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Mazón, el presidente instagramer se convierte en avestruz

Carlos Mazón, bajando las escaleras del centro del 112, donde se reúne el Cecopi

Raquel Ejerique

10 de noviembre de 2024 21:44 h

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El president de la Generalitat se ha quedado mudo y ha reprimido su espíritu bromista. Conocido por su disposición al “cachondeo”, a tuitear, a hacerse fotos y a figurar adonde haga (o no) falta, desde el día después de la tragedia que ha arrasado casi 70 pueblos y ha dejado más de 200 muertos se ha emboscado y solo aparece para responder en medios de confianza, muchos relacionados con idearios conservadores y propiedad de obispos: porque tiene conexiones allí (su mano derecha era el jefe de la Cope Alicante) o piensa que va a poder largar su argumentario sin que le aprieten demasiado.

La terrible gestión de la catástrofe , el enfado en la calle, los disparos de Feijóo y la ausencia calculada del otro peso fuerte del PP de València, la alcaldesa, le han hecho tomar la decisión de bajar el pistón y esperar a que amaine, si eso fuera posible. No piensa dimitir. Hay quien se pregunta hoy si, detrás de aquel perfil de presidente guasón había también un gestor o era todo vacile.

El día de la tragedia por la noche, aunque estuvo ausente hasta las seis de la tarde en una comida aplazable y extemporánea, Mazón se puso el chaleco y salió a las 21.30 a dar información desde el centro de Emergencias 112. Era un “canutazo”, es decir, una declaración de pie ante los micrófonos de la Generalitat y la televisión pública autonómica, À Punt. Ese fue el modelo en los tres primeros días de la debacle. Comunicar fingiendo seguridad e importancia y marcharse, sin preguntas de la prensa. Comunicar un número indeterminado de fallecidos sin decir cuántos “por respeto” a las familias. El control sobre Mazón y dónde aparece se ha mantenido hasta hoy. Todavía no ha permitido que se le planteen cuestiones en público ni ha dado entrevista en las cadenas públicas, ni en la nacional ni en la autonómica, pese a las reiteradas solicitudes.

Mazón llegó al Palau de la Generalitat contra todo pronóstico, hasta de los suyos. El 26 de mayo de 2023 se confirmaba el vuelco electoral y este alicantino –hasta entonces presidente de la Diputación, zaplanista y toda su vida laboral enlazando cargos en el PP– se hacía con los mandos de la Comunitat Valenciana. Desde entonces ha hecho gala de ser cercano y “eficaz”, y lo ha querido vender en sus redes constantemente, con vídeos en los que, más que un perfil institucional, se aparentaba buen rollo, rapidez y simpatía.

Cuando asumió la presidencia, en julio de 2023 tras un pacto exprés con Vox que escamó a Feijóo –se jugaba ese mes La Moncloa–, eligió como cita épica la de una película. 'El Candidato', de Robert Redford: “No pido a los valencianos su adhesión inquebrantable, sino el beneficio de la duda”. El pasado sábado, en la manifestación, 130.000 le dieron la respuesta.

En sus perfiles sociales de aquel entonces y hasta el 29 de octubre de este año se pueden encontrar desde bromas en su despacho del Palau a explicaciones “didácticas”. Ha hecho de notario y azafato en sorteos. También ha explicado en persona cómo descargarse un certificado de valenciano en un plis plas en su propio ordenador, después convalidar con Bachillerato el título que habían obtenido examinándose con esfuerzo antes cientos de miles de valencianos. El vídeo más viral, sin duda, no lo movió él: su actuación con el grupo Marengo, con el que en el pasado quiso ir a triunfar a Eurovisión. Dio la vuelta a las redes sociales cuando se conoció que iba a ser el president.

Sus publicaciones la noche de la tragedia fueron poco afortunadas. Aunque mantuvo un tono serio y compungido –a la altura de lo que estaba pasando, con miles de personas para entonces subidas a árboles, tejados y coches– confundió a la población diciendo que el teléfono de Emergencias 112 no estaba colapsado, que si no lo conseguían que insistieran.

No solo estaba colapsado, sino que la gente tuvo que recurrir a Twitter y las radios para pedir ayuda de rescate, para ellos mismos o sus familiares. El teléfono funcionaba, pero los 20 operadores no daban abasto para las más de 2.000 llamadas que estaban recibiendo. Este jueves se ha sabido también que Emergències tenía 13 puestos vacantes por cubrir desde hace meses. Horas antes de la riada había confundido a los valencianos diciendo que el temporal se iba a Cuenca y amainaba. Luego, borró el tuit.

