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Osteoporosis en adultos (y no tanto): los 10 mitos sobre esta enfermedad infradiagnosticada

Foto: PlacidWay Survey

Eric Santaona

4 de febrero de 2023 22:04 h

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En una población como la occidental que progresivamente envejece, es normal que enfermedades como la osteoporosis llamen cada vez más la atención tanto de ciudadanos como de médicos y empresas farmacológicas.

No en vano, esta degeneración ósea que con la edad puede alcanzar a un porcentaje significativo de la población, hace descender sensiblemente la esperanza de vida. Se cree que la osteoporosis mata cuatro veces más mujeres que el cáncer de mama.

El motivo son las fracturas óseas que se producen, especialmente en la cadera, en personas de edad avanzada, lo que les impide a partir de entonces llevar una vida normal y las postra en una cama o un sillón.

Esta situación de sedentarismo las hace víctimas propiciatorias de trombosis venosas, embolias pulmonares y neumonías. Sin embargo, el principal problema de la osteoporosis es el desconocimiento popular de la enfermedad y su falta de síntomas.

Esto impide un diagnóstico temprano que permita luchar contra ella con eficacia. Porque esta enfermedad puede ser muchas veces no solo reversible, sino también evitable con una serie de pautas y hábitos saludables.

¿Qué es la osteoporosis?

Según Carlos Bastida Calvo, Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y Coordinador nacional Grupo de Osteoporosis de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), “La osteoporosis es una enfermedad de gran prevalencia e importancia que afecta al esqueleto, haciendo que los huesos sean de menor calidad, más frágiles, y por ello más propensos a sufrir una fractura”.

En concreto afecta al esqueleto debido a una disminución de la densidad mineral y una alteración de la microestructura del hueso, lo que provoca que la resistencia ósea sea menor, predisponiendo a la persona que la padece a un incremento del riesgo de sufrir una fractura.

Tras señalar la merma de calidad de vida que puede implicar una fractura a una determinada edad, el doctor Bastida denuncia en una ponencia que la osteoporosis “sigue estando infradiagnosticada, no se valora suficientemente su importancia [...] y no se detectan precozmente a aquellos pacientes que tienen un alto riesgo de sufrir una fractura en los próximos años”.

Son así, como se describe en la ponencia de este médico de familia, muchos los factores que pueden aumentar el riesgo de osteoporosis, no solo nutricionales sino también genéticos y hormonales. Esta variedad da lugar a muchos equívocos que luego inciden en la ausencia de diagnósticos. Algunos de los más importantes son los siguientes diez:

1. Se produce porque el hueso pierde calcio

Esto no es del todo cierto. La osteoporosis es una enfermedad degenerativa del hueso en el que este pierde densidad y grosor, no solo en lo referente a su mineralización sino también a su composición proteica.

El hueso es una estructura celular donde las células que mueren son sustituidas por otras más jóvenes. Pero si no se produce dicha sustitución por la causa que fuere, el hueso comienza a perder no solo grosor sino también densidad y se hace menos sólido, con lo que se expone a mayores fracturas.

2. Solo la padecen las mujeres

Es cierto que las mujeres tienen un mayor riesgo de padecer osteoporosis porque sus huesos son menos densos que los masculinos y, además, las alteraciones hormonales tras la menopausia pueden afectar a la densidad ósea.

Pero los hombres también son susceptibles de padecerla, y a partir de los 65 años el riesgo prácticamente se iguala, por lo que la prevención debe ser la misma.

3. Es una enfermedad de viejos

La osteoporosis no tiene por qué ir necesariamente ligada a la edad de los pacientes. Hay múltiples factores causales como la celiaquía no diagnosticada, la diabetes, el alcoholismo, el tabaquismo, las enfermedades hepáticas graves, el hipertiroidismo, el estrés o el colon irritable.

También ciertas medicaciones contra el cáncer, factores genéticos, la vida sedentaria, la desnutrición, la falta de sol, una dieta pobre en fibras y rica en grasas o, al contrario, excesivamente rica en fibra vegetal y demasiado pobre en grasas animales, etc.

