El aspecto de mis uñas, ¿qué dice sobre mi salud?
El aspecto de las uñas puede revelar muchas cosas acerca de una persona. El modo en que están pintadas, por ejemplo, es una forma de conocer sus gustos estéticos, sobre todo a partir de las modas cada vez más sofisticadas (y riesgosas) que tienen por objeto esta parte del cuerpo. De hecho, las estimaciones indican que el mercado de esmaltes y otros cosméticos para las uñas moverá más de 15.000 millones de dólares en 2024.
Pero más allá de la forma en que se pintan, es mucho más importante lo que las uñas dicen sobre la salud de la persona. Unas uñas sanas –fuertes, de un color rosado uniforme y con una pequeña media luna más clara en la base, llamada lúnula– hablan de una buena salud general y de unos buenos niveles de nutrición e hidratación.
En cambio, cuando presentan distintas tonalidades o irregularidades en su forma y su textura, pueden ser señal de problemas de salud. Algunas de las alteraciones más comunes en las uñas se enumeran a continuación.
1. Uñas amarillentas
La aparición de un tono amarillento es una de las anomalías más comunes en la superficie de las uñas. Puede responder a causas muy variadas: desde el uso de esmaltes con formaldehído y el tabaquismo –la nicotina y el alquitrán de los cigarrillos se impregna sobre todo en los dedos índice y corazón– hasta problemas en el hígado.
También se pueden deber a la presencia de hongos o problemas nutricionales, como un déficit de vitaminas del grupo B o un consumo elevado de suplementos de vitamina A o de alimentos con betacaroteno (naranjas, calabazas y zanahorias, entre otros).
2. Manchas blancas
Existe la creencia de que las manchas blancas indican una falta de calcio en el organismo, pero en general no es así. La mayoría de las veces, la presencia de estas manchas en las uñas –fenómeno conocido como leuconiquia– es fruto de alguna lesión y no tiene otras consecuencias.
Sin embargo, si hay muchas manchas en distintas uñas, tal vez sea señal de problemas hepáticos o renales o de una falta de nutrientes como albúmina o zinc.
3. Frágiles y quebradizas
Las uñas frágiles también pueden tener múltiples causas. La más frecuente es una alimentación deficiente (en particular, una carencia de biotina u otras vitaminas del grupo B y también vitamina D) o una mala hidratación. También es común que las uñas se debiliten por el contacto con sustancias abrasivas, como los productos de limpieza o cosméticos de baja calidad.
Otros motivos posibles de que las uñas se tornen quebradizas son las situaciones de mucho estrés, infecciones por hongos, problemas en el hígado o los riñones y enfermedades como diabetes, osteoporosis, hipotiroidismo y psoriasis ungueal (en las uñas). Además, las uñas se vuelven más frágiles como consecuencia del envejecimiento.
4. Uñas verdosas o azuladas
En general, cuando las uñas adquieren una tonalidad verdosa están delatando la presencia de hongos o alguna infección bacteriana. El aspecto azulado, morado o púrpura, por su parte, revela bajos niveles de oxígeno en la sangre, en general ocasionados por problemas de circulación, cardíacos o pulmonares, como el enfisema y la bronquitis crónica.
5. Estrías y rugosidades
Las estrías pueden ser longitudinales o transversales. Las primeras por lo general aparecen con la edad y no representan ninguna patología. Las que van de lado a lado, en cambio, pueden deberse a varios problemas. A menudo revelan la existencia de psoriasis ungueal. Se estima que el 2,3 % de la población española padece de psoriasis, y este mal ataca las uñas en uno de cada dos casos.
Las estrías y otras rugosidades en las uñas –sobre todo pequeñas hendiduras que parecieran haber sido practicadas con alfileres– también pueden deberse a cuadros agudos de fiebre, alteraciones nutricionales, problemas renales o eccemas.
Con mucha menor frecuencia, son el resultado de problemas de tipo reumático, como el síndrome de Reiter, o de alopecia areata, una enfermedad autoinmune que, además de provocar la caída del cabello, afecta las uñas.
6. Despegadas de la piel
La onicólisis es el proceso en el cual las uñas se debilitan, se ablandan y se separan de la piel. En muchos casos se origina en el contacto de los dedos con sustancias irritantes, como detergentes, cosméticos muy agresivos o alimentos crudos o ácidos, como los cítricos.
También es posible que la causa radique en alguna infección fúngica (hongos), psoriasis o verrugas. Otra opción es que las uñas se despeguen por causa de alguna enfermedad en la glándula tiroides o por el uso de ciertos medicamentos.
7. Coiloniquia o uñas cuchara
En este caso las uñas se aplanan, presentan cavidades o adoptan una curvatura contraria a la normal, con la parte central hundida y los costados levantados. En general, este problema se asocia con la anemia ferropénica, es decir, la carencia de hierro en el organismo.
8. Surcos transversales
Los surcos que atraviesan la uña de lado a lado se conocen como líneas de Beau. En general aparecen después de haber sufrido ciertas enfermedades (insuficiencia renal, diabetes), alguna operación, infecciones o algunos tipos de cáncer.
También pueden aparecer tras una lesión en la uña, estar expuesto a muy bajas temperaturas o como consecuencia de problemas nutricionales. Lo que esos surcos representan es una interrupción en el crecimiento de las uñas. Cuando el organismo vuelve a la normalidad, las uñas se regeneran y las líneas de Beau desaparecen.
Consejos para tener unas uñas sanas
- Mantenerlas limpias. La higiene de las uñas es fundamental para reducir la probabilidad de problemas, sobre todo si se tiene en cuenta la gran cantidad de bacterias y otros microorganismos que se alojan en el área subungueal (la parte de contacto entre la uña y la piel), incluso aunque nos lavemos las manos con frecuencia.
- Limitar el contacto con el agua. La humedad crea un ambiente más propicio para la proliferación de microbios. Además, el contacto frecuente con el agua ablanda y debilita las uñas, por lo cual conviene que estén secas la mayor cantidad de tiempo posible.
- Alimentarse e hidratarse bien. Como hemos señalado, muchos de los problemas en las uñas se derivan de carencias nutricionales. Una dieta equilibrada y saludable ayuda a mantenerlas sanas. Y además de beber mucha agua, las mismas cremas que se utilizan para las manos permiten conservar las uñas hidratadas.
- Cortarlas rectas y no morderlas. Al cortar las uñas, se debe procurar seguir una curva suave sin irregularidades, pues estas también favorecen la presencia de bacterias. Para quienes practican la onicofagia (el hábito compulsivo de morderse las uñas), lo recomendable es que busquen la manera de dejar de hacerlo.
- Evitar los cosméticos de mala calidad. Muchos de estos productos incluyen sustancias abrasivas que no solo afean el aspecto estético de las uñas, sino que además las debilitan y favorecen la acción de bacterias y hongos.
- Estar atentos a sus señales. Los cambios de color, forma y textura son “mensajes” con los cuales las uñas alertan de que algo puede estar sucediendo. Poner atención a esos mensajes es una clave para actuar contra los problemas lo antes posible y proteger de ese modo la salud de las uñas y de todo el organismo.
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