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Los gatos también se comunican con nosotros y con otros de su misma especie. Esto es posible gracias a las feromonas, unos compuestos químicos secretados por el animal a través de sus glándulas y que son totalmente imperceptibles al sentido del olfato humano.
Para sentirlas, los gatos utilizan el órgano vomeronasal u órgano de Jacobson. Y es que los gatos no olisquean únicamente con la nariz, pues este está situado entre la nariz y la boca, detrás de los incisivos superiores.
Es probable que alguna vez hayas visto a tu gato olfatear algo y quedarse con la boca abierta. Esto se llama conducta de Flehmen, algo que hace posible la transferencia de productos químicos odorantes en el órgano vomeronasal, permitiendo asimilar e identificar las feromonas.
¿Qué tipos de feromonas felinas existen?
El mundo de las feromonas felinas es más que extenso, pues no las hay de un solo tipo. Las hay de alarma, secretadas en casos de estrés o miedo; territoriales, emitidas con la orina o con los arañazos a través de sus uñas.
También sexuales a través de la orina para establecer comunicaciones de este tipo entre ambos sexos. Y maternales o de apaciguamiento, segregadas por la madre gata para calmar a sus crías.
Por último, como explican en la web del Centro Veterinario Bormujos, el marcaje de las feromonas sociales “consiste en el frotamiento de la cara, nuca, cuello o flancos con otros gatos, humanos, mobiliarios e incluso perros. Nos indica familiaridad. El gato lo realiza para sentirse bien, cuando está a gusto en el entorno y con lo que le rodea”.
Estas últimas, conocidas como F3, así como la F4 (aquella que depositan sobre otros gatos y especies para marcarlos como “animales seguros”), fueron llevadas a los laboratorios en busca de crear unas feromonas sintéticas que, como explican en la web del Hospital Veterinario Asturias, “no son fármacos pero nos ayudan a controlar los problemas y mejorar comportamientos”.
¿Qué son y para qué sirven las feromonas sintéticas felinas?
Como explican desde la plataforma digital de referencia veterinaria Vets & Clinics, “el gran ámbito de aplicación de las feromonas es a nivel de problemas de comportamiento y gestión del estrés. Sabemos que hay múltiples trastornos de comportamiento del gato donde la aplicación de las feromonas artificiales podría ser beneficiosa, pero es en este campo donde se han mostrado más efectivas”.
Hay muchas acciones que a nuestros ojos son normales, pero para nuestros gatos suponen una fuente de estrés incontrolable: visitas al veterinario, fiestas, viajes largos, la llegada de un bebé u otro animal, una mudanza, ruidos u obras en casa, miedos… La lista es infinita y las señales que ellos nos mandan avisándonos de su estrés nos ayuda a identificarlas.
Aquí es donde entran en juego las feromonas sintéticas, cuyos compuestos químicos creados en laboratorios calcan a la perfección el aroma de las F3 y F4 ya mencionadas y secretadas por los gatos de forma natural, ayudando a que se sientan tranquilos, seguros y relajados.
Aunque el campo prioritario es el estrés, también se pueden utilizar para aumentar el interés y la ingesta de alimentos en gatos enfermos y hospitalizados, como así lo demostró un estudio realizado en la Universidad Estatal de Ohio.
¿Cómo se aplican?
Veterinarios y tiendas especializadas ya llevan años teniendo estas feromonas en sus estanterías. La forma de aplicarlas es sencilla: no se hace directamente en el gato, sino esparciéndolas por el aire.
Existen en forma de spray que, como explican en la web de Clínica Veterinaria Bolta, “es muy práctica, sobre todo para el transportín del gato. Solo hay que pulverizarlo por dentro antes de un viaje o de la visita al veterinario. También puedes usarlo para tratar las zonas marcadas con orina y las marcas de arañazos”.
También existen difusores que se enchufan a la corriente eléctrica de nuestra casa para secretarlas en el ambiente de manera continua, como si de un ambientador gatuno se tratara. Ambos formatos se pueden encontrar por precios de entre 10 y 30 euros.
¿Son perjudiciales para mi gato?
En primer lugar, no debemos confundir relajar con sedar. Este tipo de feromonas no tiene ningún efecto sedante ni adormecen al gato. Además, los fabricantes y expertos afirman que son totalmente inofensivas para ellos y para perros o personas, pues no tienen ningún efecto secundario ni generan en el felino ningún tipo de adicción.
Aun así, es recomendable consultar al veterinario antes de usarlas, pues lo idóneo es utilizarlas solo cuando sea necesario, en momentos puntuales de estrés o ansiedad como los mencionados anteriormente.
Aunque no son perjudiciales para nuestros compañeros peludos, utilizarlas puede ocultar los verdaderos motivos de su estrés, pues lo correcto es eliminar el problema desde la raíz.
Aun así, pueden ser un gran aliado mientras intentamos solucionar ese problema. “Distribuir el alimento en comederos interactivos, disponer de espacio vertical, juegos que estimulen su inteligencia y la actividad diaria son aspectos muy beneficiosos para evitar y hacer desaparecer el estrés felino”, apunta Lídia López, especialista en conducta y bienestar felino.
Como explica en Experto Animal Ana Diaz Maqueda, bióloga especializada en etología, existen otras feromonas caseras para gatos que también actúan como relajante para aquellos que sufren hiperactividad o que son más agresivos.
Se llama hierba gatera o catnip y “atrae a la mayoría de los gatos de forma irresistible, aunque hay que tener en cuenta que no todos se sienten igualmente atraídos”. Entre el 70 y el 80% de los gatos ha heredado el gen que les hace responder a las moléculas, similares a sus feromonas, que segrega esta planta que tanto les atrae y relaja.
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