Cómo plantar lechugas en la terraza, ¡y que no te falten en todo el verano!
Si queremos empezar un pequeño huerto urbano en casa, y adentrarnos en el maravilloso mundo de plantar algo comestible, la lechuga resulta una opción brillante. Aunque nunca hayamos cultivado nada antes. El motivo: la lechuga (técnicamente, Lactuca sativa) es sencilla de obtener, rápida y crece feliz incluso en una maceta pequeña en la terraza.
Por mucho que nuestro espacio sea reducido, no hay casa sin hueco para una o dos plantas de lechuga, que crecerán más que felices incluso en una maceta dentro del salón, cerca de una ventana soleada. La recompensa a este pequeño esfuerzo merece la pena: si empezamos ahora, podemos comer hojas frescas lechuga y otras ensaladas durante todo el verano. Y más allá.
Plantar lechugas en casa: ¿qué maceta uso?
La lechuga es una planta bonita y sabrosa; que, además, pide muy poco a cambio de alimentarnos durante varias semanas y hasta durante meses. Y solo necesitamos una jardinera o unas macetas para alojar una o dos lechugas. No tienen que ser muy grandes: la lechuga crece en poco suelo, sus raíces resultan cortas, y se conforma con unos 15 centímetros de profundidad.
Si queremos que las lechugas crezcan felices, y pretendemos colocar varias en una misma maceta, lo ideal sería utilizar una jardinera alargada, y dejar entre ellas unos 15 o 20 centímetros de distancia: aproximadamente, el ancho de una lechuga. O usar una bolsa de cultivo, un recipiente estupendo para espacios urbanos, ya que en invierno podemos doblarlo y guardarlo sin ocupar apenas espacio.
Lo que sí quiere la lechuga (como el resto de las plantas) es crecer en un buen sustrato o tierra de cultivo. Si no tenemos compost casero, muy sencillo de obtener a partir de restos de alimentos, podemos comprar un saco de sustrato o tierra de cultivo orgánico, que alimentará a nuestras hambrientas lechugas de la terraza durante toda la temporada.
Lechugas en casa: semillar en el salón
Si nos gusta la aventura culinaria, comenzar las plantas de lechuga desde la semilla tiene ventajas. La primera, el precio: por un euro, podemos conseguir 800 semillas de lechugas ecológicas. Además, las opciones y clases de lechugas que podemos plantar se disparan: desde opciones de tipo cogollo hasta la lechuga de tipo trocadero (más abierta) o de hojas moradas incluso rojizas.
Mi consejo es comenzar nuestras plantas de lechugas con semillas dentro de casa; porque el calor les gusta, hará que germinen con mayor facilidad, y en dos o cuatro días podemos empezar a verlas asomar. Hay otro motivo: dentro de casa, el ambiente es más controlado, y hay menos riesgo de que nuestra pequeña lechuga acabe devorada por caracoles o insectos; ¡que disfrutan del sabor de las hojas tiernas de ensalada tanto como nosotros!
El modo más sencillo es comenzar con una maceta de unos diez centímetros, llena de tierra. Regamos tres veces (dejando drenar) y colocamos tres o cuatro semillas sobre la tierra, aunque nos quedaremos con una, la más fuerte. Y cubrimos con un poco más de sustrato, sin pasarnos: una capa del grosor de la semilla de lechuga será suficiente.
Más sencillo todavía: si usamos macetas pequeñas biodegradables, podremos enterrarlas tal cual (sin tener que sacar las lechugas) en la maceta definitiva, una vez crezcan. O, si nos asalta la pereza, comprar los plantones de lechuga (pequeños ejemplares) ya crecidos en el vivero.
Y una vez que la planta de lechuga tiene cuatro o cinco hojitas, podemos sacarla a la terraza para colocarla en su sitio definitivo. O dejarla dentro en casa, cerca de una ventana soleada, en una maceta más grande, si no tenemos espacio exterior.
El truco para que tus lechugas sepan muy dulces
Muchos tipos de lechugas espigan pronto (crecen a lo largo y piensan en echar semillas, algo que no nos conviene ahora) o amargan si las dejamos a pleno sol; sobre todo en verano, si allí donde vivimos el sol es intenso. El truco para que sepan dulces, y obtener el mejor sabor, consiste en sombrearlas de forma parcial; o colocarlas bajo un toldo que las cubra a ciertas horas.
Y sirve un trozo de tela o malla de sombreado fina: dejará entrar el sol, pero sin achicharrar nuestras preciadas hojas de lechuga. Eso, y regarlas siempre que podamos.
Cómo comer lechugas todo el verano
Aquí hay dos opciones. Podemos semillar cada dos semanas, y volver a empezar el proceso. O, mi opción, ir recogiendo hojas de lechuga a mano, y a demanda, en lugar de cortarlas de raíz con un chuchillo para comer toda la planta de una sola vez y dejar el hueco.
Recoger hojas a demanda nos permite mantener la planta de lechuga más tiempo joven y podremos comer ensaladas de la misma planta durante meses. Menos trabajo, más sabor. Y durante más tiempo.
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