La vida actual está rodeada de tecnología. Son muchos los dispositivos que, prácticamente, cualquier persona utiliza a diario: ordenadores, portátiles, tablets, móviles y un largo etcétera. Más aún, tras el confinamiento del pasado año, cuando estas herramientas nos ayudaron a teletrabajar, estudiar desde la distancia o reunirnos con nuestros seres queridos.
Pero, desde hace unos meses, la industria tecnológica advierte de una reducción en la oferta de sus productos. La alta demanda de dispositivos electrónicos parece estar colapsando la producción de semiconductores.
Según Reuters, 2020 pudo cerrar el año con más de 300 millones de ordenadores vendidos, un 15% más que en 2019. Unas cifras que no se alcanzaban desde 2008, cuando se alcanzó alrededor de las 250 millones de unidades vendidas por año.
El informe anual de Canalys indica que el mercado de las tablets fue uno de los que incrementaron más sus ventas con 160 millones de unidades vendidas. Esto supone ni más ni menos que un crecimiento del 28% en el mercado de las tablets que, en concreto, llevaba desde 2015 en caída libre.
En total, y según Canalys, se estaría hablando de más de 460 millones de dispositivos vendidos entre tablets y ordenadores. 2021 tampoco ha empezado con mejor pie: Canalys informa de un aumento del 27% en el envío mundial de teléfonos inteligentes en el primer trimestre de este año. Es decir, 347 millones de móviles entregados.
Hay incluso mercados que pueden parecer minoritarios, como lo son los auriculares inteligentes o los wearables, que han visto como sus ventas crecían como la espuma. En el caso del primero, han vendido 432 millones de unidades -un 20% más que en 2019-; mientras que los segundos han superado las 185 unidades -un 10% más-.
“¿Cuál es el problema de todo esto? Que los fabricantes no han sido capaces de dar abasto esta demanda”, resume Ignacio Mártil, catedrático de Electrónica en la Universidad Complutense de Madrid.
La clave: pocos fabricantes
Ignacio Mártil explica que “el crecimiento de la industria electrónica viene de bastante atrás”, pero que “la pandemia” ha supuesto un aumento significativo de la demanda. Norberto Mateos, director general de Intel Iberia, ilustra este aumento asegurando que “Intel ha duplicado en estos últimos dos años la producción de obleas -término que hace referencia a la lámina de material semiconductor-”.
“Durante este último trimestre, hemos aumentado un 50% el envío de notebooks, por ejemplo”, asegura Mateos. Pero, ¿por qué Intel? “Hay muchos fables [diseñadores] que no fabrican nada, solo diseñan”, explica Mártil, que pone como ejemplos a NVIDIA, AMD o Huawei.
“Una vez diseñan, se lo envían a los fabricantes y de estos hay varios. Pero solo hay tres capaces de hacer chips de ‘alta vanguardia’: Intel, Samsung y TSMC”, explica Ignacio Mártil. Un número que se ha reducido bastante en los últimos años.
En el año 2001, eran 18 las empresas capaces de crear “chips de vanguardia”, pero el grupo que se ha ido reduciendo hasta las tres actuales. Esto crea un efecto “embudo”, ya que son decenas las empresas que dependen de estos fabricantes para sacar sus modelos al mercado.
Afectados colaterales fuera del PC y los móviles
“Son todos los dispositivos que nos rodean los que utilizan semiconductores”, asegura Norberto Mateos. Tablets, televisores, algunos electrodomésticos… y automóviles.
Como dijo Mártil anteriormente, en la actualidad hay “tres fabricantes” capaces de construir los chips “más potentes del mercado”: Intel, TSMC y Samsung, y la alta demanda de dispositivos electrónicos ha provocado que estos “tengan que priorizar”, en palabras del académico.
“La demanda de dispositivos de alta gama ha repercutido en la cadena de producción del resto de productos; es decir, los productos que no son 'alta tecnología' pero que también fabrican ellos”, asegura el catedrático que pone como ejemplo “la industria del automóvil”.
En España, por ejemplo, la fábrica de Ford en Almussafes (Valencia) anunció el pasado 21 de abril que habían citado a los sindicatos para aplicar un ERTE “hasta julio” por la falta de chips. SEAT se encuentra actualmente en un ERTE, que previsiblemente terminará el 30 de mayo, por el mismo motivo.
“Básicamente, han tenido que decidir: si fabrican el procesador del Mate 40 o el de un coche, que es mucho más barato”, explica Ignacio Martil, que asegura, también, que “ya han decidido”. “El salpicadero puede llevar un chip, por ejemplo, pero le da mucho menos beneficio que el de otros dispositivos”, añade a modo de ejemplo.
¿Por qué no se abren más fábricas?
A la pregunta de por qué no se abren más fábricas, Mateos responde sin circunloquios: “Las fábricas de chips son extremadamente caras”. Seguidamente explica que la inversión inicial de dos de estos centros que quieren abrir en Arizona (Estados Unidos) “asciende hasta los 20.000 millones de dólares”.
