Este año, después del papel higiénico, las piscinas se han convertido en otro de los productos que más han aumentado sus ventas, hasta el punto de que el pasado mes de mayo se agotaron en España. Y es que muchas personas han optado por instalar una de estas piscinas desmontables en su casa, viendo el panorama de un verano del todo extraño en el que muchas piscinas municipales no han abierto y hay cierta incertidumbre para acceder a las playas.
Aunque se trata de piscinas fáciles de montar, ello no significa que no requieran un mantenimiento y una limpieza periódica que nos aseguren la higiene y salubridad. Que el agua se vuelva verde es algo habitual si no se cuida.
El kit indispensable
Una piscina desmontable suele tener una capacidad de entre 4 y 15 metros cúbicos de agua. Es importante medir y comprobar los niveles de pH cada siete días, aproximadamente. La recomendación es que estos se sitúen entre 7,2 y 7,6, como recomiendan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades estadounidense (CDC).
Si los niveles no son los adecuados, el sistema de desinfección del agua puede no ser eficiente: si son muy altos pueden aparecer bacterias dañinas y dar al agua un aspecto turbio y, si son bajos, pueden provocar irritación en los ojos, nariz y piel.
Una de las técnicas más habituales para hacer esta medición y la del cloro es usar un test reactivo en kit que, tras unos sencillos pasos, nos da los valores de nuestra piscina. Los resultados son instantáneos. Además del kit para comprobar estos parámetros, también nos ayudará disponer de otros accesorios para mantener la piscina libre de hojas, insectos o polvo.
El mango telescópico permite llegar a cualquier punto de la piscina desde el exterior para limpiarla. Una malla de red se acopla al mango y se usa para retirar la suciedad que pueda haber en el agua, incluso en las zonas más hondas.
En la mayoría de los casos, las piscinas desmontables van con un sistema de depuración formado por un pequeño filtro de papel que mueve el agua a través de un motor y en el que se dejan parte de las impurezas.
Es aconsejable ponerlo en marcha cada día unas tres horas (la capacidad de filtración suele ser de unos 2.000 litros por hora). Si no llevan este sistema de filtros ni depuradoras, la suciedad tiende a acumularse con mayor facilidad. En este caso es recomendable intensificar la limpieza.
Cloro para la limpieza sin tener que vaciar la piscina
Para mantener el agua transparente y limpia sin tener que vaciarla varias veces durante los meses de verano es necesario algún producto desinfectante que elimine agentes nocivos como bacterias y hongos. Antes de hacerlo, sin embargo, deben retirarse de la superficie hojas y otros residuos que floten porque, cuando llegan al fondo, es mucho más difícil de eliminarlos.
Si la piscina no es muy grande, la limpieza puede realizarse a mano con productos como el Cloro. Este es el método de desinfección más utilizado. Puede encontrarse en formato líquido, en pastillas o en polvo. Actúan de manera similar: eliminan la mayor parte de bacterias, virus y microbios.
Para que sea eficaz, los valores deben estar entre 0,5-1,0 partes por millón (ppm). La dosis dependerá de los metros cúbicos de agua: si se administra bien, la capacidad para eliminar la bacteria E.coli es de menos de un minuto; y de unos 16 minutos para el virus de la hepatitis A.
Por otro lado, hay diferentes tipos de cloro en función del trabajo que tenga que realizar:
- cloro choque: es efectivo para destruir rápidamente los organismos
- cloro lento: la desinfección es preventiva y continua
- cloro multifunción: actúa como antialgas estabilizante, anticalcáreo y desinfectante.
El cloro debe ponerse en un dosificador para evitar que, al entrar en contacto con las paredes de la piscina, pueda dañarlas y decolorarlas. Si aparecen algas, hongos o el agua se vuelve turbia es señal de falta de cloro. El cloro debe ponerse cada día (una pastilla de unos 250 gramos dura unos tres o cuatro días, dependiendo de la cantidad de agua).
Otros productos
La sal es de uso cada vez más generalizado, ya que es un mineral que permite desinfectar el agua de manera eficaz, más si se hace con máquinas de electrólisis salina, que simplifican mucho esta labor. Para empezar, se aplican unos cuatro gramos de sal por cada litro de agua. Una vez se ha disuelto, se aplica a través de un electrodo una corriente eléctrica que la convierte en cloro. Cuando ya se han eliminado todos los microorganismos, este cloro vuelve a convertirse en sal.
Y también el oxígeno activo es empleado, aunque no es tan habitual como el cloro y la sal. El oxígeno activo actúa sobre los restos orgánicos del agua oxidándolos. También puede encontrarse en pastillas o líquido.
Otro producto que puede ser necesario son los alguicidas para prevenir la formación de algas (estos productos no las eliminan, las previenen). Es un tratamiento preventivo que puede aplicarse una vez a la semana, especialmente si hay temperaturas altas y con calor extremo.
Los floculantes o clarificadores de agua son sustancias químicas que hacen que las partículas que están en suspensión en el agua aumenten de tamaño y bajen hasta el fondo, de manera que es más fácil retirarlas con un limpiafondos o que queden retenidas en el filtro y lleguen hasta la depuradora (si tenemos).
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