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Cómo dejar la nevera cuando te vas de vacaciones

A pocos días del inicio de las, para muchos, tan esperadas y deseadas vacaciones se nos echan encima varias cosas que hacer. Además de preparar las maletas, regar las plantas o cerrar bien ventanas, deberemos pensar también en nuestra nevera y en qué alimentos podremos dejar y cuáles es mejor no hacerlo. Todo dependerá de los días que vayamos a ausentarnos, puesto que no es lo mismo estar fuera un fin de semana largo, en cuyo caso las recomendaciones serán menos estrictas, que varias semanas.

En este último caso, será preferible dejar la casa en modo '/vacaciones on', incluso la nevera, y ello significa vaciarla y no dejar ningún rastro de alimentos. Sólo así nos aseguraremos que, cuando volvamos, no nos encontramos 'inquilinos' inesperados en nuestra cocina que nos estropeen la vuelta a casa. Los microorganismos, a diferencia de nosotros, ¡no hacen vacaciones!

Qué alimentos aguantarán y cuáles no (en ausencias cortas)

La prueba del olfato o la vista para saber si un alimento es seguro o no, no funciona. Si bien la nevera (y también el congelador) son electrodomésticos con capacidad para extender la vida útil de los alimentos, debe tenerse en cuenta que el tiempo no es indefinido y que, en un periodo de tiempo concreto, empiezan a echarse a perder. 

A temperaturas de refrigeración (5ºC-8ºC), la multiplicación de patógenos es menor que a temperatura ambiente, aunque también pueden contaminar la comida. Debe tenerse en cuenta, además, que no todos los alimentos se conservan por igual. Por ejemplo, por orden de menos a más tiempo de conservación, los tiempos son los siguientes:

Carne de ave fresca, embutidos, ternera, cordero, hamburguesas, carne picada o pescado: de 1 a 2 días

Carnes asadas, sobras, ensaladas de huevo, pollo, jamón, leche abierta, pasta: de 3 a 5 días

Huevos y mantequilla: de 2 a 3 semanas

No es lo mismo arriba que abajo, la puerta que el fondo

Pero si queremos que el frío actúe de la forma más efectiva deberemos tener en cuenta que no todo vale a la hora de guardar los alimentos en la nevera. Dentro, la temperatura es distinta en función de la zona. La más fría es la parte baja, encima de los cajones, donde guardaremos la carne y el pescado, así como lácteos abiertos.

En los cajones deberán estar los alimentos que necesitan protección del frío intenso, como fruta y verdura. En el medio y arriba, pondremos alimentos como los huevos, queso, yogures, conservas abiertas, etc., y en la puerta, la zona menos fría, pondremos los alimentos que necesitan estar frescos pero no fríos, como bebidas refrescantes, mantequilla o agua.

Uno de los errores que podemos cometer es pensar que, si dejamos algunas frutas y hortalizas en la nevera, nos van a durar más y, por tanto, podremos aprovecharlas sin problema a la vuelta. Pero esto no es así ya que las bajas temperaturas hacen que algunas pierdan gusto y vean alteradas sus propiedades. Las que sí podremos guardar en la nevera son melocotones, sandía y melón cortados, coles, espinacas o lechuga, que irán en la zona más fría (la parte alta de los cajones).

Vaciar antes de salir

Si respetamos todas estas condiciones de almacenamiento y los periodos de tiempo descritos, podremos aprovechar sólo aquellos alimentos que se han conservado bien y que no han sobrepasado el tiempo recomendado. Con acciones tan sencillas como estas, así como asegurarnos de que la nevera está a la temperatura adecuada, podemos asegurarnos que los alimentos se mantienen bien. 

Pero como los tiempos de conservación no son muy largos, es recomendable que, en nuestra ausencia, aunque sea sólo por unos días, la nevera quede con las mínimas reservas de comida. Sólo dejaremos aquellos productos que tengan una vida útil larga, como jamón envasado al vacío, y evitaremos productos frescos como fruta y verdura, y más aún pescado y carne.

Debe tenerse en cuenta que si se produce un corte de energía, los alimentos que puedan estar en la nevera se calientan, lo que favorece que puedan desarrollarse bacterias patógenas. Por tanto, es recomendable que, durante la última semana antes de irnos, hagamos una planificación del menú y compremos lo justo y necesario. Podemos aprovechar la ocasión no sólo para tirar lo que se ha estropeado sino también para limpiar la nevera y el congelador.

Cuando las vacaciones son largas

La última cosa que queremos encontrarnos a la vuelta es una nevera con olor a rancio y llena de alimentos en mal estado. Desatender durante mucho tiempo este electrodoméstico puede conllevarnos sorpresas indeseadas. Así que, en ausencias de más de quince días, es recomendable tomar algunas medidas adicionales, como intentar ir vaciando la nevera a los pocos días de marcharnos y sólo comprar lo necesario para cada día. 

De esta manera, conseguiremos deshacernos de la comida sin acumular restos que tengamos que tirar a la basura y que puedan convertirse en un foco de suciedad que atraiga insectos como hormigas que campen a sus anchas durante nuestra ausencia. El objetivo es llegar a vaciar del todo la nevera, ya que no tiene sentido guardar alimentos que, a la llegada, no estarán en condiciones de ser consumidos.

Si, además de velar por la seguridad de nuestros alimentos, queremos ahorrar energía, podemos dejar la nevera a una temperatura alta. Dejarla en el mínimo nivel de refrigeración nos ayudará a no malbaratar energía. Y, si la hemos vaciado y quitamos la electricidad de casa, deberemos dejar la puerta de la nevera abierta para que no aparezca moho o malos olores.

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