La documentación que la Unión Europea (UE) genera es tan grande, que resulta abrumadora y puede causar desánimo a cualquier lector. Pero a su vez, la información que su administración nos ofrece es imprescindible para entender los asuntos que nos afectan, entre los cuales los agrarios y medioambientales están en un primer plano. A finales de marzo, la Comisión dio a conocer su anunciado plan para la promoción y el desarrollo de la agricultura ecológica (Comunicación de la Comisión sobre el plan de acción para el desarrollo de la producción ecológica COM (2021) 141. El documento responde al interés comunitario en concretar algunas de las ideas desarrolladas por el informe anterior de la Comisión: Comunicación de la comisión sobre la Estrategia “de la granja a la mesa” COM (2020) 381. Llegados a este punto, y antes de continuar, debemos empezar definiendo la contribución que se espera que haga la agricultura ecológica a la Política Agraria Común (PAC), y que justificaría el interés que se tiene en aumentar y subrayar su importancia. La aportación ecológica puede resumirse en los siguientes objetivos: A) La agricultura ecológica promueve el desarrollo sostenible y el eficiente uso de los recursos naturales (suelo y agua). B) Protege la biodiversidad genética. C) Mejora la salud de las personas. D) Asegura rentas justas para los agricultores.
Pero ¿de qué agricultura ecológica estamos hablando? Hay varias definiciones, aunque destacaré sólo las desarrolladas por la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Organica (IFOAM) , la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la UE, y la que propone la agricultura biodinámica. En las tres primeras no se observan diferencias sustanciales, mientras que la biodinámica introduce planteamientos propios derivados de la antroposofía. En estos últimos años, la agricultura ecológica ha aumentado mucho su presencia en los países europeos, gracias a la combinación de población con rentas más altas y preocupación medioambiental, agricultores profesionales, y políticas agrarias ecológicas y medioambientales promovidas desde las instituciones. Los agricultores están cada vez mas atraídos hacia una agricultura, la ecológica, que les proporciona ingresos más altos y una relación profunda y personal con sus tierras, cultivos, árboles y animales.
Ante la avalancha de la producción ecológica y su futuro prometedor en Europa, la Comisión trata de contestar a la pregunta ¿cómo sabemos que el alimento que compramos es ecológico? Por el logo orgánico de su etiqueta, que define sin duda la producción ecológica, y que el consumidor debe conocer. Este logo lo obtiene el agricultor después de pasar unas inspecciones que acreditan que el cultivo o producto ganadero se ha conseguido siguiendo la normativa reglamentaria de la UE. La producción ecológica está doblemente controlada: por la inspección general que cubre la sanidad de cada país y por la que atiende a la específica producción ecológica, que en el caso de España la realizan los Comités de Agricultura Ecológica de las Comunidades Autónomas. Ya este año, la Comisión tiene previsto promover la mejora de la trazabilidad del producto ecológico mediante el uso de tecnologías digitales.
Para alcanzar los objetivos del plan, el consumo de alimentos ecológicos debe aumentar, contando para su desarrollo, según la Comisión, con “un ambicioso presupuesto para impulsar el consumo de productos ecológicos”. Con ese fin, el sector público debe jugar un papel importante en la contratación institucional de servicios verdes (Green Public Procurement) que puede ser la llave para un consumo mayor. Las iniciativas de las instituciones serían diversas. Por un lado, en los hospitales, la introducción de alimentos ecológicos en los menús tendría un efecto positivo en la producción agraria y ganadera; así como mejora la salud de los consumidores (personal sanitario y enfermos). También el fomento de los comedores ecológicos tendrá una función educativa en los alumnos de centros docentes. Los ayuntamientos, el Comité de las Regiones y responsables de la contratación pública de alimentos sostenibles; pueden influir, mediante campañas publicitarias, en el consumo ciudadano, Para terminar, el sector privado con sus cadenas de supermercados y la restauración debe mostrar y potenciar alternativas ecológicas cada vez más numerosas y novedosas.
En el plano comercial se promoverán medidas que incrementen la transparencia del mercado con la ayuda y promoción de las cadenas alimentarias formadas por agricultores y consumidores, que tengan por fin evitar los efectos nocivos de la especulación y el acaparamiento. Hoy en día, un número pequeño de empresas comerciales domina la distribución mundial de alimentos, lo que conlleva prácticas comerciales injustas y profundiza la desconexión entre consumidores y agricultores. Cada vez se agranda más el desconocimiento de lo que comemos, de dónde viene, en qué condiciones técnicas y sociales se produce, qué efectos tienen el cultivo y la ganadería en el medio ambiente, y qué rentas reciben los agricultores. A estos los conocemos en casos extremos, cuando aparecen en las noticias, manifestándose. Sólo en la protesta dejan de ser anónimos por escasos minutos. Es necesario crear relaciones humanas entre la ciudad y el campo, potenciar la simbiosis entre ambos por un beneficio mutuo. En este caso concreto, la producción de alimentos ecológicos (campo) y el consumo local (ciudad) deben relacionarse estrechamente y obtener ventajas para ambos. Estas pueden agruparse en tres apartados A) Menor impacto medioambiental (transporte y almacenaje mínimo); B) La biodiversidad se verá reforzada si el consumidor conoce las condiciones de cultivo C) Comprar y consumir alimentos de cercanía refuerza y estimula las economías locales y ayuda a preservar el patrimonio rural.
Bien. La Comisión de la UE ya ha publicado su plan que empieza este mismo año. Pero la aplicación práctica del mismo recae en otras instituciones, algunas de ellas especialmente próximas a la ciudadanía: ministerios, ayuntamientos, comunidades autónomas. Bruselas está más lejos, y las propuestas deben planificarse, discutirse y realizarse aquí. ¿Para cuándo?
Ejercicio práctico: Para compensar este relato teórico pasemos al activismo responsable y gozoso: Saboreemos las hortalizas y frutas del tiempo y del terreno. Esperemos con ilusión la llegada de aquella fruta que está deliciosa y que nos recuerda momentos gratos de nuestra vida, en épocas pasadas. Unas semanas más y llegarán los melones. Emocionante ¿verdad? A mi me gustan el meló d'Alger y el meló blanc de Ontinyent que siempre van unidos a un menú que comienza con una buena paella.¿Por qué será?