En un moment en què la lluita contra el canvi climàtic guanya protagonisme, aquest blog pretén aprofundir en el debat sobre el territori i els impactes que suporta. Es tracta d'un espai dedicat a l'anàlisi i la reflexió, en què col·laboraran professionals de diferents disciplines. El territori, la ciutat, el medi ambient i la cultura són els eixos d’un imprescindible debat, amb l'objectiu de lluitar a favor de la salut del planeta i contra les desigualtats socials.
Calles y manzanas con árboles
En estos días iniciales de un verano que comenzó con bastante antelación en mayo, son frecuentes los comentarios sobre el calor en las calles, la falta de cobijo y la desprotección solar. Están fundamentados, la estación cálida anual es ahora más larga y solo con un punto de estupidez puede negarse la evidencia del Cambio Climático, que ya no solo llama a la puerta. ¿Se puede hacer algo? Unas cuantas cosas: colocar envelados en las calles, limitar el tránsito de vehículos a motor, pintar de blanco el negro del asfalto… Pero una de las primeras debería ser plantar más árboles en la ciudad, muchos más. Los árboles no solo descontaminan el aire (descarbonizan) también climatizan, nos protegen del sol, en su entorno de umbría la temperatura es más moderada, bajo su sombra todo es más soportable. A su manera, nos proporcionan una pizca o más de bienestar, producto también de su sensualidad y belleza. Los árboles ejercen muchas funciones en la ciudad.
Es verdad que, en muchas calles, sobre todo en las tramas más antiguas por su estrechez, no cabe plantar árboles, mientras en la mayoría sí sería factible si se amplían algunas aceras limitándose el espacio de los coches o simplemente aprovechando chaflanes, resquicios y espacios vacíos (por ejemplo, solares). Además, se debería aumentar la superficie de muchos alcorques existentes y cambiar determinadas especies plantadas que adornan, pero no dan sombra, sustituyéndolas por otras más apropiadas. No solo hay que generar las conocidas zonas verdes, como son los jardines bien concebidos -en València hay unos cuantos-, habría que conseguir que los trayectos peatonales estuvieran climatizados por hileras de arbolado, conectando los espacios públicos y haciendo de guía para trasladarse de las viviendas a los equipamientos sociales, en particular a los jardines. Proyectos recientemente anunciados (Pérez Galdós, Germanies…) van en esa dirección.
Muchos de los necesarios pequeños jardines que se han creado en las últimas décadas, aprovechando espacios de nueva construcción o produciendo esponjamientos en las tramas urbanas antiguas, esponjamientos a veces desafortunados, han permitido mejorar el estándar de zonas verdes, pero el espacio público en algunas áreas no da más de sí para generar nuevas o ampliarlas (es el caso de Ciutat Vella, el Eixample o en barrios de la periferia de los años sesenta…)
¿Podemos pensar también en espacios privados que acojan árboles? Las llamadas cubiertas verdes, especies vegetales que protegen los techos de las arquitecturas, son una posibilidad climatizadora aún muy incipiente que deberá ir a más, pero en cubiertas es más complicado plantar árboles. Por otro lado, forma parte de las tradiciones urbanas la existencia de jardines en el interior de manzanas (a veces árboles sueltos que se plantaron en pequeños patios), aunque es cierto que habitualmente esos interiores están hoy ocupados por garajes, almacenes, trasteros y construcciones auxiliares, en bastantes ocasiones sin uso. Sin embargo, en la idea original de los ensanches del XIX, concretamente en el que proyectó Ildelfons Cerdà para Barcelona y que tanto influyó en los de otras ciudades, como es el caso de València, las manzanas se concibieron para incluir jardines interiores.
¿Podrían rescatarse algunos de esos espacios para plantar árboles? No haría falta que ocupasen todo el interior de una manzana, conseguir que una parte se pueda convertir en jardín arbolado ya sería importante. En algunas ciudades se han creado dejándolos accesibles en horas diurnas para disfrute y alegría de los vecinos, al tiempo que ejercen un servicio ambiental para el conjunto de la ciudad. En Barcelona llevan ya un par de décadas recuperando para jardines zonas de patios de manzanas hasta ese momento colmatadas de construcciones. En París, Ámsterdam y otras ciudades existe también una tradición en ese sentido... Los jardines, por pequeños que sean, suponen tierra permeable que ayuda a refrescar el ambiente junto a su masa arbórea. En el interior de las manzanas, pueden ser contemplados por los vecinos desde sus casas al tiempo que disfrutados por otros si se puede acceder.
Puede parecer complicado generar jardines en el interior de manzanas existentes. El Ayuntamiento podría adquirir determinadas parcelas hoy ocupadas por antiguas construcciones, normalmente de una sola planta, sin perspectiva de uso, abandonadas. Otra posibilidad es, sin dejar de ser propiedad privada, que sean cedidas realizando acuerdos para ser enjardinadas y arboladas, con beneficios fiscales para sus propietarios e incluso realizando su mantenimiento la propia administración municipal. Esto podría solucionar la falta de zonas verdes en determinadas barriadas de la ciudad y permitir que vecinos puedan disfrutar de jardines próximos a su residencia. En su gran mayoría, los interiores de las manzanas desgraciadamente están tratados sin el menor cuidado, al tiempo que son espacios donde ni se debe ni se puede producir aumentos de edificabilidad (ha sido objeto de una recurrente oposición vecinal una muy inadecuada propuesta reciente de generar un complejo hotelero en el interior de una manzana en el distrito de Morvedre).
Integrar la naturaleza en la ciudad es una tarea compleja e imprescindible para abordar la mitigación del Cambio Climático y hacer confortable la vida urbana. Plantar árboles es una tarea que requiere tiempo, constancia e imaginación.
En estos días iniciales de un verano que comenzó con bastante antelación en mayo, son frecuentes los comentarios sobre el calor en las calles, la falta de cobijo y la desprotección solar. Están fundamentados, la estación cálida anual es ahora más larga y solo con un punto de estupidez puede negarse la evidencia del Cambio Climático, que ya no solo llama a la puerta. ¿Se puede hacer algo? Unas cuantas cosas: colocar envelados en las calles, limitar el tránsito de vehículos a motor, pintar de blanco el negro del asfalto… Pero una de las primeras debería ser plantar más árboles en la ciudad, muchos más. Los árboles no solo descontaminan el aire (descarbonizan) también climatizan, nos protegen del sol, en su entorno de umbría la temperatura es más moderada, bajo su sombra todo es más soportable. A su manera, nos proporcionan una pizca o más de bienestar, producto también de su sensualidad y belleza. Los árboles ejercen muchas funciones en la ciudad.
Es verdad que, en muchas calles, sobre todo en las tramas más antiguas por su estrechez, no cabe plantar árboles, mientras en la mayoría sí sería factible si se amplían algunas aceras limitándose el espacio de los coches o simplemente aprovechando chaflanes, resquicios y espacios vacíos (por ejemplo, solares). Además, se debería aumentar la superficie de muchos alcorques existentes y cambiar determinadas especies plantadas que adornan, pero no dan sombra, sustituyéndolas por otras más apropiadas. No solo hay que generar las conocidas zonas verdes, como son los jardines bien concebidos -en València hay unos cuantos-, habría que conseguir que los trayectos peatonales estuvieran climatizados por hileras de arbolado, conectando los espacios públicos y haciendo de guía para trasladarse de las viviendas a los equipamientos sociales, en particular a los jardines. Proyectos recientemente anunciados (Pérez Galdós, Germanies…) van en esa dirección.