Xàbia en la Marina Alta es un ejemplo evidente de fracaso turístico. De lo que pudo ser y nunca será. Durante el franquismo se cometieron atropellos insalvables contra el ecosistema y el paisaje. Perdió la oportunidad de ser y mantenerse como reducto de tipismo único bendecido por su aislamiento en el finisterre que culmina en la bahía xabiense, abrigada por los caps de Sant Antoni, el de Sant Martí(Cap Prim), Cap Negre y Cap de la Nau. Como resultado benefactor de las avenidas del riu Gorgos en su doble aportación de gravas fluviales y finos sedimentos que conformaron la playa del Arenal. Apenas trescientos metros que concentran la demanda turística del tradicional sol y playa. Destrozar el ramal del riu Gorgos que desagua en la Fontana y saturarlo de embarcaciones, de las que no llegan a navegar, en un mismo día, más de del 10%, ya fue delito perpetrado por los ayuntamientos de diferente signo con la aquiescencia del Estado, de la Confederación hidrográfica y competencias cedidas a la dirección general de Costas de la Conselleria de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana. La construcción del puerto actual a base del aporte pétreo del monte a sus espaldas que se convirtió en cantera descarnada que muestra para siempre la huella del crimen geológico de una insensatez a base de barrenos. Ha culminado con la invasión de la playa de grava llamada del Pope o de las Pulgas junto al paraje del Tangó, que ha pasado a la historia sepultada bajo la acción inmisericorde de un chiringuito hostelero y el reparto masivo de losas de piedra, avalado y consentido por las administraciones afectadas.
Gótico flamígero
Si reapareciera Domingo de Urteaga, el maestro navarro que inició en 1517 la construcción de la iglesia-baluarte de sant Bertomeu, gótica tardía, en la cúspide de la población habitada, sufriría un shock en la puerta lateral del templo-fortaleza, dedicada a sant Gil, recayente a la batlia municipal, donde se perpetran y consienten todo tipo de agresiones , muchas de ellas irrecuperables. En un enclave privilegiado que tendría que ser declarado patrimonio intocable de Europa cuando España y los españoles la han abandonado. Los lugareños han comenzado a entender que de nada sirve exprimir los rendimientos dinerarios del pueblo para cederlos a los intereses rapaces de madrileños, vascos, ingleses, franceses, alemanes, belgas y últimamente rusos y holandeses, si no se preserva la riqueza monumental y paisajística del lugar más peculiar, en tipismo turístico, del litoral mediterráneo valenciano, abrazado por las estribaciones de las sierras de Bernia y Aitana.
Desde veranos atrás, en la temporada alta de la voracidad depredadora de los visitantes, las calas del Portitxol y la Granadella quedan vedadas a quienes las salvaguardaron y conservaron para las generaciones venideras dentro de un orden no escrito y hoy traicionado. En su entorno se han cometido todo tipo de aberraciones ocupacionales y constructivas, a veces perpetradas por sus arquitectos municipales con la aquiescencia de ediles y alcaldes, que cada cual tiene en su conciencia una parte sustancial de las barrabasadas cometidas.
Iglesia astillero
Tres monstruosas torres de apartamentos jalonan el litoral javiense que apunta a tierras ignotas de Oriente por donde llegaban antaño los corsarios. Una iglesia dedicada a la marinera virgen del Loreto, cuya mole de hormigón luciría espléndida de estar construida en un emplazamiento elevado que permitiera observar y conocer sus formas y la factura, equiparable a las catedrales modernas de Brasilia y Liverpool, que fue proyectada por el estudio GODB ( el ingeniero García Ordóñez y el arquitecto Dexeus Beaty), que responde a las iniciales de dos profesionales próximos al Opus Dei. Hicieron bien su trabajo de no haber sido inexplicablemente embutido en pleno barrio pesquero cuyas paredes dificultan su contemplación. Un ministro de Hacienda, Mariano Navarro Rubio de la dictadura franquista “consiguió” del erario público los fondos necesarios para construir el templo actual que sepultó la primitiva iglesia sencilla de Aduanas del Mar para reemplazarla por la espléndida nave actual varada entre arquitrabes y jambas de cemento que apenas se vislumbran sobre casas y tejados. El precio alcanzado por el favor-agradecimiento en forma de iglesia moderna quedó estipulado en los terrenos para que el señor ministro se construyera su casa y entorno que privatizó una zona de incuestionable valor arqueológico y paisajístico situada junto al hotel-Parador, que inauguró el general Franco, con su ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, de la facción falangista del Régimen.
