Siete mitos sobre la fertilidad que, pese a todo, siguen vigentes
Las estadísticas de la fertilidad en nuestro país ofrecen cifras que merecen atención. Se estima que hasta el 17 % de las parejas españolas (es decir, una de cada seis) son infértiles. Según los últimos registros, España es la tercera tasa de fertilidad más baja en la Unión Europea: 1,33 nacimientos por cada mujer.
Solo Portugal (1,31), Chipre y Polonia (1,32 cada uno) muestran números más reducidos. Esto se relaciona de cerca con el hecho de que las madres primerizas españolas tienen la segunda edad promedio más alta del continente, 30,7 años, superadas nada más por las italianas, que se convierten en madres a los 30,8 años de edad.
Y al hablar de fertilidad, muchos mitos se mantienen vigentes, a pesar de los avances de la ciencia y del acceso masivo a la información que permiten internet y las nuevas tecnologías. En algunos casos, esos mitos consisten en ideas cuya validez no se ha podido comprobar. En otros, en cambio, son creencias que los estudios sí han refutado y que, sin embargo, están tan arraigadas en mucha gente que continúan circulando como si fueran verdad. A continuación, un inventario de mitos sobre la fertilidad que siguen “en activo”.
1. Lograr un embarazo es fácil
Existe la idea generalizada de que lograr un embarazo es sencillo. Como si bastara con abandonar los métodos anticonceptivos para lograr, en los meses inmediatamente posteriores, la fecundación. La realidad está bastante lejos de eso. En parejas cuyos miembros tienen menos de 30 años, sin problemas de fertilidad y que mantienen relaciones sexuales regulares y no protegidas, la probabilidad de lograr un embarazo es de solo el 20-30% en cada ciclo ovulatorio.
Esto da como resultado que las probabilidades aumenten hasta el 57 % a los tres meses, al 72 % a los seis y al 85 % a los doce. Por ello, se considera que un año es el tiempo normal de búsqueda del embarazo, y 108 el número de coitos necesarios, de media, para obtener un embarazo. Solo después de ese lapso se considera que una pareja es estéril y se recomienda acudir a un especialista. Las probabilidades son inferiores, eso sí, cuando la edad de la pareja aumenta, tal como se verá unos párrafos más abajo.
2. Más relaciones sexuales, más posibilidades de embarazo
Esta es una verdad a medias. Por una cuestión matemática, está claro que hacerlo varias veces aumenta en parte las posibilidades el embarazo. Pero aumentar la frecuencia del sexo también reduce el número de espermatozoides en cada eyaculación. ¿Cuál es el consejo de los especialistas? “Para una óptima eficacia reproductora, se recomienda mantener las relaciones sexuales cada dos o tres días, sin programarlas con la ovulación debido al estrés que esto produce”, afirma el citado documento de la SEF. El estrés, de hecho, atenta contra la fertilidad: afecta el funcionamiento correcto del sistema reproductor.
3. La edad de la mujer es importante, la del hombre no
En general se sabe que la edad de la mujer conspira contra su fertilidad, pero está extendida la idea de que el hombre en este sentido no tiene problemas, como si su reloj biológico no existiera. Es un error. A partir de los 39 años de edad, la fertilidad de los varones se reduce una media de un 23% cada año, según lo estableció en 2011 un estudio realizado por expertos del Hospital Universitario Cruces, de Vizcaya.
Una idea relacionada con esta indicaba que en la mayoría de los casos las dificultades para lograr un embarazo estaban relacionadas con la mujer. Hoy se sabe que no es así: de cada cinco parejas que buscan un embarazo y no lo consiguen, en dos es por causa de la mujer, otras dos por el hombre, y en la restante la responsabilidad es compartida por ambos.
4. La postura durante el acto sexual es importante
Esta es una de las cuestiones sobre las que más creencias circulan, y lo cierto es que no está comprobado que ninguna postura sea más propicia que otras para lograr la fecundación. De hecho, algunos expertos –como Isidoro Bruna, jefe de la Unidad de Medicina de la Reproducción del Hospital Universitario Montepríncipe, de Madrid– sostienen que atenerse a ciertas posturas no solo no sirve para nada, sino que resulta contraproducente, porque “neurotiza” las relaciones sexuales. Es decir, suma a la búsqueda del embarazo un posible factor más de estrés.
Otros especialistas, sin embargo, aconsejan que la mujer permanezca acostada bocarriba durante 10 o 15 minutos después del coito. De este modo, se supone que el efecto de la gravedad ayuda al semen a alcanzar las trompas de Falopio. Muchos profesionales recomiendan este método, pese a que su eficacia no se ha comprobado.
5. La luna ayuda a quedar embarazada
A algunos les podrá sonar hasta ridículo, pero hay mucha gente que cree que prestar atención a las fases de la luna, el calendario lunar y otras cuestiones vinculadas con el satélite puede ayudarlas a lograr un embarazo. En realidad, claro está, no tiene nada que ver. Es probable que en el origen de esta creencia se encuentre la proximidad entre las duraciones del ciclo lunar (29,53 días) y el ciclo menstrual de la mujer (unos 28 días), pero no hay más relación que esa.
Otra idea bastante extendida afirma que en los días de luna llena hay más nacimientos que en el resto de los días. En teoría, del mismo modo que afecta las mareas, el satélite tendría una influencia sobre el líquido amniótico que precipitaría más partos. Pero muchas investigaciones (la mayor de todas se realizó en Estados Unidos y analizó 70 millones de nacimientos) han comprobado que no es así: durante el plenilunio nacen la misma cantidad de bebés que en cualquier otro momento.
6. Quienes ya han concebido no pueden tener problemas de fertilidad
El sentido común pareciera indicar que si una persona o una pareja han logrado concebir en el pasado, tienen que poder hacerlo en el futuro. Pero no es así. De hecho, existen dos tipos de infertilidad: la primaria, la de las parejas que tras un año de relaciones sexuales frecuentes sin métodos anticonceptivos no logran el embarazo, y la secundaria, la que afecta a parejas que han llegado al embarazo al menos en una ocasión pero que ahora no pueden volver a hacerlo.
De hecho, la infertilidad secundaria podría deberse a alguna complicación durante un embarazo previo o en el trabajo de parto (lesiones uterinas o pélvicas, obstrucción de las trompas de Falopio, endometriosis, etc.). Otra causa posible es el propio paso del tiempo, si en el momento de buscar el nuevo embarazo alguno de los miembros de la pareja, o ambos, ya han superado los 35 o, más aún, los 40 años.
7. La infertilidad es un problema psicológico
El estrés, como se ha señalado, resulta perjudicial durante la búsqueda del embarazo, pero no constituye en sí mismo una causa de infertilidad, como tampoco ningún otro problema psicológico. Las causas que impiden que una pareja logre el embarazo siempre son físicas, y es en ese campo en el cual el médico trabajará para ayudar a resolverlo.