La elección de una aspiradora, uno de los electrodomésticos con más solera, pues tiene más de un siglo de antigüedad desde que fuera inventada en 1901, no es cuestión baladí. Pasarse con el modelo puede suponer un sobre gasto a veces importante, pero quedarnos cortos implicará que tal vez el instrumento elegido no pueda hacer sus funciones.
También puede ocurrir, si no escogemos bien, que la persona que lo tenga que manejar se vea incapacitada para ello desde el punto de vista físico o bien que la eficiencia del aparato se vea muy mermada por no contar con los elementos adecuados. Por lo tanto, antes de comprar deberemos considerar cuestiones como la superficie a aspirar, los tipos de suelo u otras coberturas por donde pasaremos la aspiradora, el peso del aparato, la longitud del cable, de los tubos de aspiración así como su rigidez, etc.
A continuación te ofrecemos siete claves básicas que debes considerar cuando estés frente a diversos modelos de aspiradora.
1. La potencia
Aunque la Unión Europea ha pedido limitar la potencia de las aspiradoras por debajo de los 900 vatios para el uso doméstico por razón de ahorro energético, debemos considerar a partir de aquí hasta menos potencia cuál es la adecuada a nuestro hogar. Más potencia es igual a más precio -también a mayor consumo, aunque los actuales conllevan certificado de eficiencia energética-, pero también a mayor capacidad de aspiración y, sobre todo, mejor respuesta en grandes superficies.
A este respecto, un aparato de baja potencia que tenga que aspirar grandes superficies dará, además de una mala aspiración, problemas de sobre calentamiento del motor que nos obligarán a detenernos y esperar a que se enfríe. Si vivimos en un apartamento pequeño, nos bastará con un aparato de potencia baja o media, pero a partir de los 100 metros cuadrados apostaremos por acercarnos al límite de los 900 vatios.
2. El peso
La potencia no lo es todo e incluso puede ser un problema. Más potencia es sinónimo de más precio, pero también de mayor peso. Si el motor es pasado, aunque las aspiradoras modernas están dotadas de ruedas, su arrastre por la casa será un calvario. Además, en no pocas ocasiones deberemos levantar el aparato para aspirar lugares recónditos y nuestra espalda lo notará.
De este modo, siendo realistas, el peso se convierte en un factor determinante si no queremos ir golpeando todas las esquinas de la casa al arrastrar un aspirador mastodóntico. Un límite aconsejable son los cinco o seis kilos y evitar los modelos que superen los diez kilos.
3. Los tipos de boquilla
Hay aspiradores con una boquilla única y otros con boquillas acoplables, que se adaptan a alfombras y sofás, así como para esquinas y lugares estrechos. Según las especificidades de nuestro suelo deberemos buscar una buena variedad de boquillas, o bien nos bastará con una o dos variantes. Además, deberemos contar con que el brazo de la aspiradora, tanto en su parte flexible como en la rígida, se adapte bien a la persona que la manejará, de modo de no la obligue a estar continuamente inclinada.
4. Con bolsa o sin bolsa
Tradicionalmente las aspiradoras han funcionado con una bolsa que se podía extraer para tirar a la basura. El método es más limpio que su alternativa, que es funcionar sin bolsa y guardar la suciedad en un compartimento extraíble que se vacía igualmente en el cubo. Sin embargo, hay que estar pendientes de disponer de repuestos de bolsas, de tener localizada una tienda dónde se pueden comprar y de que el fabricante no deje de producirlos.
Por su parte, los aspiradores sin bolsa permiten no depender de su disponibilidad, pero implican lavar de vez en cuando el depósito y los filtros que contiene, que no son pocos, y pueden suponer un gran sobre peso en el caso de los aparatos que funcionan con depósitos de agua.
5. Autónomas o con enchufe
El enchufe, que debe ser largo para facilitar el desplazamiento por las habitaciones de la aspiradora, puede ser de una gran incomodidad, pero nos permite no tener que andar cargando baterías cada dos por tres, ya que estos aparatos presentan un gran consumo. La alternativa son algunos modelos autónomos que funcionan con baterías y evitan los siempre molestos desenchufar y volver a enchufar. Ahora bien, su autonomía es muy limitada -da para apartamentos bastante pequeños- y las baterías aportan un peso adicional que puede ser incómodo.
6. De escoba
Dentro de las autónomas está la gama en escoba, que pesan poco, se pueden guardar en cualquier sitio y guardan la suciedad en un recipiente extraíble. Presentan dos grandes problemas: poca potencia y baja autonomía. En general no son recomendables salvo para aspirar superficies muy pequeñas. Por ejemplo si vivimos en una habitación alquilada y nos ocupamos de su mantenimiento.
7. Robóticas
El modelo Roomba es el más famoso, pero hay otros. Son robots cada vez mejor diseñados y con mayores prestaciones, lo que se ve reflejado en su elevado precio. Son perfectos para superficies rectangulares y con pocos muebles, aunque es asombrosa su capacidad para sortear los obstáculos. Ahora bien, no son aspiradoras de fondo sino de mantenimiento. Por lo tanto, no sustituyen a una aspiración convencional pero ayudan a dilatar el momento de hacerla. Su gran handicap son las esquinas y los pasos estrechos.
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