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Devastación en la Zona Cero: fango, millones de euros en destrozos y sin luz

Carlos Navarro Castelló / Laura Martínez / Lucas Marco

València —
30 de octubre de 2024 21:51 h

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El nuevo cauce del río Turia separa la ciudad de la zona cero del desastre de la DANA del sur de València. El paisaje de La Torre es dantesco. Hay vehículos amontonados unos encima de los otros. Mientras los vecinos trataban de limpiar a duras penas los portales de sus viviendas, los servicios de emergencia intentaban acceder a la zona. A medio camino entre La Torre y Benetússer se han formado largas colas de ciudadanos que cargaban garrafas de agua. “La mamá, la pobre, ha envejecido cinco años hoy”, comentaba un joven. 

Toda la zona, a excepción de unas pocas calles, se han quedado sin luz. Algunas calles de Benetússer han quedado colapsadas por montañas de coches amontonados. A última hora de la tarde, comenzaron a acceder grúas para retirar los coches destrozados, listos ya para llevar al desguace. Un autobús de la EMT ha quedado en medio de una avenida completamente anegada de barro.

A media tarde, cuando este diario ha podido acceder a pie a la zona, había un éxodo de vecinos, algunos con niños, cargados con maletas, mochilas y bolsas. Muchos vecinos ni siquiera tenían luz o acceso a agua potable. Como en la 'riuà' de 1957, las paredes de la localidad tenían la marca de barro de hasta dónde llegó la inundación.

Pero esta situación dantesca tuvo un inicio en las 19.00 horas del martes 29 de octubre. Las carreteras que comunican la capital con los municipios del área metropolitana repletos de coches llenos de personas que regresan a casa de sus trabajos o que se acercan a los diferentes centros comerciales a realizar sus compras o gestiones. La lluvia se intensifica hasta el punto de que la circulación se detiene en un momento dado y el agua procedente del desbordado barranco del Poyo y de la desembocadura del río Turia empieza a brotar y tomar la calzada.

Esta es la situación que vivieron miles de personas que quedaron atrapadas en centros comerciales como Bonaire, en Aldaia, en polígonos como Parc Alfafar, en carreteras que bordean Valéncia y el nuevo cauce del Turia, como la V-30, y en accesos principales como la V-31, conocida como la pista de Silla, que flanquea los municipios de l'Horta Sud más afectados por la DANA, como Massanassa, Paiporta, Catarroja, Sedaví o Alfafar, en los que muchos vecinos y vecinas quedaron incomunicados.

Ante esta situación, toca decidir en pocos minutos cuál es la mejor opción para salvar la vida. Patricia y su marido, vecinos de Sedaví, quedaron atrapados en la V-30 a la altura de Xirivella (en sentido a Alicante). Ellos optaron por salir del coche y buscar un lugar seguro: “Bajamos del coche y vimos que venía una tromba de agua. Nosotros estábamos en la calzada más pegada al nuevo cauce, pero la parte que estaba pegada a las zonas urbanas empezó a inundarse y los coches a flotar, por lo que la gente saltaba la mediana para venir donde estábamos nosotros. Pero el agua empezó a pasar a nuestro lado y entonces caminamos hasta un camión, donde el camionero nos abrió el remolque y pudimos subir. Éramos unas 30 personas, con niños y seis bebés”.

Patricia, visiblemente emocionada mientras relata su vivencia desde el complejo deportivo de la Petxina, habilitado por el Ayuntamiento de València para acoger a los afectados, explica que no había en ese momento policía ni bomberos porque era imposible acceder. No sabían nada, los teléfonos estaban sin cobertura y no sabían qué hacer. Por suerte, recuperaron la señal telefónica y, ante las noticias que circulaban, optaron por salir del camión. Según explica, vieron que no podían ir en dirección a Xirivella porque “estaba todo anegado y la UME rescatando gente con el agua al cuello en los coches”, por lo que optaron por ir hacia el puente de La Torre por recomendación de la UME.

