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¿Pueden las impresoras 3D ayudar a salvar el planeta?

Darío Pescador

29 de noviembre de 2022 22:54 h

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El agua embotellada (ese crimen) viene en botellas de polietileno (PET) que acaban en los vertederos, los ríos y el mar. Sin embargo, este tipo de plástico, al contrario que otros, se puede reciclar infinitamente. En TikTok puede verse una demostración de cómo pasar de una botella de plástico a una caja para tornillos en tu propia casa. 

La clave de esta mágica transformación es la impresora 3D, un dispositivo que hace unos años tenía un precio prohibitivo y hoy se puede comprar por unos pocos cientos de euros.

Aunque la impresión 3D es una tecnología relativamente nueva, tiene el potencial de revolucionar la forma de crear y fabricar productos. Desde implantes médicos hasta coches, pasando por la carcasa de tu móvil.

Estos dispositivos pueden producir casi cualquier cosa con un gasto mínimo de energía y residuos. Pero, ¿pueden realmente ayudarnos a combatir el cambio climático? 

No compres, imprime

Las fábricas emiten una parte importante de los gases de gases de efecto invernadero que están calentando el planeta. De hecho, según datos del World Resources Institute, el sector industrial es responsable de cerca del 30% de todas las emisiones.

Para empezar, la fabricación implica un gran uso de energía, y gran parte de esa energía procede de combustibles fósiles como el carbón y el gas natural. En segundo lugar, los procesos de fabricación suelen provocar la liberación de otros gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano. 

Según un informe del Instituto Worldwatch, los productos de plástico representan aproximadamente el 12% del total de bienes consumidos en el mundo. Esta cifra incluye desde los envases hasta los materiales de construcción y otros productos de consumo. Una gran parte de ese plástico se tira: los plásticos representan el 10% de los residuos anuales.

Precisamente, es en la fabricación de productos de plástico donde las impresoras 3D son más eficientes. La impresión en 3D es un proceso de creación de objetos tridimensionales a partir de un archivo digital.

La impresora lee el archivo y va colocando capas sucesivas de material hasta completar el objeto. El tipo más común de impresora 3D utiliza filamentos de plástico o metal, que se funden y extruyen a través de una boquilla para construir el objeto. Lo mejor es que estos filamentos pueden ser reciclados, y el producto final es asimismo reciclable.

A día de hoy, las impresoras 3D son más bien un juguete para frikis de la mecánica y la programación. Sin embargo, con la tecnología adecuada, no es descabellado pensar que en unos años tendremos un electrodoméstico en casa donde, por un lado, depositaremos la basura de plástico y por el otro, saldrán los productos impresos que necesitemos: un cepillo de dientes, un soporte para el móvil, o incluso unos zapatos.

Así puede ayudar la impresión 3D al medio ambiente

1. Menos residuos en la fabricación 

La fabricación tradicional, especialmente en plástico, no suele utilizar los materiales de forma eficiente. El proceso es generalmente sustractivo, lo que significa que se empieza con un gran bloque de material, se corta para crear un producto y luego se tiran los residuos. 

La impresión 3D, en cambio, es un proceso “aditivo”, que construye un producto capa a capa. La impresora es capaz de dejar espacios huecos en el centro o en cualquier otro lugar donde no se necesite material. Solo utiliza la cantidad exacta que se necesita en la forma exacta, y hay muchos menos desechos.

La impresión 3D también reduce los residuos incluso antes de empezar a crear un producto, ya que se pueden crear prototipos de forma más eficiente y reducir el número de pruebas necesarias para llegar al resultado final.

2. Reducción de los gastos de envío

El sector del transporte es uno de los que más gases de efecto invernadero emite en el mundo. La industria del transporte marítimo, en particular, es responsable de al menos el 2,5% de las emisiones totales de carbono del planeta, y eso sin tener en cuenta los viajes aéreos y por carretera.

Si imprimes tu soporte del móvil en casa, estás evitando que viaje desde China en un buque de contenedores porque es ahí de donde viene el que tienes ahora.

Además, en la producción tradicional, un producto y sus componentes se transportan varias veces. Por ejemplo, puede fabricarse en China, traslada a una empresa de embalaje local y finalmente, se envía a una tienda o a un domicilio. 

3. Uso de materiales reciclados

Los filamentos y plásticos utilizados en la impresión 3D son resistentes y biodegradables, lo que reduce los residuos de plástico. Y ese no es el único tipo de material reciclado que las empresas (y los aficionados) pueden utilizar para la impresión 3D.

Además del ejemplo anterior de las botellas de plástico, es posible reciclar otros productos de forma sencilla. Este ciclo se llama DRAM, abreviatura de reciclaje distribuido y fabricación aditiva.

Permite convertir la basura de plástico, como linternas, secadores de pelo rotos, o envases, en nuevos productos. En el caso de los plásticos duros, es necesario usar una trituradora para convertir los desechos de plástico en un granillo que se puede más tarde extruir y convertir en filamentos para la impresora 3D, todo con tecnología que se puede tener en casa.

4. El derecho a reparar

Todos nos hemos encontrado que un producto que nos resulta útil, por ejemplo, sea un humidificador o un altavoz, queda inutilizado porque se ha roto una minúscula pieza de plástico para la que no hay recambio.

El aparato termina en la basura, a pesar de que el resto de los componentes funcionan perfectamente. Todo esto cambia con la impresión 3D. Si se dispone de los modelos en 3D del fabricante, es sencillo imprimir la pieza de recambio y reparar el dispositivo.  

5. Una posible solución para la vivienda

El sector de la construcción consume una gran cantidad de energía, tiempo, recursos, y genera toneladas de residuos. Pero la impresión 3D no se queda en cajas de plástico o cepillos de dientes, sino que también se aplica a las casas.

Se calcula que la impresión 3D en el sector de la construcción puede reducir los residuos en un 95% o más, que de otro modo terminarían en vertederos. Ya hay varios experimentos para “imprimir casas” con una mezcla de cemento rápido, que produce una cantidad mínima de escombros y pueden completar una vivienda unifamiliar en 12 horas

Las limitaciones de la impresión 3D 

Aunque la impresión 3D ofrece algunas ventajas medioambientales en cuanto a la reducción de los residuos y el uso de la energía, sigue habiendo algunas cuestiones sobre su sostenibilidad.

Por ejemplo, los procesos de fabricación tradicionales suelen implicar múltiples pasos, como el corte de materias primas en formas específicas antes de que estén listas para el montaje, un proceso que no puede ser replicado por una sola impresora 3D.

Además, algunos tipos de plástico utilizados en los procesos de impresión 3D pueden no ser biodegradables o reciclables debido a su compleja composición química, lo que podría tener consecuencias negativas si no se gestionan adecuadamente o se eliminan correctamente después de su uso.  

A pesar de estos obstáculos en el camino, la impresión 3D nos ofrece una solución para hacer nuestro consumo más lógico y menos contaminante. 

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