Elegir un televisor más allá de la virguería técnica: en qué fijarse para sacarle el máximo rendimiento
Comprar un televisor se ha convertido en los últimos 20 años en una cuestión casi de formación permanente, en la que parece que tengamos que hacer un máster cada ver que nos decidimos a cambiar de aparato. Y es que las tecnologías en este sector han cambiado a la velocidad de la luz en las últimas décadas, en una auténtica revolución permanente que todavía continúa, ahora en parámetros de conectividad wifi y gestión de contenidos, lo que se conoce como smart TV.
No obstante, tanto ahora como antes hay una serie de pautas generales que no tienen que ver tanto con la tecnología como con nosotros, las dimensiones de nuestro hogar, el uso que le demos al televisor, etc., y que son los que principalmente deberemos tener en cuenta a la hora de decidirnos por un modelo u otro. Conviene, en este sentido, no olvidar que la tecnología debe adaptarse a nuestras necesidades y no al revés.
Por otro lado, a las pautas clásicas que deben definir nuestra compra de un televisor se añaden ahora otras relativas a la conectividad del mismo tanto con la red fija de nuestra casa como con nuestro móvil u otros aparatos como altavoces y sistemas de sonido sofisticados, etc. Es en este campo donde más avanza ahora esta industria, mientras que aspectos como la definición o la tecnología de pantalla se han estabilizado, con una generalización comercial de las más avanzadas.
El tamaño importa
Más que de una cuestión de tamaño -30, 40, 50, 60 pulgadas- deberíamos hablar de ergonomía y proporcionalidad, puesto que lo que nos interesa es poder disfrutar del televisor que nos compremos de un modo óptimo y con el mayor campo de visión de la pantalla. Para ello precisaremos de una distancia mínima entre nuestro asiento de espectadores y la pantalla, que variaría según las pulgadas de esta misma.
En general, para resoluciones Full HD la distancia mínima de visionado debe ser por lo menos el doble del ancho del televisor y la distancia máxima se limitará a cinco veces dicha medida. Esto es debido a la relativa resolución de esta tecnología, que a mayor distancia nos pude hacer perder detalle. En cambio en tecnologías Ultra HD (UHD) y 4K, de mayor resolución, podremos reducir la distancia mínima a una vez el ancho de la pantalla, siempre que esto no nos genere incomodidad en abarcar todo el campo visual. También nos permitirá un mayor alejamiento, si bien en este punto influye también nuestra capacidad de enfoque.
En este apartado, el principal condicionante serán las dimensiones del salón, terraza o estancia donde vamos a colocar el televisor. Si queremos un modelo de 50 pulgadas, por ejemplo, necesitaremos como mínimo preservar una distancia de la pantalla de 2,20 metros en Full HD, la resolución más extendida. Y esto será el mínimo imprescindible para empezar a visionar con comodidad... No todos los salones tienen estas dimensiones, por lo que apostar por menos pulgadas, y pagar menos euros, puede ser buena idea.
La resolución engaña
Una lectura alternativa del apartado anterior es que si queremos un televisor grande pero lo vamos a colocar en una estancia poco espaciosa, podemos apostar por altas resoluciones y así acortar la distancia de visionado. En esencia la resolución más baja es Full HD, aunque también la más extendida en televisores de menos de 50 pulgadas. Ofrece 1920 x 1080 píxeles y es una buena resolución a día de hoy para apreciar tanto tanto emisiones de las principales plataformas de contenido como los canales en HD de la TDT.
Pero en televisores de tamaño mayor, a partir de 50 pulgadas prima la UHD o ultra alta definición, que permite acortar la distancia de visionado con una resolución en 3.840 x 2.160 píxeles. Por su parte 4K es una tecnología que ofrece 4.096 x 2.160 píxeles. Sin embargo, por el momento son comparativamente pocas las producciones cinematográficas que la utilicen y mucho menos las retransmisiones televisivas que se hacen en tan alta resolución. Por ello es una tecnología poco ganadora como apuesta de presente. No nos dejemos engañar.
En resumen, no apostemos por una resolución sin productos en el mercado y, si tenemos poca distancia en casa para separarnos del televisor, puede bastar con un aparato de menor tamaño y resolución; si apostamos por un 50 pulgadas en este caso, aunque tendremos buena respuesta por su resolución UHD, tal vez no le saquemos el mayor partido.
El tipo de panel y el tipo de contenido
Actualmente perviven dos tecnologías, que son LCD con retroiluminación por LED -a la que llamaremos simplemente LED- y OLED. LED es la tecnología más extendida en el mercado, con un buen ahorro energético y unas buenas exposición cromática y contraste, incluso a la luz del día, comparada con tecnologías anteriores. Es la que encontraremos con mayor frecuencia y es la más barata. Pero OLED es mejor.
OLED no supone una retroiluminación posterior, sino que cada píxel se ilumina por sí solo, dando así mayor diferencia entre colores negros y blancos, que se traduce en una gran mejora del contraste y la paleta cromática. Es como un LED con vitaminas. También mejora el ángulo de visión y permite fabricar televisores ultra planos y ultra ligeros.
