“Destruir el Cabanyal y proyectar un fake”, en palabras deRamon Marrades, economista urbano. El Ayuntamiento de Valencia proyecta un “poblado marítimo” de 7.000 metros cuadrados “que se asemejará a los pueblos mediterráneos, será de baja altura y calles anchas” y se ubicará en la lámina de agua de La Marina Real Rey Juan Carlos, la zona del puerto de Valencia profundamente reformada para acoger la Copa del América de Vela 2007.
El poblado marítimo, pensado como un centro comercial para productos náuticos, está en fase de “anteproyecto”. Mientras, el Ayuntamiento insiste en su plan para prolongar la avenida Blasco Ibáñez hasta el mar atravesando la fachada marítima de la ciudad. El plan, impulsado en 1997 y aprobado por la Generalitat en 2001, lleva años de retraso por la oposición de parte de los vecinos, los recursos ante la justicia y los pleitos entre administraciones.
Su elevado coste lo hace improbable, pero la alcaldesa, Rita Barberá, sigue empeñada en él. Su desarrollo implicaría el derribo de 1.600 viviendas de los originales poblados marítimos de la ciudad, un trama urbanística, con sus problemas, genuina, original, colorista y protegida tras ser declarada conjunto histórico por la Generalitat.
Barberá negocia desde hace siete meses con el gobierno el desbloqueo de su proyecto, de momento, sin avances. En paralelo, el ayuntamiento quiere dotar de sentido y de vida a la Marina Real, fantasmagórica por desuso desde la America´s Cup de 2007. Y no sólo porque el consorcio que gestiona el espacio –formado por gobierno central, Generalitat y municipio- deba 300 millones de euros a la banca, pública y privada.
Escuelas de negocios, clubs de playa y bares
De entrada, se da por seguro que Juan Roig, presidente de Mercadona, arrendará las bases que usaron algunos equipos de la Copa del América para instalar allí su escuela de negocios –Edem-, su incubadora de empresas –Lanzadera- y su fondo de inversión, Angels. Además, antes del verano de 2015 funcionará el Marina Beach Club, que tendrá una piscina de agua salada, jacuzzis, barras circulares y tumbonas junto a la playa. Será construido y explotado, a cambio de un cánon, por una empresa privada.
El consorcio también ha sacado a concurso en los últimos meses varios restaurantes. Y, en ese impulso a la Marina Real o dársena, se incardina el futuro poblado marítimo. Mientras, los verdaderos poblados marítimos de Valencia, el Cabanyal singularmente, se desangran entre nulas inversiones y el abandono municipal. Un “polvorín”, según incluso la prensa conservadora.