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Pere, socio y lector de eldiario.es, nos escribe: “Buenos días, mi consulta es sobre la gasolina que tienen más barata en algunas gasolineras. He oído decir que es más barata porque su calidad es inferior o muy inferior a la de las gasolineras 'normales' (por no decir 'potentes'). ¿Qué hay de cierto en esto?”.
El tema de las gasolineras 'low-cost' viene siendo tan polémico como recurrente desde que en 2013 la nueva Ley de Hidrocarburos abriera al gran público un negocio, el de la comercialización de combustibles, antes en manos de las petroleras y las grandes cadenas de gasolineras. Con la nueva ley, los requisitos en cuanto a parcelas y licencias para montar una estación de servicio se rebajaron sensiblemente, haciendo posible la entrada en el sector de pequeños empresarios.
Al mismo tiempo, aparecieron en España compañías de construcción de estaciones de servicio en modo 'clic and go', algo puede traducirse como 'llave en mano' o, si se quiere, modulares, ya que montan las estaciones en pocos días a base de diseños estandarizados y que traen en módulos, que se arman al estilo de un mueble de Ikea, para entendernos. En el siguiente vídeo podemos ver cómo se crea una de ellas:
Este tipo de compañías funcionan bajo el formato de franquicias en las que nosotros aportamos los permisos y los terrenos y ellas las estructuras y el suministro de combustible, a cambio de quedarse con una comisión. La inversión mínima puede estar en torno a los 200.000 euros y se calcula una media de entre dos y siete años para recuperarla, según la afluencia, de que dependerá de localización densidad de población, etc.
Reverso polémico
Las facilidades para emprender en un negocio de este tipo han propiciado que desde el cambio legislativo, que permite montar una estación en cualquier parcela industrial o centro comercial, cada año se abran 250 gasolineras nuevas, más de 400 en los últimos dos años, haciendo crecer el número de estaciones en el territorio hasta las casi 11.000. Además, el número de gasolineras independientes de las grandes cadenas supera ya el 25% del parque total.
No obstante, desde diversos sectores se apunta a que este negocio, basado en ofrecer la gasolina más barata que las estaciones tradicionales, por motivos que veremos más adelante, es cuanto menos polémico por varios motivos. El primero de ellos es que al ser módulos estandarizados, estas gasolineras no están pensadas para el acceso de discapacitados, lo cual puede constituir una discriminación.
El motivo, entre otros, es que muchas veces no cuentan con personal para servir ni cobrar, sino que debe ser el mismo usuario el que pida un monto de gasolina en prepago, cargue el coche y después verifique el importe final, todo ello interactuando con un cajero automático. Por lo tanto, el segundo aspecto polémico de estas estaciones 'low-cost' es que no generan apenas empleo, ni siquiera en su mantenimiento, que es sumamente eficiente.
El tercer aspecto polémico es la seguridad: puesto que en el momento de repostar podemos estar solas o solos en la estación, sin más personal que las cámaras de seguridad que hay situadas en puntos estratégicos, pero que no tenemos la certeza de que sean vigiladas en tiempo real, somos muy vulnerables a sufrir atracos o ataques sexuales. Algunas comunidades autónomas están preparando leyes para que las gasolineras 'low-cost' tengan un mínimo de personal.
¿Gasolina más barata pero de peor calidad?
Finalmente también se discute sobre la calidad del combustible que sirven las estaciones 'low-cost', generando dudas entre los consumidores, tal como nos relataba Pere en su correo. En efecto, venden gasolina y gasóleo más baratos, pues este es el puntal de competitividad de estas gasolineras frente a las tradicionales: propiciar un ahorro de unos 5 euros de media por depósito lleno.
Pero, ¿tienen la misma calidad que los combustibles de las gasolineras tradicionales? En principio sí, puesto que son distribuidas por la misma compañía, CLH, Compañía Logística de Hidrocarburos, que es la autorizada en España para distribuir el combustible de las refinerías. CHL, que se ha venido a comparar como un banco en el sentido de que guarda el petróleo de las refinerías pero se lo devuelve en igual medida, añadiendo los beneficios del negocio hecho con él, almacena y transporta a las estaciones el combustible.
Pero no discrimina entre estaciones 'low-cost' y tradicionales, sino que ofrece a todos la misma materia que recibe de las refinerías. Por este motivo, en principio, la gasolina barata es igual de buena que la cara. El descuento sale de la ausencia de personal y servicios adicionales, así como de los costes relativamente bajos de montar una de estas estaciones y su bajo mantenimiento.
Ahora bien, parece ser cierto que las estaciones tradicionales buscan distinguirse aumentando la calidad de sus combustibles mediante ciertos aditivos que ayudan a limpiar los inyectores de los motores de inyección, así como a mejorar la combustión en diesel y a producir menos espuma en gasolina, con lo que se mejora notablemente la eficiencia del llenado.
No obstante, la distribuidora CLH también ofrece servicios de aditivado de combustibles a la gasolineras a las cuales vende, y es posible que algunas 'low-cost' los incluyan, aunque no existe la misma certeza al respecto que en las gasolineras tradicionales, que promocionan activamente los aditivos añadidos para justificar el mayor precio de sus combustibles.