Si no ves este contenido puede deberse a la carga en tu dispositivo móvil. Haz clic aquí para recargar la página.
Cuando hablamos de artritis no nos referimos a una única enfermedad. Este término incluye más de 100 tipos de artritis y otras afecciones relacionadas, como osteoartritis, espondilitis anquilosante, gota, artritis psoriásica y artritis reumatoide. El factor común de todas ellas es que afecta las articulaciones, las zonas donde los huesos se unen y se mueven.
Cómo y a quién afectan los distintos tipos de artritis
Los síntomas más comunes que suele presentar la artritis son hinchazón, dolor, rigidez y disminución del rango de movimiento. No siempre se manifiestan de la misma manera, sino que pueden ir de leves a graves y pueden aparecer y desaparecer. Algunos incluso pueden permanecer durante varios año y progresar y empeorar con el tiempo. Estos síntomas se concentran sobre todo en áreas como los pies, las manos, las caderas, las rodillas y la espalda baja.
Las enfermedades articulares afectan más a mujeres que a hombres, siendo estas tres de cada cuatro personas afectadas, y tienen su pico entre los cuarenta y los sesenta años. Además, pueden tener numerosos orígenes. En España se estima que unas 300.000 personas sufren artritis reumatoide, uno de los muchos tipos de artritis y afecciones reumáticas que existen, según datos del estudio EPISER de la Sociedad Española de Reumatología (SER). En este caso, el sistema inmunológico ataca a las articulaciones, que pueden enrojecerse e hincharse si no se tratan.
En la mayoría de los casos, tras un diagnóstico, médicos y enfermeras nos ayudarán a lo largo del camino en el tratamiento de la enfermedad. Pero hay otros profesionales médicos que pueden tener un gran impacto en la salud y el bienestar de una persona que sufre artritis, como los fisioterapeutas. Como reconoce el Colegio de Fisioterapeutas de Cataluña, “la fisioterapia tiene que formar parte del equipo multidisciplinar que puede ayudar a controlar la artritis”.
Y es que uno de los objetivos del tratamiento de la artritis es reducir la intensidad del dolor y mantener en la medida de lo posible los rangos de movimiento durante los brotes de inflamación. La fisioterapia, por tanto, juega un papel importante en este sentido, como han querido destacar los profesionales del gremio este último Día Mundial de la Fisioterapia, que se ha celebrado el 8 de septiembre y que ha centrado su mirada en algunas formas de artritis inflamatoria, incluida la reumatoide.
El ejercicio guiado, clave en todas las formas de artritis
La artritis inflamatoria, que abarca la artritis reumatoide y la espondiloartritis axial, está directamente relacionada con el dolor. Se trata de trastornos autoinmunes que se caracterizan por una inflamación crónica en las articulaciones y los tejidos circundantes, lo que contribuye directamente al dolor, como admite la Federación Europea del Dolor (EFIC).
Son varias las investigaciones que demuestran que el ejercicio terapéutico tiene un impacto significativo en la capacidad funcional de la mano, la movilidad y los desplazamientos, según una revisión de varios estudios. Es más, la actividad física que no implique esforzar las articulaciones –caminar, ir en bicicleta y nadar— puede llegar a aliviar y mejorar la función, el estado de ánimo y la calidad de vida, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
La actividad física y el ejercicio regulares son, como informa la Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF), importantes en el tratamiento de todas las formas de artritis inflamatoria, incluida la artritis reumatoide y la espondiloartritis axial y, además, “ofrecen numerosos beneficios para la salud”.
Es importante, por tanto, mantenerse activo, aunque a muchas personas les preocupa que el ejercicio aumente el dolor o dañe las articulaciones. Sin embargo, las articulaciones están diseñadas para moverse y la inactividad lo que hace es debilitar los músculos. La fisioterapia se centra en la capacidad del cuerpo para realizar movimiento, que puede ser cualquier cosa, desde sentarse y levantarse de una silla hasta subir escaleras, caminar, practicar algún deporte o realizar actividades de ocio.
El objetivo del tratamiento fisioterapéutico en la artritis es mejorar la movilidad y restaurar el uso de las articulaciones afectadas, aumentar la fuerza para soportarlas y preservar la capacidad para realizar las actividades diarias.
En el caso de la osteoartritis, la afección articular más común que se suele padecer sobre todo en las rodillas, las caderas y las manos, el ejercicio es un tratamiento de primera línea para aliviar el dolor y ayudar a quien la sufre a mejorar el movimiento de las articulaciones y fortalecer los músculos. Es fundamental que las personas con osteoartritis se mantengan lo más activas posible porque les ayudará a reducir otros síntomas y a mantenerse independientes.
En estos casos es importante conocer qué ejercicios pueden realizarse. Y aquí es donde entra en juego el papel del fisioterapeuta, que es el que diseñará un programa de ejercicios específico para cada persona para mejorar la flexibilidad, la coordinación y el equilibro.
Los fisioterapeutas nos pueden enseñar la postura y la mecánica corporal adecuadas para las actividades diarias para aliviar el dolor, cómo usar aparatos ortopédicos para sostener las articulaciones, indicarnos el uso de plantillas para zapatos para aliviar la tensión en las extremidades inferiores si es necesario y el uso de terapia de frío y calor para aliviar el dolor y la rigidez de las articulaciones.
El trabajo en fisioterapia puede incluir, por tanto, varias estrategias:
- Elaborar un programa de ejercicios adaptado.
- Aumentar la fuerza, la resistencia y la movilidad.
- Encontrar un equilibrio entre el descanso y la actividad.
- Controlar la inflamación y la rigidez.
- Modificar actividades en el trabajo y en casa.