Los continuos ataques del Partido Popular a la política lingüística del Consell, presentando mociones en los ayuntamientos en contra del decreto de plurilingüismo del conseller Vicent Marzà y en defensa de la “libertad educativa”, ha provocado sorprendentes reacciones en las comarcas castellanohablantes, la última de ellas en la localidad de Soneja, en el Alto Palancia.
Esta defensa apasionada -que cada vez podemos ver en más pueblos y ciudades en los que no es habitual escuchar a la gente hablando valenciano por sus calles- le sirvió al alcalde de este pequeño municipio castellonense, el socialista Benjamín Escriche, para criticar la actitud de los populares, a quienes aseguró que les “sobra” el valenciano y les acusó de “agredir a la lengua cuando no intentar exterminarla”.
Escriche, quien pese a su condición de castellanohablante realizó la parte final de su intervención en valenciano, defendió durante más de diez minutos la postura de su partido y recordó que la lengua “forma parte de nuestra realidad, de nuestra cultura, de nuestras señas de identidad como pueblo”. “En Soneja hablamos un castellano de matriz aragonesa pero lleno de valencianismos [...]: Entramos los camales del pantalón, no las perneras; cuando un niño se cae al suelo, se hace un boño; comemos mangranas y albercoques, no granadas y albaricoques; trabajamos la sueca de los árboles, sueca de soca, no de tronco; tenemos alborsos no madroños; en el río se cría baladre, no adelfas... así podríamos seguir hasta el infinito”, apuntó el alcalde.
Pero éste es sólo el último caso que hemos conocido. Hace apenas unos meses vimos situaciones parecidas en localidades como Requena (en la comarca de la Plana de Utiel-Requena), donde desde Esquerra Unida y Requena Participa respondieron al exalcalde Javier Berasaluce (PP) -quien en un pleno de la Diputación de Valencia ya dijo que prefería estudiar inglés a valenciano porque es más “práctico”. Así, acusaron a los populares de menospreciar el valenciano, un idioma para el que reclamaron “respeto” como lengua oficial que es, al tiempo que puntualizaban que nadie obliga a nadie a hablar en valenciano. También llamaron la atención acerca de la anomalía de que exista la peculiaridad de la exención en una asignatura (valenciano) y no en el resto.
Algo parecido sucedió el pasado verano en la localidad alicantina de Elda (El Vinalopó Medio), donde gobierna el socialista Rubén Alfaro -presidente de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias- en coalición con Compromís. Las fuerzas progresistas replicaron a los populares e hicieron una defensa del valenciano, “un eje vertebrador que une alrededor de once millones de personas”.
El pasado mes de julio, el edil de Esquerra Unida en Orihuela (la Vega Baja) Karlos Bernabé también protagonizó una contundente defensa de la lengua durante un pleno municipal. Bernabé hizo uso del valenciano en su discurso, “no sé si es la primera vez que esto sucede en este pleno”, algo nada habitual en esta ciudad alicantina y castellanohablante, para reivindicar la lengua. Con el valenciano “puedo disfrutar de Ovidi Montllor, puedo emocionarme con Raimon y puedo leer a Joan Fuster, que también son míos [...] y no quiero que me roben la lengua de Vicent Andrés Estellés, que es también mi poeta”.
Además, recordaba: “En nuestra comarca el valenciano, o el viejo catalán, durante mucho tiempo fue lengua vehicular [...]. Por azares históricos, esa lengua aquí se perdió, y ahora somos castellanohablantes, y va a seguir siendo así”. Bernabé añadió: “En nuestra huerta, la gente no se resbala, la gente se esvara, y eso viene del catalán, los tejados son terraos, del terrat catalán y la gente no come judías, como bajocas... porque es una herencia histórica”.
Que cunda el ejemplo
Desde un colectivo como Escola Valenciana, su presidente, Vicent Moreno defendía la utilización del valenciano para tender puentes y emplazaba a alcaldes y concejales de las comarcas castellanohablantes de la Comunitat Valenciana a que realicen manifestaciones come ésta, que sigan el ejemplo de lo sucedido en estas localidades. Moreno también criticó la utilización política que de la lengua realizan determinados partidos políticos: “Los ciudadanos tienen derecho a aprender el valenciano, pero desgraciadamente existe un artículo en la Llei d'Ús i Ensenyament que permite que haya ciudadanos que han perdido ese derecho”.