Si tu can teme a los petardos, no es el único. Un reciente trabajo revela que la mitad de nuestros compañeros peludos los temen. Esto significa que más de 2,5 millones de perros que viven en un hogar o protectora en España entran en pánico cuando empiezan los petardos y los fuegos artificiales. Para colmo, aquí está la noche de San Juan con sus hogueras, sus tracas, sus mascletás, su coca y su cava: noche de eternas de explosiones, luces estridentes, flashes y destellos...
Es el ambiente perfecto para aterrorizar a un perro. Y también a algunos de nosotros. Los sonidos fuertes anticipan a veces que un evento violento o catastrófico se avecina. Sea un árbol que se cae, un fogonazo acompañado de un estrépito o el rugido potente de un gran animal, un sonido alto suele avisar de un peligro inminente. Son sonidos que nos estresan y ponen en alerta.
Especialmente a nuestros amigos, ya que sus oídos son al menos cuatro veces más potentes que los nuestrosal menos cuatro veces más potentes que los nuestros. Además, oyen un montón de sonidos que a nuestros relativamente insensibles oídos les pasan desapercibidos (sobre todo, las frecuencias más altas). Así, un bombazo que percibiríamos a, pongamos, 24 metros de distancia, tu can lo oirá como si se hubiera producido a seis metros.
Mi amigo tiene pavor a los petardos, ¿puedo remediarlo?
El miedo a los petardos no va a desaparecer solo. Más bien, todo lo contrario. Un estudio de 2015 concluyó que los perros mayores suelen temer aún más a los estallidos. Lo que sugiere que, lejos de acostumbrarse, su miedo crecerá a medida que pase más navidades ruidosas, o tormentas o estridentes celebraciones de fútbol.
Un estudio reciente publicado en la revista científica PLoS One determina que podemos evitar que la angustia a los ruidos y explosiones surja en nuestras mascotas; incluso es posible ayudarlos a superar el miedo, al menos a paliarlo, una vez que lo sufran. Para lograr que dejen de ver el despliegue de petardos y fuegos artificiales como un evento tan traumático, y lo vean como un suceso más agradable, existen dos técnicas principales:
- la desensibilización
- el contracondionamiento
Es decir, exponemos a nuestro amigo al ruido de los petardos, poco a poco, mientras que le damos algo positivo, como un premio o su juguete más especial: de este modo aprende a asociar las explosiones con un evento feliz. No son métodos infalibles, pero suelen funcionar: una investigación de 2018 concluye que el 70% de los perros mejoran y reducen con su miedo a los petardos.
Enseñar al perro a no temer
La desensibilización es el proceso a través del cual intentamos que nuestro perrete perciba los estruendos y ruidos como un suceso neutral: es decir, como algo de lo que no debe preocuparse. Para ello, podemos poner en los altavoces del equipo de música un sonido de fuegos artificiales a un volumen muy bajo, tan suave que se escuche como un ligero sonido de fondo que tu amigo sea capaz de ignorar.
Hay que empezar por la pista sonora que menos asuste a tu amigo. Podemos encontrar vídeos de fuegos artificiales, en YouTube o en sitios como esteen sitios como este. Durante las próximas semanas o meses podemos incrementar el volumen de ese sonido. El secreto es no aumentar la intensidad demasiado rápido para que revertir la adaptación.
Aun así tu perro regresará al pavor, con mucha seguridad, cuando la traca final de los fuegos sea real o los petardos de las celebraciones de San Juan resuenen por la ventana. Y aquí entra la segunda técnica: el contracondionamiento.
Con ella, vamos a intentar que nuestro amigo de cuatro patas asocie las explosiones con la llegada inminente de una placentera recompensa. Para lograrlo, espera a que los fuegos suenen y, solo entonces, saca la bolsa de premios comestibles preferida o su juguete preferido. Pero recuerda guardarlo de nuevo tan pronto como el sonido cese; y vuelve a sacarlo en cuanto reaparezca.
Incluso así no te fíes. Y asegúrate de que tu camarada peludo está a salvo de fuegos y petardos en todo momento. Si vas a salir, recuerda atar a tu perrete, revisa que esté debidamente identificado con microchip y añade una plaquita con su nombre y tu teléfono, no sea que tengas un susto. En casa, además, prepárale una habitación segura donde refugiarse: mantenla accesible en todo momento.