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Colchones y almohadas con gel de efecto frío, ¿cómo funcionan?

Almohadas efecto frío, ¿funcionan?

Martín Frías

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Vistes con algodón y lino en verano y con lana en invierno, pero no al revés. Sin embargo, tu colchón es el mismo durante todo el año y es posible que ahora mismo te esté dando mucho calor por la noche. El cuerpo necesita enfriarse entre uno y dos grados para poder dormir por la noche, algo que puede resultar difícil cuando la temperatura está por encima de los 26 grados. 

Para terminar de complicar las cosas, en los últimos años se han popularizado los colchones con espuma viscoelástica, que conserva durante un tiempo las deformaciones. Esto hace que sean más agradables al tacto y “envuelvan” el cuerpo, reduciendo los puntos de presión y las vueltas que damos por la noche. 

Sin embargo, la espuma viscoelástica da calor. Esto se debe a que tiende a retenerlo. Por un lado es más densa que otras espumas y sus celdas están cerradas, lo que impide la correcta circulación de aire. Además, como se adapta al cuerpo, hay más superficie en contacto con la espuma. 

La solución está en la espuma viscoelástica con gel y textiles frescos al tacto, que también se utilizan en almohadas. Estos materiales producen una extraña sensación cuando hace calor, ya que parece que están fríos al tocarlos. ¿Cómo funcionan? 

Materiales fríos al tacto

Cuando tocamos uno de estos materiales avanzados nos da sensación de frío, pero en realidad no están fríos. La reducción de la temperatura, por el contrario, funciona transfiriendo calor del cuerpo al material de forma más eficiente. En el caso de las fibras textiles, el frescor se consigue gracias a la conductividad del hilo del tejido, que es polietileno (PE) altamente conductor, que “roba” el calor a nuestro cuerpo.

Este proceso de transferencia es el mismo que hace que la madera y el metal nos den sensaciones de temperatura diferente, aunque ambos materiales estén a la misma temperatura ambiente. La madera y la tela son malos conductores del calor, mientras que el metal o el mármol son muy buenos conductores térmicos. Cuando se aplica el calor de la mano, el metal transfiere el calor de la superficie más rápidamente, dando una sensación de enfriamiento. 

Los tejidos con este tipo de hilo de polietileno se emplean en almohadas, por ejemplo, en mantas y en el recubrimiento textil de los colchones. Además, se pueden tejer formando una red que facilita la circulación del aire, con lo que el efecto de frescor es aún más pronunciado.

Geles de cambio de estado

Hay otra forma de producir sensación de frescor: utilizar materiales de cambio de fase. La transición de sólido a líquido o de líquido a gaseoso necesita calor. Es el motivo por el que los cubos de hielo enfrían: absorben el calor del entorno y utilizan esa energía para licuarse. Lo mismo ocurre cuando se evapora el agua, que es precisamente el mecanismo de refrigeración del sudor en nuestra piel. 

Hay determinadas sustancias que cambian de fase cerca de la temperatura del cuerpo humano. Por ejemplo, pueden ser sólidas a temperatura ambiente y convertirse en gel cuando aumenta la temperatura. En este cambio de fase absorben calor que puede ser también del propio cuerpo. 

Las espumas viscoelásticas con gel contienen pequeñas burbujas de este material de cambio de fase, que también pueden estar en almohadas e incluso en algunos tejidos. Su función es absorber o liberar calor. Cuando el cuerpo entra en contacto con la espuma, las burbujas de gel pasan de sólido a líquido, y en el proceso absorben calor y nos producen una sensación de frescor.

¿Funcionan de verdad?

Estos tejidos y espumas están extrayendo calor del cuerpo, pero ¿a dónde va ese calor? La eficacia de estos productos dependerá de si permitimos que ese calor se vaya a otro lado, porque si sigue en contacto con nosotros, no tendrán ningún efecto refrescante.

Un factor que puede influir en la sensación de frescor es el número de barreras que haya entre el cuerpo y el tejido o material refrigerante. Por ejemplo, si tienes un colchón de gel frío pero encima hay varias capas de tejidos no refrigerantes, puede que no notes los efectos. 

Otra cosa a tener en cuenta es que tu cuerpo tiene dos caras: la que está en contacto con el colchón y la que mira hacia arriba. Puede que el colchón sea fresco, pero quizá la sábana que tienes encima no. Eso también afectaría a tu frescor general. Una sábana encimera de un tejido inadecuado (poliéster, por ejemplo) puede crear un microclima que atrapa el calor que tu cuerpo irradia. 

Por último, una de las formas en las que estos materiales se deshacen del calor que extraen de nuestro cuerpo es la ventilación. Si tus sábanas no transpiran, o tu colchón de efecto frío está recubierto de un protector impermeable, la capa de aire caliente entre tu cuerpo y el colchón o la almohada no tendrá a dónde ir.  

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