“Tenemos que fomentar que se hable de lo nuestro y en valenciano”. “Y si no lo hace la Generalitat, que creo que sí lo hará, lo haremos nosotros”. Ese era Alfonso Rus, presidente de la Diputación de Valencia, en diciembre de 2013, días después del chapucero fundido a negro de Canal 9.
Entonces anunció subvenciones para recuperar a la mayor brevedad la televisión en lengua propia. “No podemos dejar que ningún medio de nuestro entorno deje de emitir en valenciano. Hablar del tiempo en valenciano y del campo, todo lo que salga para que la gente esté conectada”, dijo Rus, un político hiperactivo – es también alcalde de Xàtiva o presidente del club de su ciudad, el Olímpic- que mantiene un enfrentamiento poco soterrado con Alberto Fabra.
Nueve meses después de su anuncio, Rus no ha cumplido, aunque ha firmado un acuerdo con la televisión de los obispos para emitir un programa con información sobre el tiempo. La Generalitat, tampoco. Ni la iniciativa privada ha cubierto el hueco dejado por la cadena pública ni el gobierno valenciano ha sido capaz de cerrar un acuerdo con TVE para crear una desconexión valenciana. El coste del acuerdo y las dificultades para que esa alianza no choque con la ley que amparó el cierre de Ràdio Televisió Valenciana lo están impidiendo.
Además de la vía TVE, la Generalitat busca fórmulas –acuerdos con canales privados- que permitan la producción y difusión de televisión local. Rus, también. A las puertas de unas elecciones que pintan mal para la derecha, el PP no quiere renunciar a tener un altavoz en el medio de comunicación de masas por excelencia.
Rus incluso se planteó subvencionar la conclusión de la serie estrella de Canal 9, L´Alqueria Blanca, finiquitada antes de tiempo por el abrupto cierre de la cadena. “Allí parlaven com jo, com mosatros”, dice Rus, también alcalde de Xàtiva. “En l 'Alqueria Blanca no se decía aleshores, gaiberé, doncs, decían recollons”, aclaró. Problemas jurídicos relacionados con la propiedad de los derechos frustran esa posibilidad.