La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Anders Danielsen Lie, el actor de moda del cine 'indie' que trabajó como médico en la pandemia

Javier Zurro

9 de marzo de 2022 22:43 h

0

El rostro de Anders Danielsen Lie ha ido iluminando la pantalla de vez en cuando. Directores como Mia Hansen Love, Olivier Assayas o Paul Greengrass se han visto rendidos al carisma de este actor noruego que este año ha conquistado a todo el mundo gracias a La peor persona del mundo, el cierre de la llamada Trilogía de Oslo que estrena este viernes Joaquim Trier en España. Trier fue el descubridor de Danielsen. Aunque antes ya hubiera salido en varias películas, su papel como toxicómano en Oslo, 31 de agosto dejó a todos con la boca abierta tras su paso por Cannes en 2011 y, de esta manera, el cine indie europeo se fijó en él.

Lo que pocos saben es que Anders Danielsen Lie no es solo actor. Que tiene otra profesión. Una especia de álter ego, como los superhéroes. Danielsen Lie es también médico. Ha desarrollado a la par su faceta como doctor y la de intérprete. Lo logra eligiendo muy bien cada papel. Solo los proyectos que le tocan de verdad. La peor persona del mundo lo hacía y suponía volver a trabajar con su amigo Joachim Trier. Cuando terminó el rodaje, en otoño de 2020, volvió a coger la bata de médico y se puso a trabajar atendiendo a enfermos de COVID-19. “Estuve trabajando durante la pandemia, desde que acabamos de rodar la película volví a mi trabajo como médico general y después me pidieron si quería ser supervisor de un centro de vacunación y de rastreo de positivos en Oslo. Desde que terminé esta película me he dedicado el cien por cien a la medicina”, cuenta el actor desde su casa en Noruega.

Aunque a priori sean dos profesiones que no tienen nada que ver, Anders Danielsen reconoce que una retroalimenta a la otra. “Por un lado, son muy diferentes. Cuando trabajo como doctor, intento ser racional, analítico y controlar mis sentimientos, mientras que cuando trabajo como actor mis emociones son lo más importante. Lo que tienen en común es que la comunicación es muy importante. Tienes que ser capaz de comunicarte bien con otras personas que no siempre conoces muy bien y sintonizar la misma frecuencia. También me han inspirado muchos pacientes por las historias que me cuentan. Creo que mi experiencia como doctor ha sido útil para ser auténtico para que mis interpretaciones sean cercanas a la vida real”, explica.

En La peor persona del mundo da vida a uno de los novios de la absoluta protagonista, Julie, una joven en plena crisis de los 30 que se encuentra perdida, confundida y buscando qué hacer en una vida que no era la que le prometieron. Él es un artista de cómics que coquetea con los límites del humor y que incluso los pasa, dando pie a que el filme hable de temas como la cultura de la cancelación. Esos retazos de actualidad le encantan de las películas de Trier: “Siempre intentamos hablar de cosas contemporáneas. Que cuando dentro de unos años se vean estas películas se diga ‘Ah, entonces se hablaba de eso, de la cancelación, de la época post #MeToo, eran esos años’. Dejar una huella del momento actual a través de la ficción”.

Muchos críticos han destacado que La peor persona del mundo cierra un ciclo en la filmografía de Joachim Trier y ya la han bautizado como la Trilogía de Oslo, pero Anders Danielsen Lie asegura que fue él quien lo describió así por primera vez aunque no le guste presumir: “Recuerdo perfectamente la primera vez que leí el guion y pensé que era una mezcla de Reprise y de Oslo, 31 de Agosto. Recuerdo llamarle y decirle que ahora teníamos una trilogía. Soy muy malo en marketing, pero ahí tuve claro que había una relación entre estas tres películas, aunque también que esta era más accesible que las anteriores, y tenía razón”.

No le gusta que se diga que el filme es un retrato generacional. Le asusta el término y cree que es demasiado reduccionista, ya que “dentro de una misma generación hay muchas experiencias, contextos y percepciones diferentes de la vida”. La generación que muestra el filme es una parte “muy privilegiada” y cree que es bueno dejarlo claro, porque ahí es cuando ves que hay “problemas existenciales del ser humano” que se repiten en todos los contextos y que son un elemento central en la Trilogía de Oslo. “Todos nos enfrentamos a problemas como la búsqueda de la identidad o encontrar a alguien a quien amar”, añade el actor.

Creo que mi experiencia como doctor ha sido útil para ser auténtico, para que mis interpretaciones sean cercanas a la vida real

Igual que Trier descubrió a Anders al mundo, el director ha hecho lo mismo esta vez con otra revelación, la de Renate Reinsve, ganadora del premio a la Mejor actriz en el pasado Festival de Cannes. Ambos despliegan una química arrolladora, algo que para el actor pasa por olvidar todos los tics que los intérpretes adquieren: “A veces, cuando llevas muchos años como actor, desarrollas hábitos y formas de trabajar que son parte de ser profesional pero que también pueden ser un obstáculo, especialmente cuando haces una película naturalista, que deba estar cerca de la realidad. Ahí tienes que dejar toda esa profesionalidad y lo que sabes como actor a un lado y acercarte al papel simplemente como ser humano, y eso puede dar miedo. Renate es una actriz muy abierta a diferentes formas de trabajar, puede ser muy analítica y completamente loca a la vez, lo que creo que es muy importante como actor”.

Este puede ser su gran año. No solo ha enamorado a todos con La peor persona del mundo, sino también con Bergman Island, en la que ha trabajado con otra de las grandes autoras del cine europeo actual, Mia Hansen-Love. “Es otra directora a la que admiro muchísimo”, confiesa Anders Danielsen y destaca que “es una directora de verdad”. “Sabe lo que quiere, rueda en película analógica y sientes que estás haciendo una película en el pasado, porque planea todos sus planos de una forma meticulosa, con planos secuencia muy coreografiados, y eso no siempre pasa a día de hoy. No digo que se deba rodar siempre en 35 mm o en analógico, pero tengo una afinidad al trabajar con directores que aprecian el analógico, porque tiene algo que es imposible lograr cuando ruedas en digital”, zanja.

No mira al futuro, y no se plantea qué hará en caso de que tenga que elegir entre su profesión de médico y la de actor: “Espero que esté todavía en una posición privilegiada en la que pueda trabajar con directores a los que admiro y un buen material, porque para mí eso es más importante que tener una carrera o metas concretas. Quiero ser parte de películas que querría ver y que espero que aguanten el pase del tiempo. Y trabajar como doctor… es que tampoco tengo ambiciones como doctor, solo intento aprender cada vez más y hacer algo bueno por mis pacientes”.