Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.
Aznar y Putin
El azar ha querido que el atentado terrorista en el Crocus City Hall de Moscú haya coincidido con el vigésimo aniversario de los atentados del 11M en Madrid.
Dicha coincidencia nos está permitiendo comprobar que la reacción ante dichos atentados por parte de José María Aznar y Vladímir Putin ha sido similar, por no decir que prácticamente idéntica. Ambos fueron informados, y por la misma fuente, los servicios de inteligencia de los Estados Unidos, de la autoría islámica del atentado y ambos decidieron desviar el protagonismo del mismo hacia ETA, en un caso, y hacia Ucrania, en el otro. En el caso de José María Aznar fue el propio presidente de los Estados Unidos el que le informó del origen del atentado. TVE se atrevió a censurar la entrevista del presidente Bush. A nadie puede extrañar que Le Monde calificara de “Mentira de Estado” la conducta del presidente del Gobierno de España. De la misma manera que está siendo calificada en estos días la del presidente de Rusia.
Afortunadamente, España no es Rusia, ni siquiera gobernada por mayoría absoluta por Aznar, y la posibilidad que tuvo la sociedad española de defenderse frente a la conducta miserable de su presidente no es comparable a la que tiene la sociedad rusa frente a una conducta igual de miserable. Putin va a poder seguir mintiendo, como lo continúa haciendo Aznar, que sigue negándose a aceptar la autoría de los atentados del 11M, de la misma manera que Donald Trump se niega a aceptar que perdió las elecciones en 2020. En 2004 nadie sabía quiénes eran Donald Trump o Jail Bolsonaro. José María Aznar fue un precursor de tales personajes. La diferencia, desgraciada para los rusos y afortunada para los españoles, es que en Rusia nadie va a poder responderle a su líder, mientras que en España se le pudo desenmascarar de manera inmediata por el cuerpo electoral el 14M y de manera pausada pero irresistible mediante una investigación policial y judicial, que culminaría en una sentencia dictada con todas las garantías constitucionales.
Si respecto de la autoría del atentado del 11M se han despejado todas las dudas de manera objetiva y razonable, no ocurre lo mismo respecto de la conducta del presidente del Gobierno en esos días. El diario La Reppublica informó que hubo un intento por parte del presidente del Gobierno de anular la convocatoria electoral del 14M con el argumento de que no se podía acudir a las urnas en unas circunstancias tan dramáticas como las originadas por el atentado terrorista. El diario italiano no rectificó dicha información, que suponía una acusación gravísima para el presidente del Gobierno español. Yo recibí una llamada de El País preguntándome si se podía constitucionalmente tomar esa decisión, porque se rumoreaba que ya estaba redactado el decreto para suspender las elecciones y retrasarlas a un momento ulterior sin determinar. La negativa de la Casa Real a contemplar siquiera dicha posibilidad sería lo que habría abortado la operación. No recuerdo que en España hubiera algún medio de comunicación que diera información sobre esa operación. Pero, ¿se intentó?
Cómo puede la reacción de Vladímir Putin degradar adicionalmente al sistema político ruso es algo que iremos viendo. Lo que sí sabemos con certeza es el impacto que la “Mentira de Estado” ha tenido en el sistema político español. Como ha recordado Iñaki Gabilondo, “la radicalización de hoy se deriva de la conspiranoia sobre el 11M”. A las amenazas de Miguel Ángel Rodriguez o a la incitación a la violencia física de Federico Jiménez Losantos contra los periodistas de elDiario.es y El País por la información sobre los presuntos delitos fiscales de la pareja de Isabel Díaz Ayuso no se habría llegado sin la ejecutoria de ellos o de Pedro J. Ramírez tras el 11M.
Y todavía queda camino por recorrer. Todavía no ha terminado de pagar la democracia española la hipoteca de las “mentiras de estado”, “teorías conspirativas” y “amenazas de naturaleza diversa” que se iniciaron por parte de la derecha española tras el 11M.
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