“Va a ser muy importante la gestión” en estos momentos de superación de la pandemia y de reactivación económica y social. El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, insiste en esta idea en la entrevista con elDiario.es. Puig descarta una remodelación del Gobierno del Pacto del Botánico y confiesa que quiere acabar la legislatura sin adelanto electoral. En su opinión, los tiempos exigen “no hacer mucho ruido” y continuar en “la vía pragmática, la vía valenciana, de solución de los problemas de los ciudadanos.
En esta fase en que la sensación de la sociedad es que se ha superado la pandemia se celebra en Valencia el congreso federal del PSOE, pero dentro de un mes se celebra el del PSPV, que parece que será atípico porque no da la impresión de que vaya a ser conflictivo. No seguirá la tradición de los congresos de los socialistas valencianos... En el anterior congreso usted anunció que no volvería a presentarse a secretario general, ahora es el único candidato. ¿Cuándo se produjo su cambio de opinión sobre aquel anuncio?
En primer lugar, creo que las tradiciones no hay que seguirlas siempre…
Sobre todo esas.
Todo lo que se pueda mejorar, hay que mejorarlo, como la propia realidad pospandémica. Hemos de ir hacia una normalidad mejorada. ¿Por qué? Porque tenemos que aprender de lo que ha pasado. Hay cuestiones que han sido satisfactorias, dentro de la desgracia, como el aprecio a la ciencia o a la cultura. Quiero decir que tenemos que incorporar lo bueno, como también hemos de mejorar la salud pública. No podemos volver a lo que había. Lo digo a efectos de su planteamiento. En aquel momento la verdad es que creía que el mandato era suficiente, pero al mismo tiempo siempre he pensado que el liderazgo institucional y el liderazgo partidario han de estar claramente concertados. Es una manera de identificar claramente el liderazgo. Solo en algún partido ha funcionado, como en el PNV, pero en otros partidos nunca ha funcionado bien la bicefalia. Pienso que es más útil para la ciudadanía, teniendo en cuenta que el liderazgo institucional es fundamental porque la máxima responsabilidad de un partido es gobernar para cambiar las cosas. Por eso, una vez he sido reelegido presidente, he pensado que el liderazgo del partido tiene que ir al mismo tiempo que el liderazgo institucional.
¿Dado que el federal del PSOE y el del PSPV están tan cerca, el de los socialistas valencianos será un congreso seguidista? Nunca se han celebrado tan cerca…
Ha cambiado a veces, pero normalmente la cronología es parecida, quizás con varios meses de diferencia. Ahora de lo que se trata es de dedicarle el tiempo necesario a la organización, pero lo fundamental y básico, como le decía, el objetivo de un partido, es gobernar para transformar la sociedad. Y el nuestro, que tiene unos principios basados en la libertad, la igualdad y la fraternidad, y que está totalmente vinculado a la justicia social, lo que ahora tiene que hacer es ver cómo llevar adelante esos principios desde el gobierno. Conocemos todas las dificultades porque estamos gobernando, pero esa es la concepción que ha de guiar el próximo congreso.
Pasemos al gobierno, que, como usted dice, es lo que marca la aportación de un partido. ¿Cómo está a estas alturas el Gobierno del Pacto del Botánico (con Compromís y Unides Podem)? Alguna gente tiene la sensación de que en esta segunda legislatura hay más fricciones, menos sintonía, y que no funciona tan bien.
Este es un gobierno de coalición. No ha habido demasiada tradición en España -desde luego, aquí era mínima- de gobiernos de coalición. Nosotros somos el gobierno más estable de coalición que ha habido hasta ahora en España. Obviamente, procedemos de distintas formaciones políticas, dos coaliciones y un partido. Hay momentos en los que no todos pensamos exactamente igual. En gobiernos de mayoría absoluta también pasa. Cuando el responsable de un departamento observa el conjunto desde su punto de vista…. Todo el mundo quiere hacer más cosas. Siempre que se da un debate presupuestario hay problemas. ¿Por qué? Porque totos quieren incorporar al proyecto presupuestario más cosas. Y existen limitaciones. Pero dicho esto, nosotros tenemos un concepto claro de lo que es la lealtad a los valencianos, que ha sido compartido por el Gobierno, y de lo que significa el progreso de los valencianos en un proyecto que ahora adquiere una dimensión de aceleración de la modernización de la Comunidad Valenciana porque, además, vamos a tener los fondos europeos. En estos momentos, la gestión es clave.
Concretamente hay tres discrepancias, los presupuestos, la tasa turística y la ampliación del puerto de València, que son las que más fricciones crean. ¿Cómo las van a salvar?
En estos momentos se está hablando y buscando las aproximaciones que siempre se producen en la elaboración de los presupuestos. Eso ocurre en un año muy complejo, porque están los fondos europeos y, además, el dibujo fiscal está sin considerar definitivamente. Creo que hay buena voluntad por parte de todos los representantes de las fuerzas políticas para conseguir un buen presupuesto. El objetivo es un buen presupuesto para acelerar los procesos de transformación que necesita la Comunidad Valenciana, para blindar el Estado del bienestar y avanzar en el gran objetivo, que es el empleo. El empleo hace que cada persona pueda desarrollar su proyecto de vida. Somos la comunidad autónoma que, desde 2015, más ha avanzado en empleo. Lo que ocurre es que tenemos muchos problemas derivados del momento económico. Me preocupa mucho la cuestión energética, que está afectando al tejido productivo y puede generar problemas al desarrollo de la recuperación, que ha ido muy bien y está bajo observancia por este problema.
¿Y la tasa turística y la ampliación del puerto?
La tasa turística hay que abordarla desde un debate sereno y no identitarista…
Es un debate que dura ya seis años.
