas estuvimos explicándoles qué era lo que iban a firmar, que ellos no lo sabían, pero se informa en grupo y muchas de las personas que llegaban por la costa no estaban en una capacidad plena para determinar si querían ir a Francia o no. Ha sido un proceso muy rápido, que entendemos que debería de haberse hecho de una forma mucho más tranquila”, ha destacado Durá.
El coordinador ha explicado que la situación del 'Aquarius' es “un poco especial” porque a pesar de ser un salvamento como los que hacen los guardacostas en Andalucía, la forma del salvamento es distinta, porque ha venido de “costas muy lejanas”. “España llamó a una embarcación para que pudiera venir al Puerto de València. Por tanto, la llegada fue legal y organizada, en un puerto habilitado. Es una llegada diferente”, ha indicado. No obstante, se muestran cautos ante la oferta del Gobierno francés para la acogida. “Si Francia no les otorga el estatuto de refugiado va a ser muy difícil que España lo conceda. Hay una incógnita muy grande con lo que hará Francia, cómo seleccionará a las personas y cómo hará el proceso de asilo de estas 300 personas que han tenido la voluntad de ir allí”, ha señalado Durá