Este martes comenzaba las clases de Turismo en el instituto Benlliure la valenciana de origen tunecino Takwa Rejeb, y lo hacía con total normalidad aunque con unos días de retraso. El hecho en sí no debería ser extraordinario, pero lo es porque esta joven de 23 años tenía prohibido el acceso a las clases con el 'hiyab' o velo islámico hasta el pasado lunes, cuando la Conselleria de Educación rectificó la interpretación que el centro hacía de una norma interna que impide a los alumnos llevar la cabeza cubierta o semicubierta, excepto por enfermedad.
Takwa, nacida en Valencia, tan sólo ha visitado en cuatro ocasiones Túnez, el país de origen de sus padres, la primera de ellas con diecisiete años. Se reconoce musulmana practicante -su padre llegó a España en 1989 y fue uno de los fundadores del Centro Cultural Islámico de Valencia- y lleva el velo desde tercero de la ESO, a los catorce años. “Por cuestiones religiosas”, afirma.
En todo este tiempo asegura que no ha tenido ningún problema ni en el ámbito privado ni en el público y educativo, “ni en el instituto ni en la universidad”. Por eso su sorpresa fue mayor cuando desde el centro le comunicaron que no podía asistir a clase con el 'hiyab', y más teniendo en cuenta que no se le dijo nada cuando se matriculó.
Indignación y rabia
“En ese momento no podía creérmelo, sentí indignación y rabia”, apunta Takwa, que lo primero que hizo cuando llegó a casa fue leerse el reglamento, “que habla de respeto hacia las ideologías y religiones, de convivencia y, lo más importante, que nadie te puede quitar el derecho a estudiar. Exigiendo el cumplimiento a rajatabla de una norma, se estaban incumpliendo otras muchas”. Sin embargo, le reiteraron que debía quitarse el velo, “que no es un complemento”, o darse de baja y cambiar de centro.
No obstante la joven insistió, sin éxito, en la vía del diálogo para intentar desbloquear la situación antes de recurrir a la denuncia pública. Es entonces cuando recurre a SOS Racisme y la Plataforma contra la Islamofobia, aunque reconoce que es una lástima haber tenido que llegar a ese extremo “cuando estamos hablando del derecho a estudiar, a formarse y a educarse”.
De este modo, tras la polémica generada en los últimos días y las palabras el pasado viernes de la consellera de Igualdad, Mónica Oltra, en las que apuntaba que nadie puede obligar a una persona a quitarse o ponerse el pañuelo, -“unas palabras de agradecer y que me gustaría que llegaran a más gente”, apunta-, la conselleria de Educación rectificaba la decisión del instituto, una decisión de la que se enteraba Takwa gracias a las llamadas de los medios de comunicación.
Ese primer día de clase, Takwa quiso hablar con la dirección del centro y aclararles que en ningún momento tuvo nada en contra de un instituto que se ha caracterizado por acoger promociones con presencia mayoritaria de inmigrantes de todas las procedencias: “Mi lucha era contra la norma, que era la que me impedía ir a clase con el velo. Tenemos que aprender a convivir y, como me gusta decir, nunca juzgues un libro por su portada, sino por la historia que cuenta”.
Takwa prefiere no calificar de islamofobia el episodio que ha sufrido: “Quiero pensar que ha sido más una cuestión de exceso de celo en la interpretación de la norma”.
En contra de las imposiciones
En cuanto a la polémica del 'hiyab', defiende su uso “siempre que sea por convicción propia”, pero se muestra totalmente contraria a las imposiciones: “A mí me dolió en el alma cuando intentaron obligarme a quitármelo, y no me quiero imaginar que a nadie se le imponga ponérselo”. De este modo, no considera que sea un símbolo de sumisión: “Yo decidí practicar el Islam y acatar lo que se marca. No supone ningún impedimento. A mí me hace feliz y no creo que nadie pueda molestarse por ello”.
Reconoce un punto de rebeldía: “no soy una persona que se conforme. A mí no se me puede decir que 'no' cuando no estoy haciendo nada mal, sino que estoy reivindicando mis derechos”. “Si veo que se está haciendo algo que está mal, tengo que hacer algo para cambiarlo”, explica.