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'Rowing Together', nueve meses de atención a embarazadas en los campos de refugiados de Grecia

Los cinco jóvenes se conocieron hace justo un año en la isla griega de Lesbos. De distintas procedencias, de diversos cometidos profesionales, de variadas organizaciones y con compromisos sociales y éticos dispares, la solidaridad con la tragedia humanitaria siria les unió en un improvisado campamento de refugiados no oficial, donde las cosas funcionaban mucho mejor que el bendecido por los organismos internacionales. A los pocos meses de aquel éxodo masivo de personas cercadas por las bombas, la destrucción y la muerte, esas cinco personas se constituyeron en una ONG, con sede en Cox, Alicante. De aquello hace nueve meses. La criatura se llama “Rowing Together”. “Remando juntos” evoca un episodio que les ocurrió a dos de ellos al poco de llegar a Grecia, un país donde en la actualidad permanecen, según algunas fuentes, unos 65.000 refugiados, procedentes de distintas zonas en conflicto.

Hoy esa ONG asiste a embarazadas y a todo tipo de mujeres en diez de los campos de refugiados diseminados alrededor de Tesalónica, una de las zonas de mayor concentración de asentamientos de este tipo. A bordo de una ambulancia, equipada con un ecógrafo, un equipo médico, formado por ginecólogas, matronas, pediatras y enfermeras, se adentra en esos campos donde se hacinan, bajo el frío y la precariedad más absoluta, algunas supervivientes de la masacre siria. La sanidad griega les atiende en los partos, pero no les hace un seguimiento médico durante el embarazo ni les atiende en los aspectos de planificación familiar y de educación sexual. Ese centenar largo de españoles voluntarios que han pasado durante estos meses por Tesálonica cumplen ese cometido solidario y altruista.

“Hay campos muy duros, inhóspitos, sin agua, sin electricidad y con baños para diez personas. Europa no ha sido con ellos tierra de acogida”

La coordinadora actual de esas operaciones es una joven activista por la transparencia institucional para combatir la corrupción internacional. Luisa Izuzquiza lleva el peso burocrático ante las autoridades griegas y de la Unión Europea para poder llevar a cabo su tarea diariamente en el interior de esos campos custodiados por militares helenos. Durante unos meses pudieron actuar de forma informal, hoy eso es ya imposible. “Existen protocolos estrictos de entrada a los campos, por razones de control y de seguridad”. Esta joven ONG está formada por un puñado de voluntarios que realizan revisiones a las mujeres de los campamentos y les proporcionan métodos anticonceptivos en equipos de trabajo que van relevándose cada dos semanas. “Hay coberturas muy desiguales. En algunos lugares trabajan grandes actores como Médicos del Mundo, ACNUR o Médicos sin Fronteras; sin embargo, en otros, las prestaciones sanitarias dejan mucho que desear”, afirma Luisa. “Precisamente fue una ONG alemana, HUMEDICA, la que nos prestó un ecógrafo que tenían en desuso por falta de personal especializado; desde entonces es con el que operamos diariamente”. Ese proyecto concreto se denomina “Medical Response to Refugees”.

La ONG asiste a embarazadas y mujeres en diez de los campos de refugiados diseminados alrededor de Tesalónica

Los cinco creadores de esta pequeña pero activa ONG son, al margen de Luisa, Victoria, una joven uruguaya dedicada a la investigación de grandes delitos financieros; Javi, un bombero riojano; Manu, un patrón-socorrista de Cox (localidad dónde radica la sede oficialmente); y Jorge un trabajador de emergencias de Sevilla. “Cuando llegamos a Idomeni, la situación se había desbordado”, relata Luisa, “de 500 personas habían pasado a más de 8000 y carecían de todo”. Aquello fue un caos, la crisis humanitaria continuó con el cierre de facto de algunas fronteras como la de Macedonia, llegando incluso a producirse heridos a consecuencia de algunas brutales cargas policiales. En estos momentos de los diecisiete campos aproximadamente que se extienden en la periferia de Tesalónica, esta pequeña ONG actúa en diez de ellos. “La ambulancia fue una donación de la Cruz Roja de La Rioja que llevamos hasta Italia y luego la embarcamos hasta al norte de Grecia”. Luisa dice que un pilar fundamental de apoyo a su trabajo es la presencia de Mohamed, un refugiado palestino que hace las veces de traductor al inglés y que se ha convertido en uno más de la familia. La realidad es muy complicada: “hay campos muy duros, inhóspitos, sin agua, sin electricidad y con baños para diez personas. Hay veces que con temperaturas gélidas, varios grados por debajo de cero, está ateridos de frío en sus tiendas de campaña”. Respecto a las nacionalidades de los refugiados enumera a sirios, afganos, iraquíes, palestinos, pakistaníes e, incluso, algunos procedentes del Magreb. “Muchos se han dado cuenta de que esta va a ser su casa durante mucho tiempo. Les crean algunas infraestructuras lo que hace pensar que las soluciones que todos ansían no van a llegar nunca. El problema se enquista y se puede hacer eterno”.