Sin embargo es una tecnología bastante más cara y que se ciñe a la gama alta. Antes estaba limitada a televisores a partir de 55 pulgadas, pero actualmente la podemos encontrar en televisores a partir de 40 pulgadas. Ahora bien, de nuevo dependerá del tipo de contenido que miremos en el televisor. Si somos de ver solo televisión, tampoco sacaremos tanto partido con OLED, porque lo programas no suelen tener altas resoluciones y la televisión en HD se ve bien con tecnología LED.
Pero si estamos abonados a diferentes plataformas, donde hay contenidos de detalle y alta resolución, de dibujos animados, de anime, etc., podemos sacar mayor provecho a OLED.
La conectividad, más allá de la antena
Hoy en día un televisor que solo posea una entrada de contenido a través de la antena es impensable y se consideraría un aparato aislado. Los aparatos actualmente van mucho más allá del mando a distancia y deben incorporar conectividad inalámbrica, por ejemplo por Bluetooth, para poder conectar el móvil y utilizarlo como un centro de comando alternativo.
Además es fundamental que cuenten con una buena división de conectores HDMI, para que podamos conectar tanto posibles lectores de Blu-Ray como gestores de contenido del tipo Chrome, Cast o bien Apple TV. Y nunca está demás que cuenten con uno o dos conectores USB, para permitir utilizar la pantalla como monitor del ordenador en caso de no contar con conectividad inalámbrica. Por otro lado es imprescindible, sobre todo para aquellas personas que visionan plataformas online o que utilizan una televisor Smart TV, que cuente con una entrada Ethernet para poder conectarle un cable desde el router. También es importante que cuente con conectividad inalámbrica wifi, ya que hoy en día una televisor que no pueda estar conectada internet pierde gran parte de sus posibilidades de ser útil.
Smart TV, cuestión de sistema operativo
Quien más quien menos, casi sin darnos cuenta, todas y todos compramos televisores con el marchamo de Smart TV. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente que nuestro televisor ya no es una caja tonta; hace mucho más que reproducir los contenidos que le entran por la antena, y es incluso capaz de buscar en Internet los canales que no logramos sintonizar mediante esta y emitirlos en una misma parrilla.
Un televisor inteligente también se conecta a través de wifi o de cable a Internet y localiza todas las plataformas en las que tenemos suscripción, pudiendo organizarnos los contenidos e incluso analizar cuáles de ellos pueden interesarnos estudiando nuestro perfil de gustos. Por otro lado, también nos puede ofrecer contenidos de radio o bien buscar cadenas en Internet de otros países que nos puedan interesar, para así tener una parrilla mucho más completa. Y, por descontado, permite ser manejado por una aplicación desde el móvil.
Ahora bien, debemos conocer los distintos sistemas operativos que contienen los televisores inteligentes, porque generalmente van ligados a una o varias marcas, y en algunos casos pueden tener incompatibilidades con ciertas plataformas en las que estemos suscritos y que queramos reproducir en nuestro televisor. Los principales sistemas operativos son:
- Android TV: esta en los televisores de los fabricantes Sony, Toshiba, Hisense, TCL, Thomson, Iris, B&O, Jaier, LeEco, Philips, entre otros. Este sistema cuenta con compatibilidad con Google Assistant, acceso a la Google Apps o soporte con Chromecast o Google Nest. Pero si tenemos suscripción a Apple Plus, deberemos usar el Apple TV para ver sus contenidos.
- Tizen OS: es un desarrollo de Samsung, el principal fabricante de televisores y es tal vez el más compatible y completo de los sistemas. Tiene un muy buen rendimiento y rapidez de respuesta a las órdenes, algo que en Android TV puede llegar a ser exasperante. Además incluye la mayor parte de aplicaciones que uno espera en un televisor: YouTube, Twitch, Netflix, Amazon Video, HBO, Spotify e incluso Apple Plus entre otras. Además de que cuenta con una tienda de apps para ampliar este catálogo.
- WebOS: Es un desarrollo de LG para sus televisores exclusivamente, a la manera en que Tizen lo es para Samsung. Presenta un entorno gráfico muy fácil de usar e intuitivo. Puede reproducir plataformas como Netflix, HBO o Spotify, por ejemplo, pero no tiene muchas funciones ni tienda de aplicaciones.
- Además, LG ha licenciado este sistema operativo, por lo que es probable que evolucione en el futuro o incluso otros fabricantes empiecen a utilizarlo.
- My Home Screen: del fabricante: Panasonic. Es la evolución de Firefox OS que vende como principal atractivo su rendimiento, ya que consume menos recursos que otros sistemas operativos. Tiene acceso a las principales aplicaciones de streaming pero poca cosa más.
- Harmony OS: Fabricante: Huawei. Su mayor problema se encuentra en que no puede utilizar ningún servicio de Google.
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