“El cauce empezó a desbordarse por lo que fuimos agarrados de los brazos en cadena humana para no caernos y cogidos a la mediana, el agua nos llegó al pecho. Fueron momentos desesperantes porque se nos cruzaban ramas de árboles y otros objetos y cualquier caída o resbalón podía ser fatal. Por suerte, llegamos al puente, pudimos subir. Había una patrulla de Policía que nos fue llevando a todos a la rotonda de los anzuelos, donde ya nos trasladaron a este centro de la Petxina, nos han tratado muy bien en todo momento”, asegura.

Patricia rompe a llorar al hablar de sus hijos: “Tengo una hija de 17 años que se quedó en casa, pero como vivo en Sedaví, se quedó sin batería en el teléfono y no podía cargarlo porque no había luz, me dijo que no iba a salir de casa y que estaba bien y que si necesitaba algo hablaría con los vecinos. Pudo llamarme y me dijo que solo me pedía que estuviera bien porque estaba viendo los coches flotando desde la ventana. Le dije que estaba a salvo en un camión y no he podido volver a hablar hasta ahora con ella, que ha podido ir mi padre a llevársela y me ha llamado”.

Vicente Diez, de 76 años, estaba a las 20.00 horas atrapado en su coche en la pista de Silla a la altura de Alfafar, en dirección a Alicante: “Pensábamos que había un accidente porque no avanzábamos, pero empezó a llenarse todo de agua. Dijeron que en la calzada en sentido a València se podía escapar. Yo tenía el agua ya por la cintura en el coche y casi no pude abrir la puerta, pero lo conseguí. Crucé la mediana, con muchas otras personas y pasó un autobús que estaba recogiendo gente para acercarla a València. Así nos llevó a la rotonda de los anzuelos, donde estaba la Policía y nos trajeron en un bus de la EMT a la Petxina. Cuando pasó todo, le dije a mi hija que estaba en casa para que no se preocupara y ahora va a venir a por mí”.

Además de vecinos y vecinas, la DANA también atrapó a turistas. Es el caso de Doroteo y Anita, de 40 y 36 años, quienes viajaron a València desde México junto a sus hijos, quienes por suerte se quedaron en el apartamento que habían alquilado en Sueca la tarde del martes. Según cuentan, “desde las 19.00 horas hasta las 2.00 horas de la madrugada” estuvieron atrapados en la V-30 a la altura de La Torre, momento en que les rescataron los bomberos.

“Bajamos a València a comprar comida y nos sorprendió la tormenta cuando volvíamos en un taxi. Bajamos del taxi y nos quedamos en una barrera de obra, hasta que llegaron los bomberos y, aunque el agua nos llegaba por la cintura, pudimos bajar y cruzar con la ayuda de los bomberos”, explican.

David Sánchez, de 51 años, casado y con un hijo de 8 años, vive junto a su familia en La Torre, pedanía de València de las más afectadas: “A las 19.30 horas hablé con ellos y les dije que no podía llegar, que no salieran de casa. Todo lo que llegaba del barranco de Paiporta y de Picanya entró en La Torre. Vivimos en una casa en planta baja, entró el agua hasta cuatro metros de altura, hasta las escaleras del primer piso. Les dije que subieran a casa de mi cuñado que está en el piso de arriba, y allí se quedaron. Yo he estado sin dormir toda la noche en casa de mi madre en el barrio de Campanar de València y a primera hora me he venido al centro de la Petxina donde están los afectados para ver si podía echar una mano. He hablado con mi familia por vídeollamada y están todos bien, pero ha sido angustioso”.

Algunos afectados todavía no han podido narrar lo sucedido en primera persona y se comunican de manera intermitente con sus familiares. Pablo cuenta que ha ido hablando con sus padres, vecinos de Aldaia, durante la noche y la mañana del martes al miércoles. Según indica, a las 20.20 horas el barranco iba seco, a y a la media hora ya llevaba un buen caudal y a las 20.45, en apenas veinticinco minutos, se desbordó. El ayuntamiento remitió un comunicado en el que avisaba a las familias de que movieran sus vehículos del parking “por precaución” y avisaba de cortes de calles “ante el aumento del caudal del barranco”. Su padre y otros vecinos salieron a mover el coche cuando las vías se convirtieron en un río. “El hombre del coche de atrás tuvo que salir por la ventanilla. Mi padre y él tuvieron que quedarse en un patio, al lado del parking, y luego subir al segundo piso. Ha pasado la noche en el sofá de un vecino”. Ambos se muestran muy preocupados por los vecinos a los que no vieron salir del parking: “Se llenó rapidísimo”.