“Además del dinero, hay que saber hacerlas, llenarlas de personal super-cualificado y se tarda bastante tiempo”. Así, “en la extensión para 7 nanómetros de la fábrica de Irlanda, se calcula un periodo de construcción de tres años hasta ponerla en marcha”. Mateos achaca esto, entre otros motivos, a que hayan pasado de ser “decenas de fabricantes a tres”.
“¿Quién es capaz de invertir más de 10 mill millones de dólares y tener que esperar tres o cuatro años para, entonces, tratar de colocarte en el mercado?”, asegura Mártil, que comparte la postura de Norberto sobre la inversión inicial.
Además, estos centros están muy localizados en Asia. Según un informe elaborado por la Asociación de la Industria de Semiconductores (SIA), en 2020 un 73% de los chips se fabricaron en esta región frente al 9% que ocupa Europa o el 12% de Estados Unidos.
Un número que, según el propio informe, no ha parado de crecer desde 1990, cuando Europa era el centro logístico con el 44% del mercado y Estados Unidos tenía el 37%. Tampoco se espera que caiga, ya que se prevé que en 2030 la cuota de mercado asiática sea del 77%.
Aun así, según adelanta Norberto Mateos, desde la Unión Europea se están reuniendo con Intel, entre otros, para tratar de promocionar la creación de estos centros. “Hay un enorme interés por parte de las autoridades en volver a tener estas fábricas en suelo europeo; no solo por la inversión directa, sino también por los ecosistemas que se crean alrededor de estas”, explica.
Una oferta “ingente” de modelos
Ignacio Mártil también destaca lo infantil de la necesidad de “tener en el bolsillo el último grito en móviles en cuanto sale al mercado”. “Es un delirio, cada vez que cierta marca saca un nuevo modelo, el cliente occidental corre a comprarlo sin demora, y el actual, al cual probablemente apenas hayan sacado partido, se abandona”, resume.
Por ejemplo, solo Xiaomi, marca que llegó a España en 2017, tiene planes para lanzar cerca de una decena de modelos en 2021. “Es bueno, y necesario, hablar de la sostenibilidad”, explica Norberto Mateos que cree que debería ser “uno de los principales parámetros”“ a los que enfrentarse en este mercado. ”En el PC hemos pasado de ciclos de renovación de cinco o seis años a dos o tres“, apostilla.
Cómo te puede afectar esta crisis
Hay algunos mercados, como el del automóvil que hemos mencionado antes, que están viendo cómo sus cadenas de producción se paralizan. Hay plazos de entrega, dependiendo del modelo, de entre seis y doce meses al comprar un coche.
Hay otros, como el de las tarjetas gráficas, que también se han visto especialmente afectados. NVIDIA, el segundo distribuidor más grande en este sector, confirmó a PC World el pasado febrero que habían empezado a fabricar modelos antiguos de incluso dos años atrás.
Pero, todo esto, ¿cómo puede afectar al usuario final? En las primeras semanas de confinamiento se pudo ver cómo un sector muy concreto del mercado se vio muy afectado: las webcams. Ante la necesidad de teletrabajar o estudiar desde casa, las webcams vieron cómo aumentaba un 179% su demanda a nivel mundial.
Esto tuvo algunas consecuencias, como un tiempo de entrega mucho mayor al habitual, alcanzando incluso mes y medio tras pedirla; o en el peor de los casos, un aumento significativo de precio. Ignacio Mártil no cree de todos modos que, al menos en el corto y medio plazo, afecte esto especialmente al usuario medio.
“Salvo que se quiera comprar el último móvil, no lo debe notar demasiado, ya que solo debería alterar la dificultad de conseguir un producto”, dice. Aun así, Mártil advierte de la posibilidad de una subida de precios “artificial”: “Esto es una economía de mercado, la especulación va a jugar, seguro que hay distribuidores con stock de determinados dispositivos que subirán el precio”.
Precisamente a este respecto, en la publicación digital especializada Xataka, dos empresas españolas afirmaban que los precios están “multiplicándose hasta por un 35%” y que esto podría llegar a “doblar su coste”.
Norberto Mateos, por su parte, cree que es “difícil” saber cómo puede afectar al precio. El director general de Intel Iberia explica que en el caso de España puede estar habiendo una especial falta de “dispositivos de entrada, sobre todo ordenadores”.
“Al comienzo de la pandemia, se compraron cientos de miles de PCs dedicados a Educación”, asegura Norberto Mateos. En este caso, se buscaba rentabilizar mucho el presupuesto, por lo que querían adquirir el mayor número de equipos por el menor precio posible.
“Esto provocó que toda nuestra capacidad de fabricación de dispositivos de gamas bajas se drenara en gran parte a Educación, lo que supuso que hubiera una clara falta de ordenadores de este tipo y pudiera haber una sensación de subida de precios”, explica el director general de Intel Iberia.
“Las estrategias de cada fabricante van a variar. Algunos aprovecharán esto para ganar cuota de mercado, otros margen. Lo que sí está claro es que durante uno o dos años más habrá esta escasez”, concluye Norberto Mateos.
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