Europa, nos dice resignada, no ha sido con ellos tierra de acogida. “¿Cómo va a nacer un niño aquí?”, se pregunta angustiada. Luisa conoció en Lesbos a una embarazada que fue evacuada hasta el puerto de El Pireo, en Atenas. Meses más tarde la volvió a encontrar y había perdido al niño a consecuencia del sobresalto que tuvo durante una pelea nocturna. Las tensiones y enfrentamientos son moneda corriente en algunos de estos asentamientos provisionales. Luisa cuenta que “la mujer se alegró de haber abortado. Situaciones similares nos impulsaron a, como parte de nuestra labor ginecológica, intentar proporcionarles por ejemplo un DIU que les garantice cinco años libre de embarazos no deseados. La planificación familiar y la salud reproductiva está siendo para nosotras algo prioritario”, afirma.

Luisa, muy crítica con los acuerdos firmados entre la Unión Europea y Turquía, nos habla de la hipocresía de los países de Occidente que no quieren ver cómo hay menores deambulando a solas por zonas poco seguras, sin ningún acompañante. Muchos de los que deportan a sus países lo hacen acogiéndose al discutible concepto de “país seguro”. Un eufemismo, cuestiona, poco creíble. Por las islas griegas están pasando, en estos momentos, menos refugiados. “El drama se ha trasladado ahora al Mediterráneo central”.  “Rowing Together” son ya conocidos en los campamentos. Son esos voluntarios de amarillo que atienden a embarazadas y mujeres desde hace nueve meses largos. Desde esta orilla opuesta del Mediterráneo no estaría de más que les echáramos una mano. Más información: rowingtogether.org o en su perfil de Facebook.

Vagioxori

En una zona de lagos, estepa y montañas hay un campo de refugiados que se llama Vagioxori, es uno de los campos que Rowing Together visita para dar atención a su única residente embarazada.

Vagioxori es un campo de los llamados ‘de tránsito’, pensados para personas que pasan sólo una o un par de noches ahí y luego son trasladadas a otros campos, normalmente mejor acondicionados. En este campo, sin embargo, residen actualmente alrededor de 60 personas, algunas de las cuales llevan sufriendo más de 8 meses ese ‘tránsito’ a un lugar mejor.

La primera vez que visitas Vagioxori lo primero que te llama la atención es el paisaje. Situado al oeste de Tesalónica y a kilómetros de distancia de cualquier núcleo de población, yace en una llanura frente a dos lagunas que enmarcan las montañas. A mí me gusta pensar que no es casualidad que nuestro horario dicte llegar a este campo siempre a la hora del atardecer, y es que las vistas desde el alto donde aparcamos la ambulancia para atender a nuestra paciente son espectaculares. Pero el poético paisaje y la caída del sol que regala cielos, aguas y montañas teñidas de rosa y naranja son, a su vez, una trampa mortal de temperaturas gélidas y viento arrasador.

Puesto el sol y mientras nuestro equipo médico realiza una nueva revisión ginecológica y cura alguna que otra herida o infección, charlamos con los residentes del campo. Charlamos con Elias, el traductor particular de nuestra embarazada que siempre lleva una sonrisa, hoy acompañada de un jersey navideño. Aprovecha para enseñarnos el rincón festivo que han creado para alegrar un poco el campo y que consiste en tres pinos unidos por una tira de luces de Navidad. Charlamos también con Ali que habla un español perfecto y se dedica a enumerar las ciudades españolas que llegó a visitar cuando, años atrás, residió en España; admito tras escuchar su recital que conoce el país mejor que yo. Charlamos con Abbas, que en Irán era investigador científico especializado en el genoma humano; nos enseña sus artículos publicados durante lo que él llama su 'vida pasada'. Todos mencionan en su conversación el frío que en Vagioxori se pasa por las noches.

A estas alturas muchos de los campos de la zona han sido preparados para el frío: se han recogido las tiendas dentro de naves industriales, se han instalado calefactores colectivos e individuales, se han cambiado tiendas por contenedores debidamente aislados… pero no en Vagioxori. Vagioxori consiste en un centenar de tiendas de campaña al aire libre, nada más. No hay electricidad más allá de un pequeño panel que no soporta más que una decena de cargadores de móvil y las recién incorporadas luces de Navidad. No hay agua caliente. Al caer la noche se encienden un par de hogueras que serán el único foco de calor a encontrar en kilómetros a la redonda. Algunos cogen las brasas y las llevan a sus tiendas; eso, algunas mantas y algunas bolsas de agua, calentadas al fuego, son lo único que tienen para mantenerse calientes durante la noche. Hoy comienza en el norte de Grecia una ola de frío que promete temperaturas de -14ºC. Durante los próximos tres días, la previsión meteorológica concede a Vagioxori una temperatura máxima de -6ºC.

Desde nuestra última visita a este campo, cada vez que alguien menciona Vagioxori se hace un silencio entre el equipo y sé por qué: todas estamos pensando lo mismo: ¿qué va a ser de esta gente? ¿Cómo puede existir un sitio así?

Luisa Izuzquiza

Diario de a bordo (7 de enero de 2017)