Los vídeos difundidos por usuarios en redes sociales y por las propias instituciones dan cuenta de lo rápido que se produjo el desastre. Cuando saltó la alarma, a las 20 horas, muchos municipios estaban anegados. La pasarela peatonal de Paiporta, que cruzaba el barranco del Poyo (o barranco de Xiva), ya había colapsado. Según cuenta Óscar, vecino de la localidad de l'Horta Sud, la comarca más afectada por el desborde del barranco, el caos comenzó cerca de las 19 horas. “La Policía nos avisó de que el barranco se había desbordado. En cuestión de minutos el agua pasó de los tobillos a la cintura”. Cuando sonó la alarma en los teléfonos, ya estaba la calle empantanada.

Maria Ángeles y José, vecinos de Catarroja, también vieron inundarse el vecindario en cuestión de minutos. Catarroja es el siguiente municipio por el que discurre el barranco del Poyo, que bajaba cargado de fango y ramas, y separa esta localidad de Massanassa. L'Horta Sud se caracteriza por la proximidad de los pueblos, prácticamente pegados unos a otros, lo que eleva el número de municipios afectados por el mismo fenómeno. A las 19.30 comenzaron a ver salir el agua del barranco y su discurrir por la avenida de la Rambleta, llamada así por ser el desagüe del río antes de acondicionar el barranco. Veinte minutos más tarde, la Rambleta estaba anegada, pese a que no había caído una gota en el municipio. “No nos dio tiempo a nada, ni a sacar los coches. Todos estaban montados unos encima de otros”. Media hora después, se fue la luz, el agua y la cobertura móvil, que a horas de cierre de esta edición sigue sin haber regresado. “Todas las plantas bajas están inundadas”, explican. Sobre las dos de la madrugada se produjeron algunos robos en la zona, especialmente en los supermercados, con las puertas totalmente destrozadas. La Guardia Civil no apareció hasta las 9 de la mañana, indican. Por la mañana, el panorama en Catarroja era desolador. “Las calles llenas de barro, muebles, puertas atascadas, animales muertos...”, cuentan sus hijos. Como ellos, algunos vecinos han ayudado a limpiar el fango que bloqueaba el acceso a algunas puertas. “Los vecinos gritaban desde dentro pidiendo ayuda”, cuenta Borja, su hijo mayor, que ha pasado la mañana en su pueblo colaborando.

A otros, la alerta les pilló cuando ya habían superado los obstáculos. Mari y un grupo de amigos iban al aeropuerto de Manises a coger un vuelo cuando les pilló la tormenta. “Salimos de l'Alcudia y entonces hacía sol. Llegando a Algemesí comenzó a formarse la tormenta, ya de golpe, no había tiempo a dar marcha atrás. Era un caos. Cuando se formó el tornado -por la zona de Carlet, a apenas 7 kilómetros- comenzamos a ver camiones tumbados, coches encima de otros... No sé cómo conseguimos llegar”, cuenta esta vecina. Al final, su grupo consiguió terminar el trayecto al aeropuerto: “La terminal estaba abarrotada. Nosotros dormimos en la furgoneta. Un taxista nos ha dado la noticia de que podríamos acercarnos a Valencia, pero no a casa”, explica. Ella y sus compañeros han conseguido llegar a Valencia y se alojan en un hotel mientras tanto. “Es una imagen desoladora”, narra.

Los vecinos de los municipios afectados lamentan la falta de información por parte de las autoridades. Este miércoles, muchos de ellos se encuentran sin luz ni suministros, han perdido multitud de pertenencias y están preocupados por cómo sobrellevar las consecuencias del temporal. Coinciden en señalar: “Ha sido una imprudencia”.

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