Diez consejos para hacer que tu lavavajillas dure y ahorre más

¿A mano o con lavavajillas? Esta es una de las preguntas del millón en el ámbito doméstico para saber que modo de lavar platos, cubiertos y vasos es más económico. La respuesta, sin embargo, no es sencilla, sobre todo porque depende de que esta operación se ejecute de manera adecuada y eficiente. En principio, el lavado a mano implica solo gasto de agua, aunque esto solo es así si lavamos con agua fría.

En zonas en las que durante el invierno es necesario la aplicación de agua caliente, la relación de eficiencia en el ahorro cambia, ya que el lavavajillas está pensado para optimizar al máximo tanto el gasto en agua como de energía para calentarla. Entonces, el electrodoméstico es la respuesta a la pregunta que nos hacemos al inicio del artículo.

Ahora bien, esto es así sí y solo sí seguimos una serie de pautas que nos garantizarán que no derrochamos y, por otro lado, no producimos un desgaste excesivo innecesario en nuestro lavavajillas. Hay que pensar que un aparato de una calidad aceptable ya se sitúa en torno a los 500 euros y a partir de aquí puede subir. Si lo tratamos indebidamente podemos acortar su vida útil, con lo que el supuesto ahorro no es tal, ya que tendremos que comprar uno nuevo antes de lo previsto.

Para evitar este escenario, te exponemos diez consejos para hacer que tu lavavajillas dure y ahorre más.

1. Pon el detergente adecuado

Es quizás el punto más elemental pero a la vez el más importante. Si no vas a usar un detergente estándar, que es lo más recomendable, evita al menos los productos que contengan lejía, pues puede resultar corrosiva en platos con labrados con dorados o estampados, etc. También en las tazas puede hacer perder color y a la larga puede afectar al plástico que recubre las bandejas, forzando su oxidación.

Tampoco debes usar jabón líquido y menos el que usar para lavar los platos a mano. El motivo es que el jabón líquido deja más residuos y hace una gran cantidad de espuma. Ambos fenómenos tienen a deponer restos en las conducciones de desagüe del lavavajillas, con lo que se puede provocar su taponamiento y por tanto sufrir pérdidas de agua u obturaciones que bloqueen su funcionamiento. Si el taponamiento es grande, puede llegar a afectar a la bomba y obligarnos a cambiar algunas piezas.

2. No abuses de los programas cortos

Los programas cortos y con baja temperatura, son más bien de prelavado: por si tenemos unas pocas copas o tazas que lavar, o tenemos que irnos unos días y tenemos a medio llenar el lavavajillas y no queremos que huela mal. En tal caso podemos activar un lavado ligero que elimine olores o lave las pocas piezas que haya rápidamente.

Pero si tomamos por costumbre poner el lavavajillas en programa corto con pocas piezas o a medio llenar cada dos por tres, y lo hacemos con su preceptiva dosis de jabón, estaremos propiciando que el exceso de jabón que no reaccione con la suciedad se acumule en el desagüe y termine por provocarnos problemas de obturaciones.

Si tenemos el aparato medio lleno y queremos activarlo, podemos hacerlo usando la mitad de dosis de jabón, pero siempre con un programa largo, sobre todo si los platos están sucios. Así nos aseguramos la salida de restos de jabón del aparato, que por otro lado tiene poder corrosivo.

3. No uses los programas largos sin ton ni son

En principio los programas largos gastan menos agua y energía que los cortos, aunque trabajen a mayor temperatura. Lo que pasa es que están pensados para lavavajillas muy llenos. Lo coherente es esperar a que el lavavajillas se llene antes de usarlo, y entonces aplicar un programa largo.

Pero si eres soltera o soltero o en casa sois pocos y usáis poco la cocina, tampoco es conveniente que la vajilla sucia se pase una semana fermentando. Para solucionarlo, puedes usar programas de media carga cuando lo desees. Poner programas largos para cuatro platos, a la larga significa gastar más agua y energía y no ahorras.

4. Dosifica el jabón al tamaño de tu lavavajillas

Por otro lado, si tu lavavajillas es de formato pequeño, te bastará con la mitad de dosis de jabón que en uno grande; si usas jabón en polvo, que es el más recomendado, verás que no hay dosis adaptadas a electrodomésticos de pequeño formato. Pero no debes usar dosis normales o corres el riesgo certero de embozar los desagües. Una estrategia práctica es cortar la pastilla en dos mitades y usar una de ellas en cada lavado. No obturas y además lavas jabón.

5. Haz un lavado mensual en vacío y al máximo de temperatura

Un lavado con el lavavajillas vacío y al máximo de tiempo y temperatura del agua, nos asegura una limpieza de toda la máquina así como de los conductos de desagüe. Siempre quedan restos de jabón con suciedad que de este modo nos aseguraremos que se eliminan completamente.

6. Pasa una escobilla por los platos si están muy sucios

No se trata de dar un agua a los platos, pero sí es bueno usar una escobilla de cocina bajo el grifo para eliminar restos sólidos de alimento del plato antes de colocarlo en la bandeja del lavavajillas. Se trata de elementos que seguramente tiendan a depositarse en el filtro, contribuyendo al mal funcionamiento de la bomba de desagüe.

7. Revisa regularmente los filtros

Una revisión de loa filtros del lavavajillas te dará una idea de la eficiencia a la que trabaja. Están en la parte inferior del electrodoméstico y se abren por una escotilla. Si los sacamos y los vemos muy sucios, deberemos pensar en que el aparato precisa de un programa largo en vacío para desatascar. Por supuesto, lavaremos el filtro bajo el grifo. También nos servirá para controlar la presencia de sólidos como restos de cristal de una copa rota, que son sumamente peligrosos para la bomba de desagüe.

8. Coloca cada elemento de manera adecuada

Los platos y sartenes abajo, los cubiertos donde se nos indique y con el mando hacia abajo si van en una caja, y los vasos, copas y tazas en la bandeja de arriba, siempre evitando que bloqueen las hélices de distribución del agua. Es la manera en que se lavan mejor.

9. No usemos el lavavajillas sin sal ni abrillantador

Es importante la presencia de estos dos elementos, no solo porque nos vayan a dejar los cubiertos más limpios y bonitos, sino también porque eliminan gran parte de la cal y ponderan la acidez del agua, además de precipitar otros restos que puedan afectar a las resistencias y resto de maquinaria. Si nos hemos quedado sin y el aparato nos los pide, mejor esperemos a comprarlos antes de usarlo. En este sentido, muchos aparatos modernos no se activan si no tienen niveles mínimos de sal y abrillantador.

10. Cuando pita, ábrelo y apágalo

Cuando el aparato ha terminado su ciclo, conviene apagarlo y abrirlo para que pueda soltar el vapor y enfriarse. No hacerlo es gastar energía innecesariamente y dejar los platos y vasos perlados de agua, además de propiciar que la humedad genere moho. Así que nada de irnos y dejar el lavavajillas funcionando.

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