Es cierto que es más propia de personas adultas mayores, pero a partir de los treinta todos podemos padecerla. 

4. Es una consecuencia inevitable de la edad

A partir de los 30 años nuestros huesos dejan de crecer y por tanto la actividad sustitutiva de las células óseas jóvenes puede ser menor, pero no necesariamente tiene por qué ser así.

No todas las personas, ni específicamente todas las mujeres, experimentan esta enfermedad. Varía mucho en función de parámetros genéticos y raciales, de modo que las mujeres blancas y asiáticas son las más propensas -estadísticamente hablando- , pero también depende de los hábitos nutricionales, el tipo de vida que se lleva, el clima, etc.

5. La osteoporosis produce dolores

El problema de la osteoporosis es que no produce ningún tipo de dolor, al contrario de lo que se cree, y este es el motivo por el que se la conoce como la epidemia silenciosa.

El dolor de las fracturas no se le puede imputar, porque la rotura de un hueso puede ser una causa de la fragilidad que le provoca la osteoporosis, pero no un síntoma. Esta ausencia de síntomas hace que se diagnostique tarde y no se puedan aplicar los remedios adecuados para evitar su evolución y revertirla.

6. Sólo se da por la menopausia

De nuevo la excesiva asociación de la osteoporosis y la menopausia, un estado propio de las mujeres, enmascara muchas de sus causas y su prevención. Es cierto que la alteración en la producción de estrógenos durante y tras la menopausia incide en la pérdida de calcio de los huesos.

Pero esta situación no tiene por qué ser ni acentuada ni reversible. Si la persona llevaba una vida saludable antes y la sigue llevando tras la menopausia, puede que la pérdida de densidad ósea -que ya hemos dicho que no se debe solo a la pérdida de calcio-, sea mínima y reversible. 

7. No hay modo de evitarla

La fatalidad, junto a su silenciosa evolución, son los mayores aliados de esta enfermedad, y una gran falsedad. El ejercicio diario, huyendo de la vida sedentaria, una dieta equilibrada como la típica mediterránea, la exposición al sol y no caer en hábitos como el tabaquismo y el consumo de alcohol reducen sensiblemente las posibilidades de padecer osteoporosis.

Aún así, no hay que despreciar los factores genéticos, pero precisamente cuando se tienen antecedentes es cuando es más importante sumar los hábitos saludables. 

8. Se soluciona tomando suplementos de calcio

Aunque hay una medicación amplia, su eficacia es relativa e, incluso a veces, discutida, ya sea por los efectos secundarios de algunos medicamentos o por las dudas sobre otros.

En este segundo grupo están los suplementos de calcio, o creencias como que tomando leche se refuerza el calcio de los huesos. El problema de la osteoporosis no solo esta ligado a los niveles de calcio plasmático, aunque lógicamente no debe haber carencia de este.

De todos modos, sin entrar a valorar la eficacia de los suplementos y aceptando que es buena la ingesta de productos que nos aporten calcio, de nuevo parece que si la misma va ligada a una dieta saludable, la exposición solar, es decir altos niveles de vitamina D natural y al ejercicio físico, su absorción e incorporación al hueso mejora mucho. Los hábitos están por encima del elemento.

9. Si se padece, hay que evitar los esfuerzos físicos

Al contrario: uno de los mejores remedios contra la osteoporosis es el ejercicio físico, intenso, incluso, y regular, tanto aeróbico como de esfuerzo, siempre que el médico no lo desaconseje. El ejercicio no solo previene, sino que puede revertir la osteoporosis.

10. No está relacionada con el tipo de dieta que tenemos

La osteoporosis está estrechamente relacionada con la mala alimentación, aunque es cierto que no es el único factor que interviene. Por ejemplo, hay pueblos que consumiendo poco calcio en su dieta tienen más densidad ósea que otros que consumen mucho.

Pero aparte de factores genéticos, una nutrición equilibrada, rica en fibra y baja en grasas animales parece ser la clave de su prevención

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