Ser o perder
¿Somos y quizás seremos? Se pueden reproducir las experiencias y las percepciones de los que han visto nacer en su autenticidad el reducto turístico- pesquero de Xàbia, al tiempo que presienten el desastre, apenas recuperable, cuando hacen arqueo de lo que obtienen y de lo que se ha perdido sin remedio. Mal negocio hacen los naturales del lugar y los que se sienten vinculados a la Xàbia idílica que nunca volverá. La que perece año tras año sumergida y sepultada por el tráfico de intereses que se intercambia entre los controladores de suelo y los depredadores. Para los que únicamente prevalecen la ley del más fuerte, la extorsión de las trampas legales, los subterfugios, los cohechos y el precio que acaban estipulando los traidores en la complicidad y el consentimiento para atentar contra el medio ambiente, las leyes de la naturaleza y el sentido común que debería de prevalecer para alcanzar el aprovechamiento integral y las opciones intocables de futuro. Del porvenir que inevitablemente ha de llegar para el que sólo cabe esperar que en su día no esté todo perdido.
Impotencia
La Xàbia actual ya ha conocido la impotencia del alcalde saliente y figura provincial del socialismo provinciano alicantino, José Chulvi, cuando reconoció, en un episodio sórdido de vertidos (verano 2023), su incapacidad para impedir el deterioro municipal que cuestiona el futuro potencial de este enclave como destino turístico privilegiado en el futuro. La actual alcaldesa del Partido Popular, Rosa Cardona, más sensible si cabe a las presiones inmobiliarias y de otros negocios ha pedido por escrito a los visitantes y turistas que al menos preserven instalaciones, servicios e infraestructuras con el fin de que dejen el municipio como se lo encontraron. Dos brindis al sol de las máximas autoridades del municipio, una saliente y otra entrante, ante la avalancha de problemas, recursos limitados e incapacidad de gestión en un pueblo con 30.000 empadronados, de los cuales aproximadamente la mitad no son españoles. El cincuenta por ciento de extranjeros se reparten entre la mitad de ciudadanos británicos y el resto de otras nacionalidades (residentes afincados y mano de obra inmigrante).
Sin plan b
Los grandes problemas del municipio de Xàbia son las infraestructuras, los servicios y la gestión para una administración local que pasa y se transforma de 30.000 electores empadronados a 200.000 almas advenedizas desaforadas y desarraigadas. Lo ocupan y disfrutan en la temporada alta con dos picos: Semana Santa- Pascua y la época estival de 15 de julio al 15 de septiembre. Este fenómeno temporal afecta a servicios fundamentales: sanidad, basuras, eliminación de residuos, vertidos, alcantarillado, suministro de agua potable –cualquier fallo en la planta desalinizadora carece de alternativa total ni parcial–, control urbanístico -plan de ordenación urbana–, inspección de obras ilegales, policía local insuficiente para garantizar la supervisión y sanción de actividades incívicas y molestas de acuerdo con las ordenanzas, presión de instalaciones autorizadas que basan su éxito en la contaminación acústica que amenaza el descanso de los residentes. Xàbia tiene las mismas vías de circulación (carreteras, avenidas, accesos) o menos de los que tenía hace 30 años cuando el parque de vehículos, incluso en temporada baja, se ha multiplicado por tres y hasta por diez. La solución no consiste en incrementar las rotondas sin límite y los bádenes disuasorios para evitar los excesos de velocidad, sino en estudiar, proyectar y realizar vías de circulación que agilicen el tráfico y el riesgo de accidentes. Al menos, teniendo al día la señalización y perfectamente visibles las rayas y las marcas viales que eviten infracciones y accidentes.
Capacidad técnica y moral
Los municipios con las cargas y los condicionamientos que tiene Xàbia no pueden ser gestionados por concejales y ediles que , en muchos casos, carecen de la formación y de la experiencia que requieren, agravados por oscilaciones sustanciales de la población flotante a lo largo de las temporadas altas en las que también se experimentan oscilaciones. ¿Ha previsto el consistorio el control y las consecuencias del aumento exponencial de las instalaciones hoteleras que se van a autorizar próximamente? ¿Cómo se regulan e inspeccionan los alojamientos turísticos en calidad y capacidad, cuyo descontrol está entre las primeras causas del caos turístico de Xàbia? ¿Quién es el responsable de la vigilancia de los amarres de embarcaciones en el Puerto (accesos y aparcamiento) y en la zona inundable de la Fontana, que cuando se produzca una riada provocará la el embarrancamiento de los barcos a la playa del Arenal como ya ha ocurrido? ¿A quién corresponde vigilar tanto los vertidos irregulares, tal como ocurrió en el verano de 2023, y del ordenamiento de amarres en las naves que fondean y el riesgo de contaminación y accidentes, con grave peligro para los bañistas? ¿Quién supervisa que los patrones que pilotan barcos tengan acreditada su facultad, con los conocimientos que son exigibles para el tipo de nave y del uso que se le da? Seguir la táctica de la avestruz, metiendo la cabeza bajo tierra , ignorando la realidad actual y la problemática previsible, es condenar a un pueblo, a un territorio y a los ciudadanos a la ruina. Incluidos los turistas.