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¿Debo preocuparme si mi gato se lame constantemente?

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Entre tres y cuatro horas al día son las que dedican los gatos a acicalarse y no es únicamente para limpiarse y peinarse, sino que también retiran parásitos y eliminan el pelo muerto para regular su temperatura corporal.

No solo eso, y es que su saliva, al igual que la de los humanos tiene múltiples propiedades: además de actuar como antibiótico natural les otorga un olor único que mantiene su esencia particular para reconocerse con otros gatos. 

Imagina si es beneficioso para ellos este acto que como explica Alicia Gosálbez, veterinaria de Consulta Felina, “en su pelaje contienen ácidos grasos que al contacto con el sol producen vitamina D, la cual van tomando durante el acicalado como un pequeño suplemento a la dieta”.

Está claro que el acicalado es una parte fundamental de la buena salud de nuestro gato, pero el problema llega cuando este se convierte en un hábito excesivo. Por este motivo siempre nos será beneficioso estar informados sobre las posibles causas de este lamido excesivo, para poder identificarlo a tiempo y acudir inmediatamente al veterinario.  

¿Cómo sé cuando estos lamidos van más allá de un simple acicalamiento?

Lo más importante es observar a nuestro gato: suelen ser lamidos obsesivos y continuos, acompañados en ocasiones de ligeros mordiscos, falta de densidad de pelo, alopecias y/o lesiones debido a su rasposa lengua.

La pérdida de pelo será una pista adicional que nos informará de que algo no va bien. Además, “cualquiera que sea la causa de la pérdida de pelaje, el animal puede acabar tragándose pelo extra durante el aseo y que esto se convierta en otro problema como las indeseables bolas de pelo”, explican desde la clínica veterinaria Kivet. 

En casos graves donde el acicalamiento es excesivo podemos observar que el gato deja de hacer sus tareas habituales para acicalarse. Por ejemplo, “puede estar jugando y detenerse para lamerse el costado, o parar a mitad de comida para prestarle atención a una patita o incluso despertarse en mitad del sueño para chuparse la barriga”, apunta Gonsálbez.

La mayoría de los problemas que causan acicalamiento excesivo y alopecias en nuestros gatos se deben a causas dermatológicas, pero en ocasiones encontramos que el origen no está en la piel, ¡sino en el cerebro!

Parásitos

Erróneamente muchos propietarios de gatos piensan que estos no pueden coger parásitos al no salir de casa. Lo cierto es que podemos ser nosotros los culpables y llevarlos en nuestros propios zapatos -literalmente-, o incluso si tenemos perro puede ser él quien los lleve. 

Para sorpresa de muchos, hasta las aves que se posan en nuestros balcones y terrazas podrían transmitirlos. Por eso, como explica Gonsálbez, “es importante que desparasitemos a nuestros gatos caseros, especialmente en los meses cálidos para prevenir el contagio”. 

“Cuando un gato tiene pulgas -apunta la veterinaria- la zona de acicalado más característica es la parte final de la espalda y base de la cola y es habitual que notemos el pelaje más áspero y menos denso. También podemos observar pequeñas heridas en la piel que se hacen al rascarse o lamerse”.

Alergia o atopia

La alergia es una de las enfermedades más habituales cuyo síntoma principal es el lamido excesivo. Algunos ingredientes de la comida, los ácaros del polvo, gramíneas, el polen y demás pueden ser los culpables. En todos los casos, nuestra mascota se beneficiará de mantener la casa limpia y ventilada para reducir los alérgenos del ambiente.

“En ocasiones vemos que se rascan mucho la cabeza y el cuello, otras veces solo los lados del abdomen, algunos gatos tienen pequeñas lesiones por todo el cuerpo y otros las tienen muy localizadas en las extremidades. El cuadro es tan variado que se determinó un síndrome que engloba las presentaciones más frecuentes el llamado complejo granuloma eosinofílico felino”,  explica Gonsálbez.

Una de las alopecias más frecuentes por dermatitis o alergia es la ventral, en la parte baja del abdomen, que también “puede indicarnos dolor provocado por cistitis, que es la inflamación de la vejiga”, acompañada de micciones fuera del arenero, explica en Experto Animal María Besteiros, auxiliar técnico veterinario y peluquera canina y felina.

Ansiedad o estrés

Aunque el estrés felino puede ser causado por varios motivos, a veces está relacionado con el propio picor. No debemos olvidar que el prurito está estrechamente ligado al sistema nervioso, y la sensación de picor mantenida en el tiempo puede afectar a la estabilidad mental del animal. 

Los gatos que siempre tienen picor suelen tener un comportamiento apático y huidizo, no se encuentran bien en su piel, literalmente, y la mayoría de las veces, al eliminar el picor, vuelven a ser ellos mismos. 

“Lamentablemente, en algunos casos el efecto del prurito crónico deja una señal en el cerebro que le hace mantener la conducta de acicalamiento excesivo en ausencia del estímulo, lo cual se debe tratar desde la etología clínica”, explica Gonlsábez.

Este comportamiento compulsivo le sirve como válvula de escape para redirigir su frustración y ansiedad hacia una tarea concreta, la de mantener su pelaje. ¿Los motivos por los que puede sufrir estrés? Desde una visita en casa, hasta un ruido o cualquier evento que le haga perder el control de la situación. 

Es más, está demostrado que nuestros gatos también pueden contagiarse de nuestro estrés o ansiedad, incluso el aburrimiento puede ser otro de los motivos por el que lo sufren.

Tan negativo es que tengan muchos estímulos, como que no tengan ninguno. Para ello, debemos proveerlos de rascadores grandes y estables, espacios en vertical, juegos, zonas de descanso, rutinas positivas con nosotros, comederos interactivos, etc.

Además de redirigir su atención hacia otra actividad más agradable y positiva cuando están lamiéndose en exceso, existe otra base imprescindible: mucho cariño, paciencia y cero riñas, pues “el castigo sólo empeorará la situación al aumentar su estrés y ansiedad. Es como si riñes por estornudar a alguien que está resfriado, ¡no pueden evitarlo!”, anota Gonsálbez.

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