Relocalizar, recuperar y reforzar: las tres “R” para la reconstrucción
Estamos atravesando los momentos más duros de nuestra historia reciente. Al principio, muchas personas pensaron que esto era un paréntesis, que esto “pasaría” y que todo volvería a la normalidad en unos meses. Pero el coronavirus está torpedeando los negros cimientos sobre los que se levanta el capitalismo desregulado contemporáneo.
Para los poderes establecidos, existe una oposición, ahora más que nunca manifiesta, entre economía y vida. Se han puesto en duda los confinamientos masivos y el parón productivo porque para muchos poderes económicos era prioritario salvar la economía a salvar vidas. No existe tal dicotomía, sin vidas no hay producción ni consumo. Si enfermas tampoco. La economía debe estar al servicio de la vida y no al revés, no hay alternativa.
Gracias a los confinamientos masivos, los contagios empiezan a controlarse. Estamos salvando muchas vidas, 16 000 según el estudio del Imperial College. Pero la pérdida de puestos de trabajo, y las dificultades de los autonomos y empresas que se mantienen en pie es ya una realidad. Nuestra responsabilidad es generar certezas y un nuevo rumbo que sea capaz de levantar nuestro país de la destrucción económica.
La vida no volverá a ser igual. Vamos a tener que sostener los esfuerzos colectivos y sobretodo repensar y actuar en torno a una premisa, convirtiéndola en principio estratégico glocal: la economía debe ponerse al servicio de la vida.
Cabe recordar que en España, en 2019, el sector turístico se erigió como el primer sector en producción de valor del PIB. Un 15% del PIB según el INE, frente al 14% de la construcción. Cerca de 180 000 millones de euros y casi 3 millones de empleos directos e indirectos. Es evidente que este sector es el que más va a sufrir durante los tiempos que están por venir. Con cierre de fronteras y miedo generalizado se va a reducir inmensamente la movilidad turística.
Del mismo modo, hemos observado durante estas semanas como aquellos sectores productivos deslocalizados eran imprescindibles para la fabricación del material necesario para combatir al virus. Hemos dependido de los pedidos y fabricaciones externas, sobretodo chinas, para abastecer el mercado interno. Esta situación de dependencia no se puede mantener.
Las lecciones económicas de la crisis están claras para todo el mundo. El mercado globalizado, los recortes y las privatizaciones han fallado. Ahora toca ofrecer y debatir sobre el modelo de salida de esta crisis. Y ahí vamos a tener que trabajar alrededor de las tres “R”: Relocalizar, recuperar y reforzar. Los tres ejes para la reconstrucción.
- RELOCALIZAR. Esto guarda relación con una industrialización inteligente y una vuelta a la producción propia impulsada por una inversión masiva desde el Estado. Relocalizar producción y empresas industriales para generar nuevos empleos y poder tener un abastecimiento de productos propios. El contexto mundial tiende a la desglobalización y tenemos que prepararnos y anticiparnos para tener una economía dinámica propia, capaz de abastecernos y de generar una independencia.
- RECUPERAR SECTORES ESTRATÉGICOS. Muchos sectores como el transporte y muchas empresas van a caer irremediablemente durante esta crisis. Esto es una oportunidad para generar un nuevo sector público ampliado mediante la desprivatización y nacionalización de sectores estratégicos (transporte, energía, telecomunicaciones) Se ha demostrado que las privatizaciones no sirven para capear las dificultades económicas ni para generar un crecimiento sostenido en el tiempo. Es el momento de generar un modelo moderno del siglo XXI capaz de conjugar los beneficios económicos con la vida.
- REFORZAR EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS. Ellas son las que gestionan el estado del bienestar. Sanidad y educación dependen de los gobiernos autonómicos. Es el momento de avanzar generando una profundización del federalismo y dotando de más recursos y más herramientas legales a las autonomías para poder ampliar y consolidar el sector público que ya exige la ciudadanía.
Estos tres ejes concuerdan con un cambio de tendencia en la ciudadanía. Cada vez hay más sensación de comunidad compartida y de que los esfuerzos de la crisis deben ser colectivos, todos debemos arrimar el hombro. Según unos cálculos del economista Niño Becerra, el fraude fiscal le habría costado a España entre 1,5 y 2,2 billones de euros en el periodo 2000-2019. Es un dato que no podemos olvidar. Necesitamos un rediseño completo de nuestro sistema fiscal y exigir muchísimo más a las clases privilegiadas para levantar la economía.
Del mismo modo, hay que repensar las alianzas globales para mutualizar la deuda y generar un nuevo sistema de lucha conjunta contra aquellos que hacen negocios de las desgracias que nos ocurren. Con estos dos elementos, tendremos además herramientas para desplegar con garantías un plan estatal de reconstrucción ambicioso que responda a las necesidades de la ciudadanía.
Es la hora de socializar las ganancias. El debate se abre paso y necesitamos trazar desde ya un rumbo claro para levantar nuestros pueblos tras la mayor crisis de nuestra historia reciente.
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