Almacenamiento gratuito: cómo montar tu propia nube para guardar fotos y documentos
La nube está de moda. ¿No tienes espacio en la memoria de tu teléfono para tantas fotos? Las puedes guardar en la nube. ¿Trabajas en remoto y quieres compartir archivos con tu equipo? Seguramente estés ya usando OneDrive, Dropbox o iCloud. ¿Estás de vacaciones y quieres ver películas o series en tu ordenador, pero ocupan mucho espacio? La nube es la solución.
Los servicios de datos en nube ofrecen un almacenamiento virtual al que podemos acceder a través de Internet. Es como tener un disco duro externo más que aparece en el escritorio de nuestro ordenador o en la aplicación de archivos de nuestro móvil allí donde nos encontremos.
Pero los servicios de datos en nube también tienen inconvenientes. El más evidente es el precio. La mayoría ofrece la posibilidad de tener una cuenta gratuita con algo de espacio para almacenar archivos. Dropbox proporciona 2 GB gratis, mientras que iCloud Drive y OneDrive regalan 5 GB. Este espacio, que antes parecía mucho, se agota rápidamente en cuanto ponemos fotos y vídeos en él. Si queremos más espacio, por ejemplo, 1 TB (equivalente a 1.000 GB), tendremos que pagar cuotas que rondan los 10 euros al mes o los 100 euros al año.
Aunque estos servicios son muy seguros, los usuarios son el eslabón más débil y pueden dejar expuestos datos comprometidos si los comparten sin protegerlos con contraseña, por ejemplo. Además, la disponibilidad de los datos depende de un tercero, en este caso el proveedor de la nube. Por eso existe el dicho en Internet de que la nube es, en realidad, “el ordenador de otra persona”.
Para quienes deseen ahorrar en costes y disponer de un servicio parecido, siempre existe la posibilidad de montar nuestra propia nube en casa. Aunque requiere ciertos conocimientos, no es tan difícil como parece.
Cómo montar tu propia nube
Compartir archivos en casa es relativamente sencillo. Si tenemos un ordenador conectado a nuestra red WiFi, es posible acceder a las unidades de disco o carpetas compartidas desde otros ordenadores de la casa. Pero ¿y si queremos acceder a esos archivos mientras estamos fuera de casa a través de Internet? Aquí es donde necesitamos crear nuestro servidor de nube.
La máquina para la nube
Lo primero es decidir qué máquina va a gestionar nuestra nube. La mayoría de los PC pueden funcionar como servidor de nube y un ordenador antiguo que no usemos puede ser la solución perfecta. Si se trata de un ordenador portátil que ya no usemos, es aún mejor, ya que dispone de una batería que seguirá proporcionando acceso si hay un apagón.
Otra solución es comprar un PC muy sencillo (se pueden encontrar por menos de 100 euros). Hay que tener en cuenta que este ordenador estará conectado permanentemente y, una vez configurado, podemos desconectar el monitor, teclado y ratón y dejarlo en un armario. Si se trata de un ordenador silencioso sin ventilador o con un ventilador pequeño, aún mejor.
Si vamos a conectar un disco duro externo, hay que asegurarse de que disponemos de puertos USB 3.0 o USB C para que la transferencia de datos sea lo más rápida posible. También conviene conectar este ordenador a través de un cable de red a nuestro router, en lugar de a través de WiFi, para asegurarnos de tener la máxima tasa de transferencia.
El software de servidor de nube
El siguiente paso es seleccionar el programa de software que estará encargado de servir datos a través de nuestra red y de Internet. Los más utilizados son programas de software libre como OwnCloud, NextCloud o Seafile. El programa servidor de casi todos estos sistemas funciona sobre el sistema operativo Linux. La buena noticia es que ofrecen una versión gratuita que instala el sistema operativo y el servicio de nube al mismo tiempo.
Si no deseamos cambiar el sistema operativo, es posible instalar una 'máquina virtual' como VirtualBox, que creará una instancia en el sistema operativo Linux sin necesidad de desinstalar Windows o MacOS.
Los programas de instalación permiten configurar las unidades de disco que se compartirán en la nube y administrar la forma de acceso y la seguridad. Una vez esté todo instalado, podemos guardar nuestro servidor de nube en un armario.
Los programas cliente de la nube
Ahora que ya tenemos una nube propia creada tenemos que poder acceder a los archivos compartidos a través de nuestros dispositivos. Para ello es necesario instalar en cada uno de ellos los programas cliente.
NextCloud, OwnCloud y Seattle proporcionan estos programas cliente para Windows, MacOS y Linux, pero también como apps para iOS y Android, con lo que podremos acceder a nuestros archivos no solo a través de un ordenador portátil o de sobremesa, sino también a través de un teléfono móvil o tableta.
Hasta aquí, toda la instalación del sistema es totalmente gratuita (aunque un tanto laboriosa). El único coste es el del ordenador que dedicaremos como servidor de nube y los discos de almacenamiento, pero es muy posible que ya dispongamos de estos dispositivos. Si tenemos que comprarlos, lo habremos amortizado en uno o dos años, comparado con el precio del almacenamiento en nube ofrecido por compañías privadas.
El otro inconveniente es la necesidad de mantener nuestra nube. Esto quiere decir instalar actualizaciones de seguridad periódicamente, tanto del programa servidor de nube como del sistema operativo.
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