Los animales, incluidos los humanos, hemos desarrollado un sistema de emergencia para escapar del peligro y sobrevivir. Este sistema se llama respuesta al estrés, o “lucha o huida”, y es una reacción fisiológica en la que las funciones más avanzadas del cerebro (lógica, planificación) no tienen cabida.
Si te persigue un león, no te puedes parar a pensar. El sistema nervioso autónomo y las hormonas se encargan de todo. El sistema hormonal se llama eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA). El cerebro ve algo estresante, envía una señal al hipotálamo que libera noradrenalina para aumentar la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la respiración. Otra señal química viaja desde la pituitaria por la sangre hasta las glándulas suprarrenales situadas, como su nombre indica, sobre los riñones, para que segreguen cortisol, la famosa hormona del estrés.
Hoy en día es muy improbable que tengamos que escapar de un animal salvaje, pero con mucha frecuencia tenemos que enfrentarnos a una fecha de entrega, una bronca del jefe, una reunión que no termina o una discusión con la pareja, y todas estas cosas desencadenan la misma respuesta de estrés. Cuando esto se prolonga en el tiempo, tenemos estrés crónico.
Esto llevó al doctor James L. Wilson, naturópata y quiropráctico, a formular en 1998 el concepto de la “fatiga adrenal”. El doctor Wilson sugería en su libro que el estrés crónico podría provocar una disminución de la capacidad de las glándulas suprarrenales para producir cantidades suficientes de hormonas, en particular cortisol, lo que daría lugar a una serie de síntomas inespecíficos que, curiosamente, padece mucha gente:
- Fatiga
- Dolores corporales
- Pérdida o aumento de peso inexplicable
- Presión arterial baja o alta
- Mareos
- Pérdida de vello corporal
- Decoloración de la piel
Todo esto no sería de extrañar porque, a pesar de su mala fama, necesitamos el cortisol para funcionar. El cortisol es el que nos levanta de la cama por las mañanas, mantiene los niveles de azúcar en sangre mientras hacemos deporte y regula la formación de los huesos, entre otras cosas. Sin cortisol, efectivamente, nos sentimos fatigados.
Para tratar estos males, Wilson recomienda algunas cosas de sentido común: dormir mejor, hacer ejercicio moderado, practicar meditación, mejorar la dieta y beber agua. Pero también recomienda vitamina C, vitamina B5 y B6 y magnesio para ayudar a la función de las suprarrenales, y hierbas adaptógenas, como la ashwagandha, rodiola rosea y raíz de regaliz, que se ha comprobado (esta vez sí, aunque los efectos son modestos) que ayudan a la regulación del estrés.
El estrés crónico es una realidad contrastada, un conjunto de síntomas que están asociados con mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, ansiedad, depresión y Alzheimer, inflamación crónica y cáncer. Sin embargo, no hay pruebas de que el estrés crónico “estropee” las glándulas suprarrenales y nos deje sin hormonas. En otras palabras, la fatiga adrenal es un mito. Al contrario, si aumenta el estrés, las suprarrenales están trabajando para producir más cortisol, no menos, y no se detecta una bajada de esta hormona en los análisis de sangre. Según la Sociedad Endocrina de EE UU (país donde nació la teoría), los síntomas son comunes en otras muchas dolencias, desde la depresión hasta la apnea del sueño.
Una revisión de estudios publicada en 2016 analizó más de 3.000 estudios y seleccionó aquellos en los que se trataba de comprobar específicamente si realmente el estrés afectaba a la producción de cortisol. La conclusión fue tajante: la fatiga adrenal no existe.
La insuficiencia adrenal, por el contrario, es un trastorno clínico conocido, pero muy raro. La causa más común es una enfermedad autoinmune que hace que el sistema inmunitario ataque y destruya las glándulas suprarrenales. También hay enfermedades genéticas que hacen que estas glándulas no funcionen correctamente (de nuevo, raras). Por último, los problemas con la hipófisis, o el daño a la glándula pituitaria, hacen que las glándulas suprarrenales no produzcan suficiente cortisol. También puede ocurrir de forma temporal, al tomar medicamentos como los hidrocorticoides.
Los síntomas reales de la enfermedad inexistente
Aunque la fatiga adrenal como enfermedad es un mito, los síntomas asociados, que padecen muchas personas, son muy reales. La Sociedad Endocrina de EE UU advierte contra los suplementos destinados a aumentar los niveles hormonales, que pueden ser muy caros, y propone hacer un análisis con más profundidad para descartar o tratar enfermedades que podrían estar causando esos síntomas:
- Anemia
- Apnea obstructiva del sueño
- Síndrome de intestino irritable
- Depresión o ansiedad
- Diabetes
En otros casos, los síntomas pueden ser una señal de mala alimentación, estrés en el trabajo o en casa, o sobreentrenamiento. El estrés crónico por sí solo puede estar en el origen de todo, sin necesidad de una afección de las suprarrenales. Uno de los efectos del estrés es un aumento de la inflamación, es decir, una activación del sistema inmunitario para defenderse de posibles daños. La inflamación sostenida tiene como consecuencia el “comportamiento enfermizo”, caracterizado por fatiga, depresión, pérdida de apetito, sensibilidad al dolor y ansiedad. El cuerpo se retrae e intenta conservar energía para luchar contra una infección, aunque la infección no exista. ¿Suena familiar? Son los síntomas de la fatiga adrenal, pero los está produciendo el estrés crónico directamente.
Las recomendaciones de la Sociedad Endocrina en estos casos son también de sentido común: levantarse del sillón. El sedentarismo acentúa todos los síntomas mencionados, y por el contrario, el ejercicio los mejora e incluso elimina. Al contrario de lo que sugiere Wilson (ejercicio moderado y evitar ejercicios intensos para no aumentar el estrés), lo que se ha comprobado es que los ejercicios intensos de corta duración son mucho más efectivos para regular el estrés que los ejercicios moderados de larga duración. Tiene sentido: cuando nuestros antepasados conseguían escapar del león, seguramente ya no sentían estrés.
* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.
¿En qué se basa todo esto?
- Chronic stress: a critical risk factor for atherosclerosis. Estrés crónico: un factor de riesgo crítico para la aterosclerosis.
- Chronic Stress and Oxidative Stress as Common Factors of the Pathogenesis of Depression and Alzheimer's Disease: The Role of Antioxidants in Prevention and Treatment. El Estrés Crónico y el Estrés Oxidativo como Factores Comunes de la Patogénesis de la Depresión y la Enfermedad de Alzheimer: El Papel de los Antioxidantes en la Prevención y el Tratamiento.
- Chronic Stress: Impacts on Tumor Microenvironment and Implications for Anti-Cancer Treatments. Estrés crónico: Impactos en el microambiente tumoral e implicaciones para los tratamientos contra el cáncer.
- Adrenal fatigue does not exist: a systematic review. La fatiga suprarrenal no existe: una revisión sistemática
- Inflammation: The Common Pathway of Stress-Related Diseases. Inflamación: La vía común de las enfermedades relacionadas con el estrés
- Depression and sickness behavior are Janus-faced responses to shared inflammatory pathways. La depresión y el comportamiento enfermizo son respuestas con cara de Jano a vías inflamatorias compartidas.
- The stress-buffering effect of acute exercise: Evidence for HPA axis negative feedback. El efecto amortiguador del estrés del ejercicio agudo: Pruebas de la retroalimentación negativa del eje HPA.