El Parlamento valenciano abre al público el refugio del presidente Juan Negrín 80 años después del final de la Guerra Civil

Lucas Marco

Valencia —

0

En el subsuelo del Palacio de Benicarló, sede de las Corts Valencianes, resiste el paso del tiempo un refugio de la Guerra Civil. El espacio, que hasta ahora servía de almacén para las publicaciones editadas sin pena ni gloria por el Parlamento, será accesible al público que lo solicite por escrito y pasa así a engordar el catálogo de vestigios de la guerra que las instituciones valencianas han abierto a vecinos y turistas.

El antiguo palacio de la familia Borja se transformó en sede de la Presidencia del Gobierno de la II República entre noviembre de 1936 y octubre de 1937, cuando el ejecutivo se trasladó a València en plena Guerra Civil. Allí tomó posesión de su cargo el presidente del Gobierno, Juan Negrín (Las Palmas de Gran Canaria, 1892 - París, 1956).

En ese mismo espacio, 80 años después de aquel 17 de mayo de 1937 en que el científico canario sustituyó a Francisco Largo Caballero al frente del Consejo de Ministros, su nieta Carmen Negrín participó en un homenaje al político republicano de la mano de la Generalitat Valenciana.

La delegación, compuesta por Carmen Negrín y el historiador Ángel Viñas, entre otros, visitó el refugio de Les Corts, una antigua bodega del palacio de los Borja reconvertida en un búnker para la protección de los altos cargos y del personal que trabajaba a las órdenes del presidente del Gobierno.

El presidente del Parlamento, Enric Morera, elogió la figura del “gran presidente” Juan Negrín y anunció, hace casi tres años, que estudiaría abrir el refugio al público. “Aquí hace 80 años, durante la noche fue nombrado primer ministro. Eran tiempos difíciles y ha sido el presidente más preparado que hemos tenido”, apostilló Morera.

El refugio, de difícil acceso (sólo se puede bajar por un ascensor o por las escaleras que conducen a los aparcamientos subterráneos de los coches oficiales y del personal de seguridad), conserva el antiguo portalón que recibía a los usuarios durante la Guerra Civil, una rampa adaptada y el sistema de ventilación característico de estos espacios. La chimenea desapareció, según apunta el especialista José María Azkárraga.

La presidencia de Les Corts, según ha podido saber eldiario.es, ha ordenado esta semana vaciar de trastos el vestigio patrimonial y abrirlo al público, siempre bajo petición por escrito. La modalidad de visita es similar a la de las ruinas que se conservan en la zona de los grupos parlamentarios de la calle Libertad, detrás de los edificios principales de Les Corts. Las cajas de libros y demás materiales han sido trasladadas a otro edificio.

El espacio fue habilitado en la posguerra como residencia para las visitas del dictador Francisco Franco y como sede del Movimiento Nacional en València. Hasta la década de 1990 albergó viejas máquinas de escribir de la Sección Femenina de Falange y polvorientas publicaciones del régimen.

El vestigio patrimonial también almacenó durante décadas los libros editados por Les Corts, en su gran mayoría sin demasiado interés y que han acabado en la papelera de la Historia (los 500 ejemplares de una obra del histórico portavoz adjunto del PP, Rafael Maluenda, costaron al erario 4.733 euros, según publicó Levante-EMV).

Otros espacios similares en instituciones públicas, como el almacén del Ayuntamiento de València, han sido reconvertidos en zonas habilitadas para las visitas, ya sean turistas o vecinos de la ciudad que quieren pasearse por los refugios más emblemáticos de la Guerra Civil. A tiro de piedra de Les Corts, en la calle Serranos, otro refugio restaurado por el Ayuntamiento puede ser visitado aunque con un horario reducido.

El Parlamento valencianos recibe varias veces a la semana, en un horario habilitado, visitas de colegios o de jubilados a los que un guía de la casa explica la historia del Palacio y muestra los espacios más emblemáticos, como el suntuoso jardín o el hemiciclo. Al refugio, situado en el subsuelo y conectado con los aparcamientos subterráneos, sólo accedían hasta ahora visitas como la delegación del homenaje a Negrín o personal de la casa con curiosidad por ver el lugar.