Se calcula que el gasto del frigorífico se acerca al 30% del total de los electrodomésticos y al 20% de consumo energético general de un hogar, es decir que según datos expertos del Centro Nacional de Educación Ambiental es con diferencia el aparato que más energía eléctrica consume. El motivo es que aunque su potencia no es la más alta, ya que se ve superado ampliamente por la secadora, por ejemplo, su funcionamiento es continuo las 24 horas del día y los 365 días del año.
En consecuencia, ahora que llega el verano y nos preparamos para las sucesivas olas de calor habituales, en las que tendremos picos de consumo eléctrico debido al aire acondicionadodebido al aire acondicionado, no está de más tratar de reducir el monto total de la factura mensual con ahorros adicionales, de entre otros aparatos el frigorífico. Sin embargo las siguientes diez normas que a continuación se relatarán no deben restringirse solo a esta época, sino que son aplicables durante todo el año.
Según un documento del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) se calcula que el gasto total anual de una familia en frigorífico podría ser de unos 300 euros, un 30% de consumo total. En caso de deficiencias, estos 300 euros podrían dispararse e incluso doblarse. Por descontado las normas van más allá del lógico “no tener abierta demasiado rato la nevera” o la coherencia de comprar aparatos lo más eficientes posible desde el punto de vista energético, cuando nos toque renovar el frigorífico.
Las diez normas básicas para ahorrar en el frigorífico
1. Proteger el frigorífico lejos de la luz solar directa
El sol directo, sobre todo en verano, puede tener un impacto muy negativo en el consumo de este electrodoméstico. A pesar de que sus paredes están diseñadas para actuar como un gran aislante térmico, si se calientan en exceso obligarán al aparato a funcionar con mayor trabajo, incidiendo en su eficiencia energética. El cálculo es de un 15% de aumento en el consumo del frigorífico por una ubicación inadecuada.
Además, si el sol da en las gomas de las puertas reiteradamente, las resecará y por tanto perderán su elasticidad hasta quebrarse y dejar salir el frío y entrar la humedad, provocando hielo en el congelador. Si no tenemos otro remedio que exponer al sol el frigorífico, al menos cubramos con una toalla la parte expuesta.
2. No colocarlo demasiado pegado a la pared
Es importante que entre la parte trasera y el aparato haya por lo menos cinco centímetros para que pueda circular y sea expulsado el aire caliente que se genera. También por los lados y por encima es conveniente que exista ese espacio. Si no hay ventilación, el aire caliente se acumulará y afectará negativamente a la eficiencia del frigorífico.
3. Limpiar regularmente la parte trasera
Otro factor que dificulta la circulación del aire es que se acumule demasiado polvo sobre los tubos de gas cuando están colocados en la parte trasera y expuestos. Conviene evitar la acumulación.
4. Mantener la gomas limpias
Además del sol, hay otras causas que pueden hacer que las gomas de las puertas pierdan su elasticidad y se quiebren o se pongan rígidas, impidiendo así el debido aislamiento interior y favoreciendo la pérdida de frío. Se trata de la suciedad, sobre todo si proviene de restos de alimentos que se acumulan en sus pliegues y que son ácidos de por sí o se vuelven al ser descompuestos por las bacterias. Los ácidos resecan y corroen las gomas.
5. Evitar la formación de hielo en el congelador
Si tenemos una nevera que es No Frost -no permite la formación de hielo- este punto no debe preocuparnos, pero de no ser así, miraremos de evitar siempre que se formen capas de hielo en el congelador superiores a cinco milímetros. La razón es que el hielo actúa de aislante térmico acercando la temperatura del congelador hacia el punto de congelación, es decir absorbiendo frío y por tanto calentando el ambiente. La subida de consumo por la formación del hielo puede alcanzar el 30% del consumo del aparato.
6. Programar las temperaturas adecuadas
La temperatura de refrigerador debe estar sobre los 6ºC y a no ser que conservemos producto fresco durante largo tiempo, es más que suficiente para mantener la viabilidad de los alimentos. No es necesario tener la nevera a 4ºC salvo excepciones o indicaciones especiales de ciertos productos. Respecto al congelador, si no vamos a usarlo para congelar pescado que luego consumiremos crudo, con el fin de eliminar el parásito anisakis, no hace falta tenerlo programado por debajo de los -15ºC.
7. Procurar que no quede demasiado vacío
Aunque pueda parecer paradójico, un frigorífico o un congelador demasiado vacío gasta más que una bastante lleno, pongamos a los tres cuartos. El motivo es que el aire tiene una importante inercia térmica y dificulta el enfriamiento.
8. Intentar no llenarlo demasiado
Un frigorífico demasiado lleno también consume en exceso. La razón es que se dificulta la circulación del aire caliente hacia arriba y del frío hacia abajo, con lo que las frigorías no se distribuyen adecuadamente y hay alimentos que requieren más trabajo del aparato para enfriarse.
9. Descongelar los alimentos dentro del refrigerador
El hecho de descongelar los alimentos dentro del refrigerador tiene dos ventajas; la primera es que con el calor excesivo del verano es muy posible que se nos estropeen rápido si nos despistamos; la segunda es que para descongelarse los alimentos toman calor del ambiente, con lo que ayudan a enfriar la nevera por dentro y así ahorran trabajo al compresor.
10. Nunca enfriar en la nevera alimentos acabados de cocinar
Si acabamos de cocinar un alimento, ya sea una sopa, un estofado, etc., lo dejaremos a temperatura ambiente hasta que se enfríe y solo entonces lo meteremos en la nevera o el congelador. El motivo es que si está demasiado caliente lo que hará es calentar el ambiente interior de la nevera restando una eficiencia que según algunos cálculos puede incidir incluso hasta en el 50% del consumo del aparato hasta que el alimento alcance su temperatura idónea.
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