Las cuentas oficiales en los primeros momentos han dado poca información, en parte por el desconcierto y porque la dirección mediática y política estaba concentrada en la persona del president. Ha faltado información de utilidad y esencial en los primeros días. Por ejemplo, los consejos a la población y los voluntarios para prevenir infecciones se lanzaron el día 2 noviembre. Hasta entonces miles de personas recogían lodo sin mascarillas, gafas o guantes. Hasta el viernes 8 no se lanzó a los móviles de los valencianos, con las primeras infecciones ya asomando en los hospitales.

Dos días después de la riada dio la primera entrevista, a Carlos Franganillo en Telecinco. Luego vino Antena 3, donde culpó a los técnicos, la Aemet y la Confederación de lo que ha pasado. Con Carlos Herrera en la Cope, Mazón fue más allá y se la echó la culpa a la UME por no pedir más refuerzos. Sus redes, en ese momento, ya solo recogían anuncios contra la catástrofe, medidas de utilidad, culpas al gobierno de Sánchez y fragmentos de entrevistas.

El momento más surreal se produjo el día de la visita de los reyes. Aunque la agenda se había cancelado después de la catarsis de barro en Paiporta, Mazón llegó a la siguiente parada, Chiva, con su coche, aun sabiendo que ya no había visita. Mientras todo el mundo estaba camino al Cecopi de la Eliana, Mazón se plantó en la localidad, donde recibió insultos, y buscó los micrófonos de la Cope para evidenciar su presencia, intentando evidenciar a la vez que a Pedro Sánchez se lo habían llevado. Allí dio, a solas y manchado de barro, otro canutazo concertado.

Carlos Mazón, antes tan locuaz y dicharachero, se ha recluido en el Palau, entre los suyos y en entrevistas muy seleccionadas, solo ha contestado a alguna pregunta improvisada y de paso a la entrada y salida del Cecopio. Además de la Cope y Antena 3, ha dado entrevista a medios como La 8 mediterráneo, una televisión local residual en audiencia y también propiedad de los obispos, donde la estrella es Lluís Motes, presentador con el que tiene sintonía y representante de la época de mayor manipulación en Canal 9. Trece TV ha sido la otra elegida para dar explicaciones, también ultraconservadora y propiedad de la Conferencia Episcopal. Otro medio de audiencia ínfima. El repliegue de Mazón ha sido objeto de crítica por parte de las televisiones públicas y La Sexta, que no han conseguido entrevistar al president y han emitido un comunicado de queja.

Para protegerlo y dar una mejor imagen de solvencia, el lunes 4 de noviembre, el Palau decidió cambiar de cara para comunicar la gestión: eligió a Rosa Tourís, experta en incendios forestales, la única directora general que encuentran con conocimiento de la materia y perfil técnico, tras quedar en evidencia que la consellera del ramo no está capacitada para dar las explicaciones y que, cuando las da, provoca más problemas. En la parte política, aunque la portavoz del Consell es Ruth Merino (fichada desde Ciudadanos), el president ha encargado dar la cara y las explicaciones a su vicepresidenta, Susana Camarero, que compareció en la sala de prensa el jueves pasado. En esta comparecencia, nueve días después de la tragedia, el Consell permite por primera vez las preguntas de los periodistas.

Desde el día D, Mazón anda desnortado e incoherente en la comunicación. El último ejemplo, un canutazo buscado a las puertas del Cecopi para cargar contra la vicepresidenta Ribera. Aparece balbuceante para decir que no había cobertura a la vez que admite que tenía llamadas perdidas. Todo ha empeorado para el huésped del Palau desde que se supo de su “comida privada de trabajo”, que se intentó tapar con una visita preparada, enlatada, sin medios de comunicación y exprés a un pueblo de la zona cero que no tuvo ninguna repercusión mediática.

Pero el campanazo para Carlos Mazón se produjo el sábado. El president tuvo muy mal día. La calle estaba tomada por 130.000 ciudadanos (la capital tiene 800.000) que pedían su dimisión. Mazón, que ya no podía echar mano de sarcasmo porque no está el horno para bromas, envió al PP de la Comunitat a cometer un error garrafal, que tuiteó que la protesta era de unos catalanistas. Él, en su perfil, se puso reactivo. En lugar de escuchar a una enormidad que hablaba, colgó siete posts de medidas y anuncios oficiales, una detrás de la otra, durante las tres horas que duró su martirio.

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