Al polvo y a las pelusas siempre las metemos en el mismo saco. Aunque tengan relación entre sí, y aunque ambos sean el principal enemigo a batir en la limpieza general de cualquier vivienda, no son la misma cosa. Por muy organizado y sistemático que seas, mantenerlos a raya no es tarea fácil a simple vista.
Tampoco es lo mismo para estos casos vivir en la ciudad o en el campo o en una casa pequeña o muy amplia. Y, obviamente, la tarea se complica si tenemos uno o más compañeros peludos (de cuatro patas). Ahí las pelusas se convierten en un signo de identidad de cualquier superficie apta para el descanso o el paso de nuestras queridas mascotas.
Ya te adelantamos que en el caso del polvo y de las pelusas no hay recetas milagrosas y que la clave está en la frecuencia de limpieza. Pero sí podemos darte algunas recomendaciones para optimizar la tarea doméstica al máximo y que no tengas que pasarte la vida con la escoba o la aspiradora, la fregona y el plumero todo el día en danza.
Como habrás podido deducir, las pelusas no nacen solas de la nada. Se van haciendo más y más grandes a partir de un pelo, de ahí viene la palabra. La electricidad estática es la responsable de que a ese pelo se le vayan uniendo otros tantos y crezcan junto al polvo, el polen, las fibras y otros restos de suciedad, con los que van aumentando poco a poco de tamaño.
Pautas de limpieza
Por desgracia, eliminar para siempre las pelusas no es una opción, pero sí hay formas de reducirlas al máximo. Te damos algunas pautas:
- Antes de comenzar la limpieza de la casa o de la habitación que te hayas propuesto asear ese día, lo primero que tendrás que hacer es ventilar la estancia o estancias. Abre bien las ventanas y deja correr el aire. Te recomendamos que lo hagas al menos durante 10 minutos, de esa forma cuando limpies eliminarás también el polvo que entra al ventilar. Si lo haces al contrario, primero limpiar y luego ventilar, volverá a penetrar el polvo en la habitación y se quedará nuevamente adherido a los muebles.
- Tras la ventilación, el siguiente paso es limpiar los muebles. Y lo haremos de arriba a abajo. Esto marcará la diferencia. Hacerlo de abajo hacia arriba no tiene sentido, porque a medida que quitamos el polvo de un sitio siempre se transfiere algo hacia abajo.
- Las bayetas de microfibra son muy útiles para esta tarea, pero si prefieres usar plumero escoge uno que sea electroestático, con cabezales que son de usar y tirar. Los plumeros clásicos realmente lo que hacen es trasladar el polvo de un sitio a otro.
- Emplea un trapo humedecido, es mucho mejor que limpiar el polvo en seco porque también se pasa de un sitio a otro más fácilmente; si el trapo está húmedo, el polvo se adhiere mejor. Un trapo seco puede dañar también según qué superficies. En algunos muebles de madera tendremos especial cuidado y utilizaremos productos específicos para evitar estropearlos.
- Usar un producto antipolvo también es muy recomendable, porque retrasará la aparición de nuevo de este tipo de suciedad. Puedes hacer uno casero con una taza de agua, un cuarto de taza de vinagre blanco de limpiar y dos cucharaditas de aceite de oliva. Mételo en un pulverizador para usarlo sobre tus muebles.
- Si ya hemos terminado con la limpieza de los muebles, vamos a dedicarle ahora un tiempo al suelo. Si no dispones de aspiradora, tendrás que barrer con la escoba y luego terminar fregando el suelo para eliminar los últimos restos de polvo. Si tienes alguna máquina aspiradora y quieres limpiar a fondo, es una de las mejores opciones pues aspira polvo y pelusas más fácilmente. Y a menos polvo, menos pelusas.
- Aunque es tedioso, de vez en cuando no olvides mover un poco los muebles de las habitaciones porque siempre se acumula más suciedad en las zonas de más difícil acceso.
Prevenir la formación de polvo y pelusas
Además de las aspiradoras, otra máquina que puede ser de utilidad para estos menesteres es el purificador de aire, que filtra el ambiente de las estancias, absorbe partículas y, por tanto, evita también la formación de polvo y pelusas. Pero además de aspiradoras y purificadores de aire, y de seguir esas pautas que te hemos dado a la hora de eliminar la suciedad de la casa, te vamos a dar otras cuantas para prevenir las temidas pelusas:
- Una buena costumbre es quitarse el calzado que hemos utilizado para estar en la calle y cambiarlo en el recibidor por unas zapatillas de estar por casa. Si tu entrada lo permite, es muy cómodo tener un organizador de zapatos o zapatero a mano. Pero si no es posible, otra buena opción es el felpudo de fibra de toda la vida, que es muy efectivo y recoge muchísima suciedad acumulada en la suela de nuestros zapatos. Se recomienda sacudirlo con frecuencia y recordar aspirarlo de vez en cuando, al menos un par de veces al mes.
- Otra medida interesante es colocar en las puertas que dan a terrazas o la puerta de entrada de la casa burletes. Son una especie de cepillos que se sitúan bajo la puerta o en la parte trasera y son indispensables para hacer de barrera al polvo e incluso a los insectos, sobre todo en épocas calurosas cuando proliferan más. Si vives en el campo, es especialmente interesante.
Poner en práctica todos estos consejos te facilitará mantener el polvo y las pelusas alejadas de tu casa en gran medida, lo que seguro que agradecerás, porque además el polvo termina cargando los ambientes. De hecho, estas rutinas se harán imprescindibles en caso de que tú o alguna de las personas que convivan contigo sean asmáticas o tengan alergia al polvo o el polen.
Si este es tu caso, es muy aconsejable usar una buena aspiradora. Si estás planteándote comprar una, es recomendable fijarse en que tenga filtros HEPA, mucho más capaces de aspirar las partículas más pequeñas, de hasta 0,5 y 2 micras, lo que te garantizará una limpieza más profunda.