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No deja de tener su guasa que el Consell de Mazón, que tardó una eternidad en lanzar un SOS a la Unidad Militar de Emergencias (UME) el fatídico 29 de octubre y fue solicitando efectivos militares a cuentagotas los días posteriores, vaya a tener ahora como vicepresidente a un teniente general del Ejército de Tierra. El uniformado en la reserva Francisco José Gan Pampols ha ocupado responsabilidades en las misiones en Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Afganistán y tiene un currículum tan excelso que difícilmente habría llegado a director general de haber intentado acceder a este “gobierno de los mejores” por la vía civil.
Que el nuevo vicepresidente haya dado el sí quiero al radiactivo Mazón habla muy bien del sentido del deber y del compromiso con las tierras valencianas de este catalán de Figueres, afincado en Zaragoza y que estuvo unos años destinado en el Cuartel General de Bétera. Pero lamento informarle, mi general, de que el Molt Honorable apestado no lo ha elegido a usted para que se encargue de trazar y ejecutar los planes de reconstrucción de las comarcas devastadas por la DANA por su valía.
Operación cosmética
El acorralado Mazón ha ejecutado una estrategia sorpresa de doble recorrido. Por un lado, se trata de una operación cosmética con la que el jefe del Consell quiere camuflarse detrás de la buena imagen y reputación de las Fuerzas Armadas. Al contrario que otras instituciones (como la Monarquía) el Ejército ha ido ganando crédito a golpe de misiones de paz en el extranjero, por su actuación durante la pandemia o por su despliegue ahora mismo en los municipios destrozados por el agua. Un sondeo de NC Report revelaba que el 80% de los españoles tiene una buena o muy buena opinión de los militares. Las columnas de vehículos entrando en l’Horta Sud son la antítesis de los tanques que otro militar, Jaime Milans dels Bosch, ordenó salir de paseo por València la noche de aquel 23F de 1981.
Que nadie en el PP se refuerce
Pero hay un segundo motivo por el que Mazón lo ha llamado a usted, mi general. Y es mi deber hacérselo saber. El president ha dado un autogolpe para perpetuarse en el Palau de la Generalitat. Hay autogolpes electorales a lo Nicolás Maduro o, en una versión más pirotécnica, el que dio en julio de 2016 el nicaragüense Daniel Ortega para apalancarse en el poder y borrar a la oposición. Luego está el autogolpe militar puro y duro, como el que ejecutó el corrupto Alberto Fujimori en Perú en abril de 1992.
Y a la lista de autogolpes hay que apuntar el que acaba de perpetrar Carlos Mazón. Un autogolpe en el seno del Partido Popular que ha dejado boquiabierto al mismísimo Feijóo. Un autogolpe que le viene de perlas para cumplir con su compromiso chistoso de dimitir en diferido si fracasa en el objetivo de la reconstrucción. En su alocución castrista (por la duración) durante su comparecencia del pasado viernes en las Corts prometió que no repetiría si fallaba en la reconstrucción. No concretó qué medidores de éxito iba a aplicar. Da lo mismo. Lo que se garantiza con este nombramiento es que pase lo que pase, el militar Francisco José Gan Pampols no le disputará la candidatura a ser cartel electoral en 2027. Aunque se consume la gestión más efectiva para rehacernos de los efectos de la DANA (ojalá así sea), ese capital político no irá al haber de nadie del partido. Ningún dirigente popular, aspirante a líder o lideresa, ni cargo ni carguillo de medio pelo engordará políticamente si se acierta en las políticas de reconstrucción.
El tiempo corre a favor de Mazón
Mejor aun, si eso sucede, ahí estará Mazón para vampirizar todo ese capital. Ya pueden darse prisa Feijóo o el comando González Pons en maquinar para apartar de la silla al presidente de la Generalitat (con o sin el concurso de la oposición valenciana) porque el moribundo está convencido de que el cronómetro corre a su favor.
Gan Pampols puede convertirse en el referente de este Consell si encarrila bien una misión dificultosa como pocas. Aunque, todo sea dicho, tampoco parece muy complicado destacar en un ejecutivo de apestados (la propia consellera Salomé Pradas) y con un presidente señalado que, muy probablemente, pisará los tribunales. En la alineación dominada por el zaplanismo (Mazón, Susana Camarero, Miguel Barrachina o José Antonio Rovira), ha entrado Marian Cano en Industria. Quienes la conocen dicen que está sobradamente preparada. Pero si ha sido designada es por pertenecer a la saga de los Cano, que lidera el alcalde de la Nucia, Bernabé Cano. Que fue zaplanista (por la vía Diego Such), luego campsista y de nuevo zaplanista, bendecido por Mazón. La Nucia entiende poco de reconstrucción pero es epicentro de la corrupción ligada a la construcción. Disculpen que recomiende Los tentáculos del truhan, pero en ese libro se explica con mil detalles los lazos entre Gürtel y el caso Azud, con los promotores estrella de las mordidas de protagonistas en la zona junto con políticos como el alcalde Berna Cano, el ex conceller Such o Eduardo Zaplana.
Un militar entre minas
Y en este panorama sembrado de minas populares y otras que derivarán de los conflictos con el Gobierno central, llega el teniente general. Un hombre que, me cuenta alguien que lo conoce bien, es, además de entusiasta de Joaquín Sabina y admirador de Alejandro Magno, un consumado montañero. Entre sus hitos está haber coronado los tres polos extremos: el Norte, el Sur y el Everest. Un alto mando que ha dirigido la Academia Militar de Zaragoza, donde recibió formación castrense Felipe VI y, luego, la princesa Leonor. Un hombre que ha llevado la batuta del CIFAS, el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas. Perdone que insista, mi general, pero mucha inteligencia militar necesitará para llevar a rebufo al zombi Carlos Mazón.