El informe sobre la regresión de las playas de la Albufera: “Ha habido una fuerte disminución debido a las obras en el Puerto”
“A pesar de mantener un área relativamente estable entre 1999 (el comienzo de la recuperación) y 2013, ha habido una fuerte disminución debido a las obras en curso en el Puerto con fines económicos, como la sede del circuito urbano de Fórmula 1 y la Copa del América”.
El estudio firmado por los investigadores Juan Soria y Juan Víctor Molber, y por la investigadora Rebeca Pérez, del Institut Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universitat de València (UV) y publicado el pasado 2 de enero en la revista 'Urban Science' se pronuncia así en relación con la afección de las obras del dique norte de la ampliación del Puerto de València y su afección a las playas del Parque Natural de la Albufera. Tal y como ha informado elDiario.es, la superficie de las playas de Pinedo, El Saler y La Garrofera ha pasado de tener 170 hectáreas de arena en la década de los años 90 a 43 en 2022, lo que supone la pérdida de un 70% en 30 años.
Las imágenes aéreas en las que se basa el estudio muestran que desde 2013 hasta 2022, como consecuencia del efecto de la ampliación norte del puerto y la reducción de las actividades de rehabilitación en el área, se produjo una reducción de aproximadamente 90 hectáreas de arena, es decir, en nueve años se perdió casi la mitad de la superficie de estas playas, cuando hasta ahora la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) siempre había negado impactos adiciones causados por el mencionado dique de abrigo.
Pero el informe, una vez consultado a fondo por esta redacción, es mucho más amplio y entra más a fondo en otros impactos derivados de la actividad portuaria que no se han tenido en cuenta en la declaración de impacto ambiental (DIA) del año 2007, cuya validez está cuestionada por seis informes oficiales y pendiente de un recurso judicial.
Según afirma, “las playas de este estudio son hábitat de aves y tortugas, especies que se ven gravemente afectadas por un mal manejo” que puede llevar “a la degradación de los hábitats de anidación de las aves playeras y en consecuencia reducir el éxito reproductivo de estas especies”.
Para las tortugas, “la presencia humana y los cambios en la playa las afectan negativamente, ya que utilizan la arena como lugar de anidación” y añade: “Un riesgo adicional es la contaminación lumínica de los paseos marítimos, o como en el caso de la playa de Pinedo, la iluminación del puerto de Valencia, que tiene un impacto negativo en las crías de tortuga, ya que puede desorientar a las tortugas recién nacidas, alejándolas del mar y reduciendo su supervivencia”.
A pesar de los esfuerzos de reposición de arena y rehabilitación realizados hasta la fecha, el proceso no está completo: “Se pretende seguir revegetando las dunas mediante la reintroducción de vegetación dunar autóctona, estrategia implementada con éxito en iniciativas anteriores. Sin embargo, es importante tener en cuenta que a medida que actúan las mareas y se producen tormentas, es probable que la arena depositada se vaya eliminando progresivamente”.
Este escenario se ve exacerbado “por los efectos futuros previstos de eventos extremos debido al cambio climático en la región”. Además, debido a la elevada población en la zona, “parece poco probable una recuperación total del ecosistema en las condiciones actuales. Por lo tanto, sería más exacto referirse a este proceso como rehabilitación, ya que el ecosistema no podrá regenerarse en el entorno actual”.
El estudio afirma que “para una recuperación completa y efectiva, sería imprescindible plantearse un cambio integral en la ordenación y gestión territorial de la zona” y en este sentido “la propuesta de un Plan de Acción Territorial Litoral será crucial para garantizar una adecuada planificación territorial”. Este plan se debe reducir significativamente “la presión humana sobre el territorio, limitar el impacto de la masificación turística y considerar no sólo aspectos socioeconómicos, sino también consideraciones ambientales, como escenarios de cambio climático, biodiversidad y, sobre todo, la participación activa de la comunidad local en el proceso de toma de decisiones”.
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