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Votar a Barrabás

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Sucedió en Pascua, no en Navidad. Exactamente, el día en el que el emperador autorizaba a las autoridades a “realizar el acto de clemencia anual con cualquier criminal sin excepción”. Robert Graves relata, en Rey Jesús, cómo Pilatos convocó a los levitas y les preguntó: “¿Perdonaré a vuestro rey? ¿O preferís que indulte a Simón Barrabás, el jefe de una banda de fanáticos galileos que mató a uno de mis hombres...?”.

Hace apenas unos días se encontraba el cuerpo sin vida de la víctima 223. Cuatro personas siguen todavía desaparecidas. Si no te llamas María José Catalá o Carlos Mazón, el sufrimiento de estas personas no te será indiferente. Sentirás empatía. Esta emoción te llevará a percibir que, algo no funciona, entre tanto árbol, tanta luz y tanto fuego artificial para dar la bienvenida a unas Navidades en las que entre poco y nada tienen que celebrar las miles de familias que han quedado a la intemperie, sin casas donde refugiarse y sin recuerdos en los que cobijarse.

Cada día que pasa con Mazón aferrado a la presidencia de la Generalitat es un mazazo para la dignidad del pueblo valenciano y para sus instituciones. No tiene bastante con mentir cada día con las ayudas para generar más incertidumbre, que pone a un militar al frente de la reconstrucción como si las personas afectadas por la DANA fueran talibanes a los que combatir. 

A las adjudicaciones millonarias de contratos que se están repartiendo las empresas de siempre, añade la modificación de la ley del suelo que permite edificar a escasos metros de la costa. A la muerte de un trabajador en un colegio de Massanassa, le siguen los insultos a la comunidad educativa por negarse a poner en riesgo a los alumnos y alumnas de las zonas afectadas, a los que se les pretende obligar a volver a centros inseguros.

Ahora arde la campa de coches donde la Generalitat acumula cientos de vehículos afectados por la DANA, a pesar de que la Delegación del Gobierno lleva semanas pidiéndole que los retire. “¿Qué más tiene que suceder para que se actúe?”, reclama la alcaldesa de Catarroja ante la inacción, de nuevo, de un Carlos Mazón que cada día está más muerto políticamente. Su figura emerge entre las llamas de los coches como el Nerón que observa impasible la violencia del fuego que todo lo devora, poniendo en peligro a una población harta de tanta incompetencia y tantos bulos. 

Francamente, me desasosiega Carlos Mazón. No entiendo su comportamiento y asimilarlo al que tuvo Isabel Díaz Ayuso cuando firmó los protocolos que dejaron morir a 7.291 personas mayores sin asistencia médica, en las residencias de mayores, me parece simplista. ¿En qué piensa? ¿De qué habla con su círculo más próximo? ¿Puede comer y dormir con normalidad o un nudo le cierra el estómago y sufre insomnio? ¿Se ahoga al respirar, siente que el pecho se le hunde?

A veces creo que está convencido de que podrá lanzar lo ocurrido por los agujeros de la memoria para incinerar nuestros recuerdos. Entonces me asombra pensar que Mazón podría conocer la obra de George Orwell, no como Feijóo que soltó aquello de que “podemos situar el nacimiento de la posverdad en aquella distopía escrita por Orwell allá por el año 84”. La catastrófica gestión de la DANA nos ha mostrado a un político ilustrado en la manipulación, empeñado en montar su propio Ministerio de la Verdad y su neolengua. Gracias al dinero público, le sobran los O’Brien dispuestos a colaborar en esta tarea de reescribir los hechos para someter a los Winston y las Julias rebeldes. Por más empeño que pongan, ni los unos ni las otras se van a vaporizar. Las críticas no desaparecerán y la gente seguirá pidiendo la dimisión de Mazón, pase el tiempo que pase.

Con tato dinero público invertido en influir sobre la opinión pública, no es de extrañar que algunos sondeos apunten que, si se celebraran ahora unas elecciones autonómicas, el bloque de la derecha podría mantener el gobierno. No por el PP, que repetiría el mítico “qué hostia, qué hostia” de Barberá en 2015, sino porque Vox recogería el enfado para convertirse en el paracaídas de un PP en caída libre. Un resultado sorprendente al tratarse del partido que niega el cambio climático e impuso el cierre de la Unidad Valenciana de Emergencias.

El mismo que cuando salió del Gobierno autonómico liquidó los observatorios forestales contra incendios y que en el Congreso de los Diputados ha votado en contra de que las víctimas de la DANA reciban ayudas. Son los claros triunfadores del “todos los políticos son iguales” que tanto gusta a los que se disfrazan de equidistantes para disimular, pero también de la antipolítica convertida en eslogan con “solo el pueblo salva al pueblo”. Vox despotrica contra el Estado como si los bomberos, el ejército, los sanitarios, los servicios de limpieza, los trabajadores públicos o la policía no fueran parte del Estado.

Según Graves, el plan de Nicodemon consistía en dirigirse a Pilatos para elogiar a Jesús y referirse a él como “la única persona que puede resolver los principales problemas que se plantean a los romanos en la gobernación… asegurando la paz y aumentando vastamente las rentas imperiales”. El piadoso fariseo estaba lleno de ánimo por lo convincente de sus argumentos. Fracasó. Caifás se impuso, Pilatos se lavó las manos y Jesucristo fue crucificado. Los levitas prefirieron a Barrabás, a sabiendas de que esa misma mañana había cometido un asesinato. Los mismos que entonces le salvaron, ahora le votarían sin dudarlo. Ya me lo dijo Maite la de Piles en X. La diferencia es que ya sabemos cómo acaba la historia y esta vez no vamos a permitir que los ultras suplanten la voluntad del pueblo. Algo que sí ha sucedido en la Federación de Fútbol donde, para sorpresa de nadie, se ha elegido presidente a Rafael Louzán, pese a la sentencia por prevaricación que debe resolver aún el Supremo.