¿Estamos sexualmente más despiertos en verano? Esto dice la ciencia
Con el verano y el calor el deseo sexual se dispara. Esta es una creencia generalizada y que mucha gente ha experimentado en su propio cuerpo. Pero ¿tiene fundamentos reales o se trata solo de una percepción subjetiva?
Pues según la ciencia sí existen varios factores que provocan que en verano la mayoría de las personas estén sexualmente más despiertas. No todas, desde luego, ya que hay quienes sufren mucho las altas temperaturas estivales y el resultado es más bien el contrario, una disminución del deseo.
Una de las claves está dada por la luz del sol, que brilla en el cielo durante más tiempo y con mayor intensidad en estos meses que en el resto del año. Esa luz aumenta la producción de vitamina D, la cual -además de su importancia en la absorción del calcio y el fortalecimiento de los tejidos óseos- está asociada con los niveles de testosterona.
La testosterona es la principal hormona sexual masculina y también está presente en las mujeres. Diversos estudios han comprobado que, cuanto mayor es la cantidad de vitamina D en la sangre, también son más elevados los índices de la hormona.
Incluso hay trabajos que han hallado una asociación positiva entre esa vitamina y la calidad del semen y el estado de los andrógenos (es decir, de todo el grupo de hormonas sexuales de las cuales la testosterona es la principal). Por ello, se estima que el sol no solo tendría influencia sobre el deseo sexual sino también sobre la fertilidad.
¿Podría entonces un suplemento de vitamina D aumentar la testosterona en hombres con bajos niveles de esta hormona? Algunas pruebas realizadas en los últimos años indican que no, aunque hacen falta nuevos estudios al respecto. Más allá de eso, la asociación entre la luz del sol y la testosterona explica, en parte, el aumento de la libido en verano.
Química para el buen humor y el deseo
Y no todas son hormonas sexuales. La exposición a los rayos UV hacen que el organismo segregue mayores cantidades de endorfinas, serotonina, oxitocina y otras sustancias que funcionan como neurotransmisores y provocan bienestar y buen humor. La serotonina, de hecho, es llamada “la hormona de la felicidad”.
Esas sensaciones positivas llevan a sentirse con más energías, con más ganas de sociabilizar y también con un deseo sexual más pronunciado. A eso hay que añadir los horarios laborales veraniegos, que a menudo implican mayor tiempo libre, y también las vacaciones (e incluso en muchos casos los tiempos previos a las vacaciones), que levantan el ánimo y reducen el estrés.
El estrés, como se sabe, constituye un factor central en esta cuestión. Es el principal inhibidor de la libido, además de tener muchos otros efectos negativos. Una investigación de 2018 hizo notar cómo -además de la testosterona y otros elementos hormonales- los índices de estrés influyen sobre el deseo sexual.
El rol de los olores corporales
Hay más factores fisiológicos. Al parecer, también los olores corporales ejercen una función en este sentido. A esa conclusión llegó un trabajo publicado en 2016 por científicos de la Universidad Técnica de Dresde, en Alemania.
Sucede que en verano, debido al calor y el consecuente sudor, los olores del cuerpo se potencian. Eso activa, de acuerdo con esta hipótesis, la tendencia evolutiva que lleva a los mamíferos -entre ellos, al ser humano- a buscar parejas sexuales con características genéticas diferentes a las propias, para mayor fortaleza de la eventual descendencia.
En este caso, las que entrarían en juego son unas moléculas llamadas antígenos leucocitarios humanos. Estos antígenos desempeñan un papel importante en la respuesta inmunitaria del cuerpo ante sustancias extrañas.
Según los hallazgos de los científicos alemanes, el olfato hace que cada individuo se sienta atraído por aquellos otros que, desde un punto de vista genético, le “convienen” más. Por supuesto, esto sucede a nivel inconsciente, pero representa una posible explicación para el hecho de que, en muchas personas, los olores corporales y el sudor enciendan el deseo sexual.
De hecho, existen en el mercado perfumes a base de feromonas, que se comercializan con el reclamo de que “ayudan a ligar más”. No hay evidencias que comprueben su eficacia, desde luego, pero estos productos demuestran que la idea de que los olores pueden tener un efecto afrodisíaco está muy extendida.
Factores sociales y culturales
Además de la química y de las cuestiones evolutivas, hay otro factor fundamental: el social y cultural. Como ya se ha mencionado, el buen tiempo y las vacaciones reducen el estrés, ayudan a relajarse y promueven las salidas y las relaciones sociales, lo cual incrementa las posibilidades de entrar en contacto con posibles parejas sexuales.
Por otra parte, el modo de vestir en verano deja ver mejor el cuerpo y más piel, algo que también contribuye con el aumento del deseo. Y también existen fantasías relacionadas con esta época del año, que van desde tener sexo en la playa hasta ligar con alguien durante un viaje. Eso también influye.
Como resultado de todo esto, es la época de mayor actividad sexual para la mitad de la población española. A ese resultado llegó una encuesta realizada por el Boston Medical Group. Una cuarta parte señaló que su temporada más activa es la primavera, mientras que el 17% respondió el invierno y apenas el 8%, el otoño.
Entre quienes están más activos el verano, el 43% apuntó que el mes más destacado es agosto. Es decir, el más relacionado con las vacaciones. Un 25% dijo que lo es julio, un 18% junio y el 14% restante septiembre, cuando el calor ya comienza a irse y la mayoría de la gente reanuda su normalidad laboral.
De acuerdo con la misma empresa, después del verano las consultas por problemas de erección aumentan hasta en un 46%. Algo que se explicaría a partir del hecho de que, al aumentar la actividad sexual durante los meses de calor, también se detectan inconvenientes con mayor frecuencia.
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