“Me gusataría encontrar un trabajo de albañil o de peón de obra para poder vivir en una casa, dormir en la calle es muy duro”
Este es uno de los deseos que Dumitru Gheorghiu, de 45 años, le pediría al nuevo año que está a punto de inciarse. Y no es para menos. Su rostro refleja los tres años que lleva viviendo en una situación extrema en las calles de Valencia.
Dumitru decidió abandonar Bucarest (Rumanía) en el año 2008. Allí malvivía en una fábraca abandonada con otras familias, pero era lo único a lo que podía aspirar pese a trabajar de peón en el sector de la construcción: “Elegí España por el clima y fui a Alicante porque era donde vivía mi hermana”.
Allí pasó sus primeros años junto a ella y su cuñado, trabajando de ayudante de cocina en el restaurante que tenían. Sin embargo, con la crisis se vieron obligados a cerrar el negocio. Su hermana se fue a vivir a Francia con su marido y él, tras pasar un par de años en un pueblo del interior, terminó probando suerte en la capital del Turia.
“Me gano la vida aparcando coches y duermo en una placita del barrio del Carmen con otras dos o tres personas”, explica.
Pese su situación extrema, lo lleva con bastante entereza: “No tengo miedo ni paso frío porque nos dan mantas y sacos de dormir, pero claro que preferiría vivir en una casa, es muy duro tener que vivir en la calle viendo la cantidad de pisos vacíos que hay”.
“Mi madre me echó de casa y llevo un año en la calle”
Sergio Martínez tiene 21 años y representa un perfil que rompe con el clásico estereotipo del sintecho. A los 14 años sus padres renunciaron a hacerse cargo de él e ingresó en un residencia de menores: “A los 17 años salí y volví al hogar familiar, pero mi madre me puso una denuncia falsa el día de mi 18 cumpleaños y vino la Guardia Civil a echarme de casa”.
Desde entonces ha pasado por varios albergues y programas de inserción de diferentes entidades que le han dado una formación más que cualificada que se adivina solo escuchándole hablar y expresarse.
Sin embargo, tras agotar los plazos estipulados en los diferentes recursos o no cumplir con las exigencias de estos servicios, se vio obligado a vivir en la calle, en cajeros automáticos o en patios de edificios desde hace casi un año: “No me gusta vivir al raso porque no se duerme bien, la policía a veces me despierta para sacarme del cajero y me tengo que buscar otro sitio a las tantas”.
Sergio también se gana la vida como gorrilla y también pidiendo. Reconoce que ya no le da vergüenza porque lleva haciéndolo “desde los 12 ó 13 años”.
Sin embargo, sus horas como sintecho podrían estar contadas, al menos una temporada: “Acabo de terminar un curso de agente de higiene de Médicos del Mundo y ahora voy a hacer unas prácticas remuneradas que me van a permitir al menos alquilar una habitación durante un mes”.
Lo considera un primer paso, la conquista de un pequeño objetivo para acabar logrando su sueño, trabajar como “integrador social” y llegar a tener su propia casa. Hasta entonces, se conformaría con cualquier otro trabajo que le permitiera no volver a verse en la calle.
La crisis duplica el número de sintecho
Dumitru y Sergio son solamente dos ejemplos de las 805 personas sin hogar que ha atendido RAIS Fundación en la ciudad de Valencia en lo que llevamos de año.
Esta entidad cuenta con un centro de baja exigencia en el que se les presta diversos servicios, tales como lavandería, duchas, desayuno o asesoramiento de cualquier tipo.
Desde RAIS han alertado del gran aumento de sintecho registrados en los últimos años como consecuencia de la crisis.
Así, de las 349 personas atendidas en 2012 se ha pasado a las actuales 805, a falta de un mes para cerrar el año. En total, han prestado 18.988 servicios de desayuno, ducha y lavandaría, un 65% más que el año pasado.
En cuanto a su perfil, el 62% de ellos son inmigrantes, la mayoría (un 26%) tienen entre 35 y 45 años y el 90% son hombres. Entre los extranjeros, la mayoría son rumanos (un 26%) y marroquís (un 17%) y solo un 28% están en situación irregular.
Además, un 26% presenta adicción al acohol y un 23% a otras sustancias, lo que desmiente la creencia de que la mayoría padecen este tipo de patología, y un 12% padecen una enfermedad mental diagnosticada.
Primer voluntariado express en Valencia
Desde RAIS Fundación han programado varias acciones con motivo del Día de las Personas sin Hogar.
La más novedosa fue el denominado voluntariado express que tuvo lugar este pasado viernes por la noche y que consistió en la convocatoria vía redes sociales y sin previo aviso de todos los voluntarios para hacer una ruta solidaria por la ciudad en la que entregaron mantas y bocadillos (en colaboración con la asociación Bokatas) a las personas sin hogar.
Fuentes de RAIS han explicado que “hay muchas personas que, aunque no pueden ofrecer su ayuda de forma continuada, sí que tienen intención de hacer algo a nivel social”.
Así, el voluntariado express intenta cubrir esa necesidad: “Se ofrece la posibilidad de que las personas puedan hacer un voluntariado de unas horas en un único día y que vivan una experiencia muy enriquecedora”.
Por otra parte, la entidad tiene una exposición fotográfica en la estación Joaquín Sorolla que permanecerá abierta hasta este domingo.
Además, este sábado habrá una concentración a las 10.30 horas en la plaza de la Reina, desde donde se partirá al ritmo de una batucada a La Nau, en la calle Universitat.