La llegada del verano supone el inicio del periodo de máxima insolación en la zona en la que vivimos; tiene algunos aspectos positivos, como el aumento de la luz diaria o la invitación a pasar más tiempo en el exterior. Sin embargo, para nuestros perros, la situación se vuelve delicada, pues regulan la temperatura corporal con mucha menos eficiencia que los humanos; no pierden calor por la piel sino solo por el aliento. Este hecho limita sensiblemente su capacidad para refrigerarse y les pone en serio peligro cuando las temperaturas son extremas.
Por lo tanto, estarán menos dispuestos a moverse, comerán menos y buscarán los lugares frescos y ventilados para soportar el sofoco. A continuación se explican diez pautas para ponérselo fácil, hacerles pasar un buen verano y evitar situaciones dramáticas en las que haya que acudir al veterinario, siempre esperando de no sea demasiado tarde...
1. Paseos solo al salir el sol y de noche
Nuestros perros deben salir a hacer sus necesidades por lo menos tres veces al día, y lo ideal es que hagan ejercicio en estas salidas. Sin embargo, en verano debemos ser más flexibles, reducir el rato de estancia en la calle, sobre todo a medio día, y solo alargar los paseos muy de mañana y bien entrada la noche.
Es importante que el ambiente sea fresco y el perro no se agite demasiado, aunque será ella o él quien nos mostrará su predisposición al ejercicio intenso según tamaños, razas, pelaje, etc. En genral, los perros grandes son menos eficientes en la pérdida de calor y se mostrarán más pasivos, pero hay razas pequeñas que también tienen problemas.
2. Ten en cuenta que no llevan zapatos
Puedes hacer el ejercicio de caminar descalzo por la acera a pleno sol para darte cuenta de lo que sufren ellas y ellos. Si sacas al perro cuando da el sol, que sea siempre por la sombra y rapidito. Puedes descalzarte y probar si lo que pisa está muy caliente o no. Por la noche, si ha pegado fuerte, también pondera si el suelo puede quemarle.
3. Reduce la cantidad de ejercicio
No le fuerces si no quiere jugar con la pelota; no cojas la bici y hagas que te siga en largos trayectos al sol, ya que ella o él lo hará hasta que reviente... Deja que ellos te indiquen lo que les apetece hacer y si el calor aprieta, mejor os metéis a la sombra.
4. Que tengan el agua siempre cerca y limpia
En algunas razas -carlinos, bulldog francés e inglés, etc.- el peligro de deshidratación y muerte es muy real si están expuestos a un fuerte calor, ya que al refrigerar por el aliento pierden mucha agua. En el resto, no disponerles en verano agua fresca y limpia es simplemente una olvido indigno de un humano que ama a los perros. Y también pueden sufrir deshidrataciones serias.
5. Les gusta la terraza, pero con sombra y no para estar todo el día
Puede que les guste salir a cotillear al balcón o la terraza un rato, e incluso a tomar el sol un poquito. Pero eso no significa que se quieran pasar el día ahí solos y menos si no hay una puñetera sombra. Dejarles horas en la terraza o el balcón e irte a la calle es una crueldad si no permites que puedan entrar en casa cuando lo deseen.
6. Nunca les dejes en el coche
Dejar un perro dentro de un coche más de un cuarto de hora en julio o agosto a pleno sol y con las ventanas cerradas, es igual a muerte. Dejarlo con las ventanas algo abiertas o simplemente en la sombra también puede crearles problemas. Mejor te comportas y te los llevas donde quiera que sea que vayas. También, si los llevas en la trasera del coche, vigila que no les de el sol directo.
7. No les peles hasta otoño
Aunque sean muy peludos, recuerda que no transpiran calor por el cuerpo, si bien sí pueden ganar calor en exposición directa. En este sentido, el pelo les protege aunque les agobie. Lo mejor es pelarlos en primavera para que en verano tengan una capa tupida, aunque no sea muy grande. Y si no, esperamos a otoño.
8. Mójales si ves que les gusta
Seguramente a tu perra o perro no le gustará mucho que le des agua con la manguera o en la ducha, pero poco después del remojón los verás más contentos y animados, incluso más activos. El agua fresca, que no demasiado fría, aunque depende de la raza, les sienta en general de maravilla cuando hace calor y además al evaporarse los enfría y les ayuda a gestionar el calor. Si tienen pelo largo, tanto mejor. Ahora bien, tampoco les fuerces si manifiestan disgusto.
9. Redobla la protección contra parásitos y mosquitos
Si vais a salir al campo con más frecuencia porque estáis en el pueblo de vacaciones -los que vivís en el campo estas cosas ya las sabéis ;)- , procura protegerles contra los parásitos de la zona. Asesórate en la clínica veterinaria más cercana sobre que productos conviene usar para prevenir pulgas, garrapatas, mosquitos y otros bichos endémicos del lugar.
10. Vigílales los pies y las orejas
En toda la península las gramíneas -trigo, cebada, avena y muchas plantas de secarral- son las plantas por antonomasia de la canícula, es decir los meses más calurosos. Sus frutos son literalmente muelles retorcidos, pensados por la evolución para enredarse en el pelo de un animal o clavarse en el suelo.
El problema viene cuando la semilla de gramínea se cuela en un oído o entre las garras del pie y se clava en la carne, produciendo inflamaciones, infecciones y mucho dolor. Vigíla especialmente estas zonas después de cada paseo campestre.