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Picaduras de insectos en los niños: ¿cuándo hay que preocuparse?

Foto: Bruce Marlin

Cristian Vázquez

Cuando llega el verano, casi nadie escapa a las picaduras de los insectos. Las de mosquitos son las más frecuentes y, en general, solo producen molestias leves. Pero hay niños que pueden experimentar reacciones intensas y necesitar alguna medicación. Y mucho más aún si las picaduras son de abejas o avispas, las cuales pueden poner en riesgo hasta la vida de los pequeños. ¿A qué síntomas debemos estar atentos?

Las picaduras de insectos son muy frecuentes durante los meses de calor. Se pueden tomar diversas medidas preventivas, pero ninguna tiene una eficacia total, y por ello todos estamos expuestos a sufrirlas en mayor o menor medida. En la mayoría de los casos, las consecuencias no van más allá de leves molestias en la zona, como picor, inflamaciones y, en ocasiones, dolor. Tales molestias se pueden aliviar con agua fresca y jabón, procurando evitar el rascado, que puede exacerbar el cuadro, erosionar la piel y causar una infección.

En el caso de los niños, que a menudo sufren muchas picaduras, padecen su intenso picor y se sienten muy molestos y fastidiados, la Asociación Española de Pediatría (AEP) apunta en su página que “se puede aplicar una solución de calamina o amoniaco con una barrita, de venta en farmacias”, con la aclaración de que se deben evitar en mucosas: boca, ojos y dentro de la nariz. Otro método para mejorar los síntomas es la aplicación de frío en la zona de la picadura.

Sin embargo, hay una pequeña parte de los casos en que las picaduras provocan reacciones de mayor gravedad, que pueden ir desde edemas, aumento de temperatura, picor en ojos, palmas de las manos y plantas de los pies, malestar general, náuseas y vómitos. Y los niños constituyen uno de los principales grupos de riesgo de padecerlas, junto con las personas que desarrollan su trabajo al aire libre, los inmigrantes o viajeros a zonas endémicas y los pacientes con inmunodeficiencias. ¿Qué hacer en esos casos?

Efectos de las picaduras de mosquitos

Las reacciones varían en función de qué insecto haya picado al niño. Las picaduras más frecuentes son las de mosquitos, que en su mayoría no generan más que el picor y unos habones que se desarrollan en veinte minutos y en general duran algunos días. Pero también pueden producir reacciones locales grandes, como inflamación, manchas rojas, aumento de la temperatura local, pápulas pruriginosas, ampollas y otras reacciones de hipersensibilidad. Aparecen entre dos y seis horas después de la picadura y persisten días o semanas.

Cuando existen reacciones grandes o atípicas, o acompañadas por síntomas como vómitos y fiebre, los expertos consideran que existe una alergia a picadura de mosquito. Así lo explica un estudio realizado por profesionales mexicanos y publicado en la revista especializada Alergia. Estas situaciones exigen acudir al médico cuanto antes.

De todos modos, según explica un documento de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), algunos niños que no son alérgicos a las picaduras de mosquitos presentan reacciones incluso “más intensas que los que sí tienen alergia”. El mismo texto añade que para reducir los picores se puede administrar un antihistamínico, y “alguna crema de tipo corticoide” para bajar la inflamación. En caso de que la picadura se infecte, el pediatra recetará algún antibiótico. 

Abejas y avispas: las picaduras peligrosas

Además de los mosquitos, muchos otros animales pueden picar a los niños: tábanos, chinches, pulgas, garrapatas... En estos casos, asegura la SEICAP, “las normas son las mismas que para los mosquitos, aunque con estos otros insectos no hay ni siquiera pruebas de alergia”. Pero hay una salvedad importante: las abejas y avispas, cuyas picaduras sí pueden dar lugar a reacciones de gravedad.

Lo normal es que las picaduras de estos animales (que pertenecen al orden de los himenópteros, junto con las hormigas, los abejorros y otras 200 mil especies) causen reacciones locales: enrojecimiento, inflamación y dolor, los cuales “pueden extenderse varios centímetros alrededor de la picadura”, según el mismo documento, en función de la constitución corporal de la persona. En ocasiones resultan muy molestas y dolorosas, pero no entrañan un riesgo para la vida.

Sí en cambio son peligrosas las llamadas reacciones sistémicas o a distancia:

  • Inflamación en los ojos, habones y ronchas con picor, dificultad para respirar, etc., sin importar en qué parte del cuerpo se produjo la picadura.
  • Otros síntomas posibles son estornudos, mucosidad nasal, lagrimeo, tos, pitos en el pecho, mareos, bajadas de tensión y pérdida de conocimiento.

Todo esto tiene lugar muy pronto, en los primeros 20 o 30 minutos tras el incidente, por lo cual, si el niño comienza con estos síntomas, hay que acudir al médico de forma urgente o llamar al 112.

Tratamiento contra los efectos de las picaduras

Estas reacciones sistémicas “se tratarán como cualquier episodio de anafilaxia”, es decir, una reacción alérgica grave. Así lo indica un artículo de Cristina Ortega Casanueva, pediatra y alergóloga del Hospital Quirón San José, de Madrid. Este tratamiento consiste en una dosis de adrenalina (0,01 miligramo por cada kilogramo de peso de la persona), corticoides y antihistamínico por vía oral. 

Cuando un niño ya ha sufrido reacciones sistémicas por picaduras de himenópteros, debe llevar siempre consigo una jeringa precargada de adrenalina autoinyectable intramuscular. Y un alergólogo debe valorar un tratamiento para reducir la sensibilidad extrema por medio de una vacuna.

Por otra parte, en caso de que la picadura haya sido de una abeja, se debe procurar extraer el aguijón del cuerpo del niño con unas pinzas lo antes posible. La AEP señala que “no es recomendable hurgar mucho en la zona, porque además de poder aumentar la inoculación del veneno se puede producir una infección”.

Sin embargo, la SEICAP especifica que “se debe intentar extraer el aguijón usando cualquier método: raspando con las uñas, con un objeto romo, con pinzas o como se pueda”, ya que, añade, “se ha comprobado que un mecanismo reflejo del aguijón inyecta poco a poco todo el veneno”. 

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