Sí, pero en este momento la oportunidad es discutible, después de lo que ha sufrido el sector turístico. A partir de ahí, hay que ver cómo se acomoda un impuesto a una realidad concreta. No es, a mi parecer, una cuestión ideológica. Es un impuesto que se sitúa en el espacio del turista y que, en un momento determinado, en según qué sectores afecta mucho y en otros no afecta nada. Hay que buscar una fórmula flexible en su implantación y hay que entender, además, cuál es la oportunidad. Adaptarla al territorio es fundamental. Por otra parte, en España se está produciendo una reflexión sobre la nueva fiscalidad. Estamos viviendo de unos modelos impositivos, de una realidad fiscal, que han sido superados por la historia. Existen nuevos elementos de fiscalidad como los impuestos verdes que deben encontrar una coordinación. Y sobre la ampliación del puerto, como cualquier infraestructura, ha de generar empleo y crecimiento sostenible. Si eso es posible con esta ampliación en esas condiciones, se tendrá que hacer y, si es posible en otras condiciones, se tendrán que hacer con otras condiciones. De todas maneras, hay otros temas, en el ámbito social, en los que no tenemos acuerdo. Pero somos un gobierno que ha de situar el interés general y tener una posición para este tiempo. No quiere decir que las posiciones sean para siempre. Hay que huir del dogmatismo.
Ha habido un cambio en su Gobierno, el del vicepresidente segundo, que ha venido propiciado por las dinámicas internas de Unides Podem. Pero siempre está ahí la posibilidad, la especulación, sobre cambios pensados desde la presidencia. ¿Tiene en la cabeza alguna remodelación de aquí al final de la legsilatura? ¿Y esta legislatura será completa o habrá un adelanto electoral?
Respecto a la primera cuestión, me siento cómodo con este equipo y no creo que sea una urgencia el cambio de gobierno. En el momento en que pueda producirse una situación de reimpulso del gobierno y haga falta, se hará. Pero lo que corresponde en este momento es preparar unos buenos presupuestos y acelerar la salida de la pandemia y la reactivación económica y social. Por tanto, no veo que sea el momento oportuno para una crisis de gobierno. Va a ser muy importante la gestión. Y a mi me gustaría acabar la legislatura, sinceramente. Al final, los tiempos políticos deben acompañar a la los de la agenda, con la superación definitiva de la pandemia y la reactivación económica y social. Por tanto, no tenemos que hacer mucho ruido. Hemos de continuar en una vía pragmática, la vía valenciana, de solución de los problemas de los ciudadanos.
Hablando de pragmatismo. Europa ha abandonado el dogmatismo neoliberal con los fondos europeos. ¿Cómo impactarán en las cuentas públicas y en la reconstrucción?
Ha abandonado el dogmatismo. La gran noticia de esta crisis ha sido la diferente respuesta en comparación con la anterior crisis, tanto de Europa, como del Gobierno español, como de la Generalitat. La anterior respuesta fue de restricción, de lo que se denominó el austericidio. Ahora la respuesta es expansión. Y esa liberación de las reglas fiscales ha favorecido que la recuperación sea más rápida, a pesar de que continuan problemas del pasado, como la desiguladad, que no se habían resuelto de la anterior crisis. Lo que me preocupa es en qué condiciones se va a producir esta nueva versión de la Unión Europa. Lo que es cierto es que la salida de la crisis ahora es socialdemócrata y neokeynesiana. Me gustaría que se consolidara a medio y largo plazo. Durante años no estaremos en condiciones de abordar un equilibrio presupuestario que es necesario, porque la deuda la paga alguien en algún momento y hemos de ser muy responsables. No se trata de endeudarse por endeudarse. Se trata de que el endeudamiento vaya en consonancia con la transformación de la economía.
¿Cómo se trasladará ese ‘New green deal’, ese keynesianismo verde, a lo que queda de legislatura?
En algunas cuestiones concretas, de inmediato. Lo que resulta cierto es que necesitamos el impulso y la energía económica de la Unión Europea. Pero hay una concepción general. Las leyes de carácter medioambiental que se están preparando van en esa dirección. Se trata de un proceso de transformación que asocie la economía directamente al medio ambiente.
El pacto del Botánico planteó desde el principio la recuperación de la gestión pública de los hospitales que en la época del PP se pusieron en manos privadas. Ya se recuperó el de Alzira y ahora el de Torrevieja, pero en medio de una tensión muy fuerte con la empresa concesionaria. ¿Qué opinión tiene sobre la reacción de la concesionaria ante este tipo de medidas que se seguirán tomando, tal como han anunciado, a medida que caduquen los contratos?
Lo que se ha producido es una situación de normalidad. Me gustaría que todo el mundo entendiera que no ha habido un rescate como tal. Ha habido un contrato que ha acabado y que no se prorroga ni se saca a concurso privatizado. Cualquier concesionario sabe que tiene durante unos años una concesión que acaba y vuelve a concurso. Es cierto que en la Ribera [en la época del PP] se hizo un contrato, renunció la empresa y volvió a salir a concurso con más dinero y se le adjudicó. Ahora la Generalitat ha actuado de manera absolutamente leal, honrada y honesta. Ha dicho en todo momento cuál era la hoja de ruta: que no queremos una sanidad privatizada. ¿Es eso una decisión política? Sí. ¿Es una decisión legítima? Sí. Lo normal es que cualquier empresa entienda y aplique las reglas del juego con lealtad. Eso es lo que se pide a cualquier empresa. Y si ha hecho un servicio unos años y se acaba el contrato, la Generalitat tenía dos opciones: incorporarlo al sistema o sacarlo otra vez a concurso. Y ha decidido. Por tanto, respeto absoluto a la empresa, pero también a las reglas del juego. Quien no las respeta no es fiable.