X, fake news e instituciones públicas
Hace unos días el Ayuntamiento de Barcelona sorprendía a las personas usuarias de su perfil de X (el antiguo y añorado Twitter, viendo en qué está desembocando) con su anuncio oficial de que iban a abandonar la actividad en esa red social porque “Los barceloneses y las barcelonesas, y todo el mundo que nos visita, tienen derecho a recibir una información veraz y honesta que hoy, la red social X, no garantiza”.
Una decisión que al igual que otras cuentas relevantes de esta red social a nivel internacional como ‘Le Monde’, ‘The Guardian’ o ‘Greenpeace’, o celebridades como ‘Elton John’ o ‘Guillermo del Toro’ no dejó indiferente a las personas que leyeron esta noticia.
Entendiendo los motivos, porque los hay más que de sobra, que han llevado a numerosas empresas, organizaciones y personas a realizar este movimiento, mudándose a BlueSky, Threads o, directamente, prescindiendo de esta red social sin abrir una alternativa, me cuesta poder entender, o mejor dicho, aceptar, que las instituciones públicas como el Ayuntamiento de Barcelona, el Ministerio de defensa alemán o cargos públicos relevantes como Yolanda Díaz o Ernest Urtasun hayan seguido este mismo camino.
Porque sí, X es una red social (como cualquier otra en la actualidad, tampoco nos engañemos) en la que el algoritmo es cada vez más tendencioso y los contenidos que aparecen en la sección ‘Para ti’, suelen tener un componente ideológico afín, por decirlo de manera sutil, al de su propietario Elon Musk (recién nombrado miembro del segundo gobierno de Donald Trum). Y es que, no conozco a ninguna persona usuaria de esta red social (que no siga a Musk) que haya día que no vea ningún tuit del magnate en su timeline.
Y es que las palabras de la vicepresidenta del Gobierno de España en el post que anunciaba su decisión de abandonar X: “Defender la democracia es dejar de utilizar herramientas que la debilitan.”, me parecen un error (sin entrar a valorar si es un movimiento puramente estético) que una institución o un cargo público no debería cometer, al menos antes de haber agotado todas sus posibilidades para, efectivamente, defender nuestra democracia.
¿Huida, lucha por la información o aplicaciones por ideología?
Tengo la firme creencia que la justicia debería de perseguir y multar a todos los perfiles que a través de las diferentes redes sociales, no sólo X, se dedican a lanzar estos bulos que dañan a nuestra sociedad y a nuestro sistema democrático. Sé que es una tarea complicada, en ocasiones casi una misión imposible, pero considero que es un esfuerzo que se debe de realizar.
Otra de las obligaciones, que desde mi punto de vista, deberían de tener las instituciones públicas, es la de combatir la desinformación con información, como fue el caso del Gobierno de España con la creación del perfil, precisamente en X, de InfoDana, que se dedicaba a lanzar información veraz del Gobierno sobre sus actuaciones sobre todo lo relacionado con la DANA y a desmentir algunos de los bulos que se viralizaron a través de las redes sociales.
Y es que solo estando en los canales donde se difunde la desinformación y ofreciendo información veraz a la ciudadanía, además de una labor pedagógica descomunal que todas las personas que defendemos la democracia hemos de realizar, hay alguna posibilidad para combatir esta lacra que nos castiga y nos perjudica tanto como sociedad.
Porque visto lo visto, ¿vamos camino de que las instituciones estén en determinadas redes sociales según el partido, o mejor dicho la ideología, que la gobierne? Espero que no sea el caso y que el servicio de atención, escucha e información ciudadana sea común y firme en todas las plataformas sin importar la ideología de su CEO, ya que las características que deben de tener en cuenta las instituciones para elegir dónde estar y no estar para comunicar en las redes son aquellas relacionadas a las personas usuarias que las habitan.
El ejemplo
Considero que nadie podrá negar que una persona que ostenta un cargo público debe de dar ejemplo en todo aquello que puede tener un impacto directo en la ciudadanía (que probablemente sea todo lo relacionado con su vida, también personal). Y en el caso de las fake news y la desinformación, cualquier político o política debe de ser ejemplo de lo que hay que hacer, y lo que no hay que hacer, para poder llevar a cabo su desempeño en lo público.
Porque por muy acostumbrados que estemos que en esta época parezca que todo vale para conseguir los objetivos electorales, no deja de ser una deficiencia de nuestro sistema poder normalizar y naturalizar que eso sea así.
La responsabilidad de ser ejemplos democráticos, de aquellos que creen y dicen defender la democracia (tampoco vayamos a pedirle peras al olmo a los que no están en estas) tiene que ser un rasgo definitorio de la manera de hacer y comunicar en el día a día.
Porque ya basta de banalizar este tipo de actuaciones y utilizar estas palabras, tan peligrosas para todos y todas, como muletillas o como simples herramientas para justificar una mala actuación (siempre de los otros partidos, obviamente).
Responsabilidad, compromiso y hechos, porque como dijo Benjamin Franklin “”Nadie predica mejor que la hormiga, y no habla“.
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