Cuando aparece discretamente para encontrar su asiento en el centro del auditorio y ver desde allí su propia película, la multitud recibe a Alejandro Jodorowsky como a una estrella del rock. Aplausos, cuerpos en pie, silbidos de admiración, gritos de “¡bravo!” y “¡maestro!”. Muchos corren para arremolinarse junto a él. Una muchacha le entrega en silencio un sobre. Una mujer se abalanza sobre la línea de respaldos para gritarle: “¡Maestro, vinimos de la Argentina solo para verle!”. Otros solo quieren sacarle una foto. Jodorowsky les sonríe a todos.
Es el primero de dos eventos en el Gran Teatro CaixaBank Príncipe Pío de Madrid, (el lunes 27 y el martes 28 de mayo) y las entradas, mil personas cada día, estaban agotadas. Durante la primera hora y media se proyecta su película de 2019 Psicomagia: un arte que sana (también disponible para visionado en Archive.org). Durante la siguiente hora, se promete un coloquio con el cineasta, escritor y psicomago. Sin embargo, no será una conversación fluida: Jodorowsky tiene 95 años y viene cansado de un breve viaje a Los Ángeles. “Hoy estoy tonto”, disculpa su torpeza cuando pierde el hilo.
Su público es generoso y parece entenderlo todo. Ovaciona casi cada frase, aplaude incluso los equívocos, grita más alto cuando el chileno no escucha. “¡Te queremos!”, le lanzan desde la la platea. “¿Qué dijeron?”, le pregunta a su esposa, Pascale Montandon-Jodorowsky, y al escritor Diego Moldes, que le acompañan en el escenario. “¡Te queremos!”, le chillan de nuevo desde el público. Jodorowsky bromea entonces diciendo que su ego brilla como sus zapatos. “Si tú me amas, ¿por qué no? Soy como todo el mundo. Lo que es amable es el otro. Y el otro está en mí”, argumenta sobre el amor. “Yo amo al planeta Tierra. Para amar a los países, hay que amar la Tierra. Para comer bien, hay que saber qué animales como y qué animales no como. Para tener buenos frutos, hay que estudiar. Ponerse a estudiar cómo plantar árboles que den sombra y frutos, y etcétera. Es un trabajo colectivo, no hay un gurú. Se trata de llegar a ser lo que uno es”, responde, y añade hacia quien le interpeló: “Te agradezco muchísimo el cariño que tienes por mí. Yo saco de la humanidad un impulso”. “El amor al amor es el amor”, asegurará más tarde durante la charla.
La vida artística de Alejandro Jodorowsky comienza en la poesía y en el teatro. Le lleva a filmar películas de culto, muy simbolistas, como La montaña sagrada y El topo. Crea importantes cómics fantásticos junto a Moebius o Juan Giménez como El Incal y La casta de los Metabarones. Intenta rodar la primera versión de Dune, que fracasa en el intento. Y descubre, o inventa, dos técnicas que se apoyan en el psicoanálisis y van más allá: la psicogenealogía, que navega hacia atrás en las historias familiares; y la psicomagia, una terapia para sanar a partir de la realización de actos que apelan al inconsciente.
El documental que se proyectó este lunes recoge una serie de casos de personas dolientes que acuden a Jodorowsky para que les ayude a superar sus problemas con un acto de psicomagia: una persona que tartamudea, una pareja en crisis, una mujer despreciada por sus padres, una anciana que odia, una enferma de cáncer, una viuda que no superó el suicidio de su marido, adultos que no habían conseguido dejar de ser niños o mujeres avergonzadas de la sangre menstrual. Jodorowsky les escucha, les abraza y les propone un acto psicomágico, que tiene algo de representación teatral o simbólica, y algo de expresión corporal u oral (como gritos, pintura en el cuerpo, arrastrar unas cadenas por la calle o vestirse de determinada forma). A veces, basta con salir durante 21 días seguidos a regar un árbol centenario para comprender lo sencillo que puede ser darse y amar.
“Esta película muestra los primeros pasos de la psicomagia”, explica Jodorowsky. “No son actores. Es gente normal o gente con problemas. Es cine, pero no es cine a la vez. Es arte, pero a la vez es un arte curativo. A mis años, me pregunto, ¿de qué sirve el arte? El arte sirve para curar. Eso es”, recalca.
En el coloquio, el escritor dedicó un tiempo a explicar las diferencias entre psicoanálisis y psicomagia. Esta última, a diferencia de lo primero, ha de ser gratis. “Cuando uno hace una acción gratis para curarte, no te cobra porque lo esencial es que la curación sea un acto del corazón, un acto de amor”, señala. Y ese es el motivo por el que, durante años, leía las cartas del tarot en un café parisino a cualquiera que se acercara a él. “No me digas que no nos conocemos –salta, de pronto, Jodorowsky, como si hubiera recibido una pregunta– porque, en realidad, el mundo es el planeta. El planeta es el mundo. Si el planeta es el mundo, todos nosotros somos de la misma familia. En todos los países. Entonces, si se quiere tener un verdadero éxito en la curación de la persona, tienes que tener éxito en tu corazón para amar a todo el mundo”, argumenta. “Cuando la sociedad mejore y no se divida, tendremos una vida mejor y menos problemas. Tendremos más alegría de vivir, que es lo que está faltando”, añade.
A las preguntas sobre el miedo a la muerte, Jodorowsky responde “¡vive!”. En realidad, su consejo esencial, quizá lo que ha garantizado su longevidad, es la alegría consciente y la vitalidad en el segundo presente. Una mujer del público, en el turno de preguntas, le dice que lleva 20 años obsesionada con la certeza de que morirá a los 40. Ahora tiene 38. “¿Qué hago?”, le dice. La respuesta del psicomago fue breve: “Te quedan dos años. ¿Tienes un pasaporte? ¿Sí? Ve donde una de esas personas que hacen negocios oscuros y dile que te haga una copia perfecta del pasaporte pero con cinco años más”. Y con eso la mujer habrá dejado atrás ese 2026 que tanto le asusta.
Siruela ha publicado en España las obras del autor. Entre ellas, uno de sus libros de referencia, la autobiografía La danza de la realidad (2001) que se convirtió en película en 2013 dirigida por él mismo. En este momento llega un nuevo libro, La voz del maestro (Siruela, 2024), una recopilación de reflexiones sobre cómo ha ido acumulando sabiduría a partir de sus experiencias. Lo presentará con una firma de libros en la librería Panta Rhei de Madrid el jueves 30 de mayo a las 19h, y un encuentro con lectores en la Feria del Libro de Madrid el 1 de junio a las 18:30 en el Pabellón Europea, acompañado de la directora editorial de Siruela, Ofelia Grande. Le seguirá una firma de libros en la caseta de Visor.
Al despedirse, por supuesto entre aplausos, depositó entre el público la siguiente información: “Ya a partir de este momento, tú eres yo. A partir de este momento, yo soy todos ustedes”.