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5 trucos para alargar la vida de tus plantas de interior

Eva San Martín

26 de septiembre de 2021 21:34 h

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Puede que sea fácil matar una planta, pero no por ello resulta menos frustrante. Cuando después de meses de mimos, tu maceta empieza a marchitarse, no es extraño que te invada una sensación de desconsuelo.

O, tal vez, peor todavía: ¿te ha ocurrido que has matado una planta grande pocas semanas después de traerla a casa? (y probablemente, tras pagar un buen dinero por ella). No hay recetas mágicas, pero sí existen algunos trucos fáciles de seguir que pueden evitarte el mal trago. Y con los que conseguirás alargar la vida de esas plantas que ya tienes o quieres meter en casa.

1. Coloca tus plantas a entre uno y dos metros de la ventana 

Se trata de una regla general, pero esta franja suele cumplir las condiciones de “lugar luminoso pero alejado de la luz directa” que tantas veces leemos en las etiquetas. Y funciona para la mayoría de las plantas de interior que tanto nos gustan: incluidas las monsteras, los potos y las orquídeas.

Ahora bien: si tu único espacio disponible es un ventanal enorme, del suelo al techo, y que mira al sur, no escojas una planta que necesite sombra frecuente, como un helecho; porque (literalmente) lograrás que se te achicharre.

Y lo contrario: si solo cuentas con una ventana pequeña orientada al oeste o al norte, que recibe luz moderada tirando a poca, no te lleves a casa un cactus gigante, amante del sol. Mejor, opta por una de estas siete plantas estupendas para un rincón oscuro

2. No te compliques: escoge plantas (casi) inmortales. 

Si tienes una planta concreta en la cabeza, asegúrate de conocer los cuidados que precisa antes de llevártela a casa. Un ejemplo de planta muy demandada, pero también muy exigente: la higuera violín (Ficus lyrata), que se ha convertido en la reina del momento en Instagram, por sus enormes y objetivamente bonitas hojas.

Pero, a cambio, te pedirá que mantengas tanto su tierra como sus hojas húmedas en todo momento. Algo no siempre sencillo de conseguir, sobre todo, si solemos pasar alguna que otra semana de vacaciones fuera de casa.

Seamos realistas: si sabes que te vas a olvidar de regar ese tan delicado helecho de maidenhair (técnicamente Adiantum raddianum, y otro de los reyes del momento), póntelo fácil; y, en su lugar, escoge una planta que se ajuste más a tu ritmo.

Aquí tienes siete plantas facilonas y casi inmortales, aptas para manazas, como la cinta o planta araña, el poto y el lirio de la paz. Otra opción facilona: mete una planta suculenta en el salón. Cualquiera de ellas soportará con estoicidad tus descuidos.

3. No te pases con la regadera

Si quieres dejar de matar plantas, controla tus impulsos con la regadera. De hecho, el exceso de agua es la causa de muerte más reconocida de las plantas de interior; mucho más que su defecto.

El exceso de humedad machaca las células vegetales, y tapona los conductos de circulación del aire bajo tierra, lo que conseguirá que tu planta comience a pudrirse y muera, literalmente, ahogada. [Si es tu caso, aquí tienes los trucos para rescatar una planta ahogada.]

Aunque hay plantas que te pedirán que las mantengas siempre húmedas (ya hemos hablado de los helechos o de la higuera violín; pero también te lo requerirán las plantas acuáticas o aquellas de medios pantanosos), la inmensa mayoría preferirá que te controles.

Hay una regla sencilla para saber cuándo regar: espera a que la tierra esté seca. En caso de duda, utiliza este truco: introduce un dedo en la tierra hasta la segunda falange. Si está seca, te toca regar. En caso contrario, espera unos días más.

4. Dales espacio para crecer

Si cambias de maceta tus plantas, y las trasladas a un recipiente un poco más grande, crecerán más. Primero porque estrujar sus raíces en una maceta diminuta constituye un crimen vegetal. Además, como regla general, la mayoría de las plantas prefiere vivir en una maceta cuyo diámetro sea cinco centímetros superior al de sus raíces.

Este espacio libre permitirá a las raíces alimentarse a su ritmo natural, mientras que facilita el desarrollo de nuevas raíces que, a medio plazo, harán que también la parte aérea (hojas, tallos) aumente de envergadura. Si tienes dudas para escoger el tamaño de las macetas, aquí tienes las respuestas. 

5. Y no te olvides de dar a tus plantas “de comer”

Aprovecha estos traslados de maceta para cambiar la tierra (o sustrato), ya que es más que probable que lo necesite. Y, puesto que el suelo constituye el alimento de tus plantas (además de su soporte físico), conviene comprar una nueva bolsa de abono orgánico de calidad y, cada primavera, hacer la ronda y colocar una capa nueva encima.

Un consejo: evita la tierra de jardinería con turba. Buena parte de la tierra que nos venden es turba (en lugar de compost o sustrato a secas). Y, para obtenerla, se están esquilmando las turberas de Escocia, China y Rusia, un ecosistema escaso, que apenas constituye el 3% de la superficie terrestre; pero que, sin embargo, están considerado el depósito de carbono más grande del planeta (por encima de los bosques).

O, mejor, aún, intenta obtener tu propio abono que, además, resulta ser el más efectivo: aquí te contamos cómo hacerte el mejor fertilizante para tus plantas

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