Benimaclet es un barrio de València con un tejido asociativo fuerte preparado para responder de forma colectiva a los proyectos que no cuenten con la participación activa de su vecindario y que amenacen con destruir su idiosincrasia urbanística, ambiental y social. Prueba de ello es la adhesión de más de 150 entidades, colectivos y comercios del barrio a la manifestación ‘Defensem Benimaclet, recuperem l’horta’, convocada por Cuidem Benimaclet y la Associació Veïnal, que este domingo por la mañana han llenado las calles para oponerse a los planes urbanísticos previstos en zonas de huerta, que incluyen la construcción de 1.350 viviendas por la empresa Metrovacesa.
Junto a colectivos y organizaciones, más de 6.800 personas, según datos de la organización, se han sumado a esta marcha para pedir la desclasificación de los terrenos como urbanizables, así como denunciar la creciente especulación en los pisos de alquiler y en la vivienda, y los procesos de gentrificación cada vez más y más notables. Demandan más equipamientos públicos como parques, zonas deportivas o una escuela infantil, respetar el carácter histórico del barrio y su conexión con la huerta, junto a su recuperación y puesta en valor. Una huerta cuyo regadío ha sido recientemente declarado Patrimonio Agrícola Mundial por Naciones Unidas.
La manifestación ha empezado a las 11.00 horas con un concierto de Xavi Sarrià, músico y vecino del barrio, seguido de la colla de dolçainers y tabalaters de Estrela Roja de Benimaclet, la Jove Muixeranga de València -con sede en el barrio-, los ‘gegants’ de la Asamblea Vecinal de Benimaclet y la batucada de S’ambala. El recorrido ha terminado en la plaza de Benimaclet, donde se ha leído un manifiesto con los argumentos contra el PAI.
Un reciente estudio publicado por la Universitat de València apunta, tal como también señalan las diferentes asociaciones vecinales desde hace años, que las alternativas al Programa de Actuación Integrada son viables jurídica y económicamente, y pasan por desclasificar el terreno como urbanizable, reducir la edificabilidad y aumentar la vivienda social.
Ese mismo informe recuerda que “todas las previsiones de incremento de población en que se basaban los estudios que justificaron en el pasado estas clasificaciones como urbanas se han demostrado totalmente fallidas”. De hecho, en las últimas dos décadas Benimaclet ha perdido un 3% de población y el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) se planteó hace ahora 30 años.
Los suelos donde están previstas las edificaciones podrían convertirse, más allá de si son dotados o no de carácter “especialmente protegido”, en un espacio “de transición a una huerta periurbana de valores únicos en Europa, con infraestructuras y rastros etnológicos que dan una continuidad única a este entorno”. Para ello, continúan en el informe, sería necesaria una revisión del PGOU de la ciudad que reevaluara las necesidades del suelo urbanizable y de viviendas en la ciudad.
La marcha de este domingo 26 de enero demuestra, una vez más, la voluntad de miles de vecinos y vecinas por construir una ciudad feminista y ecológica, que también se opone a otros proyectos urbanísticos expansivos en zonas de huerta histórica como la ampliación de la V-21, la ZAL y el puerto de València.