Carga magnética o cables de carga, ¿qué es mejor para tu modelo de teléfono?
Si eres fiel a Apple, la carga inalámbrica está disponible desde el iPhone 8. En el caso de Samsung, el modelo Galaxy S6 fue el primero en incorporarla. Para Google fue el Pixel 3, y ahora es algo común en la mayoría de los teléfonos inteligentes de gama media. Por lo general, los cargadores inalámbricos, una especie de plataforma imantada, se venden aparte, y pueden llegar a ser caros. ¿Merece la pena invertir en este tipo de cargadores o es preferible seguir con los cables?
Las ventajas de la carga inalámbrica
La carga inalámbrica no es magia, ni nada nuevo. Si tienes un cepillo de dientes eléctrico, es muy probable que se cargue de este modo, y así ha sido la norma desde hace décadas. En este caso fue por necesidad: el conector del cable hacía muy fácil que entrara agua y provocara daños. Pero la tecnología no ha cambiado sustancialmente y es la misma que opera en el caso de los teléfonos móviles y otros dispositivos.
Si recordamos la física del instituto, los campos magnéticos variables generan corrientes eléctricas y las corrientes eléctricas variables, campos magnéticos. Este es el fenómeno de inducción electromagnética, descubierto por Michael Faraday en el siglo XIX.
La base de carga contiene una bobina que, al conectarse a una fuente de electricidad, crea un campo electromagnético alterno. Dentro del teléfono móvil hay otra bobina diseñada para trabajar con esta tecnología. Cuando el teléfono se coloca sobre la base de carga, la bobina del teléfono se encuentra dentro del campo electromagnético creado por la base y se induce en ella una corriente eléctrica que carga la batería.
Los teléfonos inteligentes y las bases de carga incluyen circuitos de control que comunican entre sí para regular la cantidad de energía transferida. Esto asegura que el teléfono no reciba más energía de la necesaria, lo que ayuda a preservar la vida útil de la batería y evitar el sobrecalentamiento. También hace que determinadas marcas, como Apple, puedan limitar la carga rápida si se utilizan dispositivos no compatibles.
La tecnología de carga inalámbrica más común utilizada en teléfonos móviles es el estándar Qi (pronunciado “chi”). Este estándar es compatible con la mayoría de los dispositivos y bases de carga inalámbricos disponibles en el mercado. La carga inalámbrica ofrece comodidad, pero generalmente es más lenta que la carga con cable, y menos eficiente, generando más calor. Sin embargo, la tecnología continúa mejorando, y las velocidades de carga inalámbrica están aumentando con el desarrollo de nuevos estándares y tecnologías.
También hay que tener en cuenta que abusar de la carga rápida puede acortar la vida de las baterías de litio. Por la noche, y especialmente con los modelos que tienen carga adaptativa, un cargador inalámbrico puede ser una buena opción.
Los cables de carga: incómodos pero eficaces
Si cargamos nuestro teléfono con un cable encontraremos ventajas, pero también inconvenientes. Los cables de carga proporcionan una conexión directa entre el dispositivo y la fuente de energía, lo que resulta en una transferencia de energía más eficiente comparada con la carga inalámbrica. Esto se traduce en una carga más rápida y menos calor.
Además, los nuevos estándares de conectores USB-C han conseguido aumentar la velocidad de carga en los últimos años, controlando a la vez las posibles sobrecargas que podrían dañar la batería. Muchos smartphones actuales pueden cargar una gran parte de su batería en menos de una hora.
Los cables de carga, especialmente los USB, son universalmente compatibles con una amplia gama de dispositivos. Apple era la oveja negra, pero las regulaciones europeas obligaron a la compañía a adoptar el estándar USB-C en su iPhone 15. Esto quiere decir que, a partir de ahora, la práctica totalidad de los nuevos teléfonos del mercado se podrán cargar con el mismo cable.
Los cables, a pesar de sus ventajas, son engorrosos. Se enredan y pueden sufrir desgaste con el tiempo, especialmente con el uso frecuente, lo que puede provocar una conexión inestable. Los puertos de carga son una puerta abierta en los dispositivos en la que se acumula el polvo y la humedad. Además, nunca están ahí cuando más los necesitamos.
Por último, los cables de carga contribuyen en gran medida a la basura electrónica debido a que, en los últimos años, los avances han hecho que pasemos por varios estándares tecnológicos provocando que, por ejemplo, los cables micro USB ya se consideren obsoletos. Por si fuera poco, cada vez que compramos un dispositivo electrónico lo acompaña un nuevo cable que termina olvidado en un cajón.
Cómo conseguir carga inalámbrica rápida
La velocidad de la carga inalámbrica está limitada en muchos casos. El principal factor es la potencia del adaptador de carga, medida en vatios. Los más pequeños ofrecen unos 5 W de potencia, mientras que los más potentes suelen tener unos 20 W. Con un adaptador de 20 W y un cable adecuado, es posible cargar uno de los nuevos modelos de iPhone al 50% en unos 30 minutos, o completamente en una hora.
Apple y otros fabricantes ya no incluyen adaptadores de carga en sus teléfonos, por la que debemos asegurarnos de que el que usamos proporcione al menos 20 W. Sin embargo, de poco servirá con un cargador inalámbrico que utilice el estándar de mercado Qi, ya que están limitados a 7,5 W, por lo que la carga será mucho más lenta, pasando de las dos horas.
Esto obliga a comprar los cargadores de la marca para obtener carga inalámbrica rápida, que está alrededor de una hora. Por ejemplo, el cargador MagSafe para iPhone proporciona 15 W, con los que la carga es el doble de rápida que con el estándar Qi. Los Samsung Galaxy S22 y Galaxy S23 son los primeros modelos que permiten carga inalámbrica rápida, pero de nuevo esta solo es factible con un cargador y un adaptador Samsung original de 25 o 45 W. Lo mismo ocurre con los Google Pixel, que requieren el adaptador de carga inalámbrica Pixel Stand 2, que ofrece hasta 21 W de potencia.
Los estándares de carga inalámbrica todavía son nuevos, y pasará algún tiempo hasta que se consigan estandarizar, como ha ocurrido ahora con los cables. Sin embargo, a pesar de sus inconvenientes, en el futuro próximo prometen librar a los consumidores del engorro de los cables y al medio ambiente de la basura que producen.
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