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¿Pueden los fetos percibir rostros desde dentro del vientre materno?

Imagen: Dominio Público

Cristian Vázquez

Los médicos saben desde hace mucho que los bebés, incluso los recién nacidos, tienden a seguir con los ojos mucho más el movimiento de las personas que el de los objetos. Más aún, el mayor interés lo muestran por los rostros humanos, sobre todo el de la madre. Sin embargo, no estaba claro desde cuándo el niño manifestaba esta tendencia. ¿Era algo aprendido durante los primeros días o semanas de vida? ¿O traen esa información ya desde antes de nacer?

Un estudio reciente, realizado por científicos de la Universidad de Lancaster, en Reino Unido, ha venido a dar una respuesta a esta cuestión. “Hemos demostrado que el feto puede distinguir entre diferentes formas, y prefiere las que parecen un rostro humano por encima de aquellas que no lo parecen”, ha señalado Vincent Reid, director de la investigación.

Para la experiencia, se utilizaron dispositivos de ultrasonido 4D (es decir, en las tres dimensiones del espacio y en tiempo real) de alta calidad, que permiten captar las reacciones y los movimientos de los bebés dentro del útero materno. Se analizaron los casos de 39 fetos en la semana 34 de la gestación.

Rostros que llaman la atención del feto

Lo que se expuso a los fetos no fueron rostros humanos, desde luego, sino dos patrones lumínicos distintos. El primer patrón era un triángulo equilátero conformado por tres puntos luminosos, dos de los cuales se hallaban alineados de forma horizontal y el tercero abajo. Es decir, como si los dos primeros ocuparan los lugares de los ojos y el restante, el de la boca. El segundo patrón también era un triángulo, pero invertido: dos puntos alineados y el tercero arriba. De esta forma, el primer patrón adquiría una semejanza con el rostro humano, mientras que el segundo no.

A partir de las reacciones y gestos del feto, los científicos establecieron que las probabilidades de que se mostrase interesado por la figura que parecía una cara duplicaban a las de la figura contraria. A partir de este descubrimiento, los autores del artículo, publicado en la revista especializada Current Biology, descartan la idea de que los recién nacidos sigan con la vista los rostros humanos debido a un rápido aprendizaje después del parto. ¿De dónde surge esta capacidad, entonces? Los expertos apuntan dos posibilidades: que sea innata, o bien que se desarrolle a partir de las experiencias visuales dentro del propio útero.

El trabajo representó también una confirmación: la de que el feto puede reconocer luces a través de la pared uterina y, por lo tanto, tener experiencias visuales desde antes de nacer. Pero los investigadores destacaron que no se debe intentar estimular al niño proyectando luz hacia la tripa de la mujer embarazada, ya que se puede hacer daño al feto. Los investigadores realizaron pruebas previas para medir cuánta luz accede al útero, y la intensidad de la luz durante la experiencia, explicó Reid, estuvo regulada también en función del grosor del tejido materno. 

Factores perjudiciales para la visión del bebé

El desarrollo del sistema visual humano dentro del feto materno ofrece todavía muchos desafíos para los científicos. Sobre todo, a partir del hecho de que todo ese desarrollo se produce -al igual que en el resto de mamíferos y que en pájaros y reptiles, los cuales tienen un periodo de gestación relativamente largo- sin depender de la experiencia sensorial, que llega solo en la fase final del proceso, tras el nacimiento.

Investigadores de la Universidad de Yale descubrieron que la configuración del sistema visual ocurre a partir de patrones espacio-temporales específicos de la actividad neuronal. Estos patrones, conocidos como 'ondas retinianas', no dependen solo de la herencia genética, sino también de factores ambientales, uno de los cuales podría ser la exposición a la nicotina. Es decir que entre los tantos posibles perjuicios de consumir tabaco durante el embarazo se cuentan las afecciones sobre el sentido de la vista del bebé en formación.

Lo que los recién nacidos pueden ver

Por supuesto, como estos y muchos otros estudios se han encargado de demostrar, la tradicional creencia de que los bebés al nacer carecían de capacidad visual es falsa. Lo que sí ocurre es que durante las primeras semanas “no tiene la capacidad para enfocar a diferentes distancias”, como apunta la Guía práctica para padres desde el nacimiento hasta los 3 años, editada por la Asociación Española de Pediatría (AEP). Pero el niño fija la mirada en rostros cercanos, responde a los cambios de luz y comienza, poco a poco, a seguir con la vista el movimiento de las cosas o las personas.

De hecho, una investigación realizada por científicos suecos y noruegos, publicada en 2014 reveló que los bebés de entre 2 y 3 días puede reconocer no solo los rostros, sino también las expresiones faciales, siempre y cuando no se encuentren a más de 30 centímetros. Es decir, una distancia similar a la que separa las caras del bebé y su madre cuando esta lo amamanta. A una distancia de 60 centímetros la imagen ya se torna demasiado borrosa y el bebé ya no puede distinguir nada.

En torno al mes de vida, el seguimiento visual que el bebé hace de los objetos o personas en movimiento alcanza un ángulo de hasta 90 grados, y ya de 180 grados hacia los tres meses, cuando el niño descubre sus propias manos y, un poco después, los juguetes que sostiene con ellas. Alrededor de los cuatro meses, comienza a distinguir colores, a enfocar a diferentes distancias y a cerrar los párpados cuando se le acerca algo rápido a los ojos, en lo que se llama el “reflejo de amenaza”. Si este reflejo no aparece a esta edad, se debe acudir a la consulta del pediatra.

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